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Con Bolsonaro a miles de kilómetros, Lula asume su tercera presidencia de Brasil

A los 77 años y tras un año y medio preso, ostentará la banda presidencial por tercera vez.

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Lula da Silva
Lula da Silva.
Foto: EFE

Luiz Inácio Lula da Silva asume mañana domingo por tercera vez la presidencia de Brasil, ante cientos de miles de seguidores y numerosos jefes de Estado extranjeros, en medio de una seguridad reforzada tras un frustrado atentado con bomba.

El evento, que espera reunir a unas 300.000 personas en la tranquila capital Brasilia, combina protocolos institucionales y una celebración popular animada por espectáculos musicales.

Lula será oficialmente proclamado presidente junto a su vicepresidente Geraldo Alckmin en una ceremonia en el Congreso.

No obstante, el momento más esperado por sus seguidores será cuando el veterano político, de 77 años, que dice que dirigirá el país con “la energía de un hombre de 30 y las ganas de uno de 20”, suba la rampa de acceso al Palacio de Planalto, sede presidencial y joya del arquitecto Oscar Niemeyer.

Alrededor de todos los eventos habrá un riguroso aparato de seguridad tras los recientes disturbios en Brasilia y el intento de ataque con explosivo protagonizado el pasado sábado por simpatizantes del presidente saliente, Jair Bolsonaro, insatisfechos con el resultado del balotaje del 30 de octubre.

De hecho, todos los preparativos para la toma de posesión se vieron sacudidos esta semana tras ese incidente en el que un hombre fue acusado de intento de atentado.

El sospechoso admitió que actuaba en grupo y que planeaba colocar explosivos en lugares estratégicos con el objetivo de “causar caos” y provocar así la intervención de las Fuerzas Armadas, según declaró a la policía.

Es así que Brasilia decidió movilizar el 100% de su policía para la asunción de Lula, lo que podría involucrar hasta 8.000 agentes, anunciaron sus autoridades.

Además, la Justicia suspendió temporalmente en el Distrito Federal el porte de armas para algunas categorías de civiles, como medida extra de seguridad.

Solo la Policía Federal empleará más de mil funcionarios en tareas de “inteligencia y seguridad”, el mayor contingente hasta ahora en una investidura, según informó esta fuerza.

Asistirán a la ceremonia todos los mandatarios de la región, a excepción de la peruana Dina Boluarte. El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, viajó acompañado de los exmandatarios Julio María Sanguinetti y José Mujica. También estará el rey de España, Felipe VI.

El Gobierno brasileño anuló, además, un decreto que impedía la entrada al país del presidente Nicolás Maduro y otros funcionarios venezolanos, con lo que Maduro podrá asistir.

el dato

Discuten quién hará el cambio de mando

Ayer por la tarde se realizó el ensayo con el tradicional Rolls-Royce utilizado en las inauguraciones presidenciales desde la década de 1950, cuando Juscelino Kubitschek debutó con el convertible. Su utilización estaba en duda debido a la extrema precaución y el gran operativo que las autoridades policiales están montando ante un escenario de disturbios. Sin embargo, el ensayo indica que el futuro presidente llegará a la explanada en él. El capitán de la Reserva del Ejército, Valmir Moraes da Silva, conocido solo como Moraes, quien ha trabajado como seguridad de Lula durante casi 20 años,

Fue elegido para desempeñar el papel del presidente electo durante el ensayo.

Con Bolsonaro fuera del país, el equipo todavía discute quién traspasará la banda presidencial en la Explanada mañana.

Más moderado

En sus mandatos previos (2003-2010), Lula encarnó una izquierda moderada, con mirada social, pero obligado a entenderse con un ramillete variopinto de partidos y también a aplicar recetas económicas muy distantes de la caricatura de comunista con que le ha intentado socavar el bolsonarismo.

Sin embargo, algo que prevalece aún más que esa caricatura, el gran lastre que sigue afectando a la imagen de Lula y que despertó odios intestinos en parte de la sociedad brasileña, son los casos de corrupción que mancharon su gestión y la de Dilma Rousseff.

Las investigaciones de corrupción en torno a la petrolera Petrobras y la constructora Odebrecht condujeron a Lula en 2018 a la cárcel, donde cumplió 580 días.

Antes del escándalo, Lula ostentaba una popularidad récord. La condena parecía ser su muerte política hasta que el Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil la anuló. Sin embargo, el Supremo no declaró inocente a Lula, tal como suele presentar la izquierda, sino que lo favoreció con la revocación de los fallos debido a criterios técnico-formales.

Y ahora, en pleno 2022, en un Brasil que todavía no se ha recuperado del todo de la pandemia, Lula regresa al poder con el envión de un héroe caído que volvió a levantarse; como un ícono de la izquierda latinoamericana, pero aún más moderado por las circunstancias.

En principio, para enfrentarse a Bolsonaro en las elecciones se rodeó de una coalición de diez partidos de ideología diversa, de la izquierda a la centroderecha.

Ahora, en plenas negociaciones con el Congreso Nacional para sacar adelante sus promesas de campaña, ha abierto aún más el abanico, acercándose a fuerzas de derecha con las que se enfrentó en la campaña.

En la economía, ha sido constante su compromiso de mantener el equilibrio en las cuentas y la responsabilidad fiscal, aunque siempre sin renunciar a su mayor promesa de campaña: acabar con el hambre, que se ha disparado en los últimos años y ahora afecta a 33 millones de brasileños.

las claves

Bolsonaristas lejos del acto

La Policía Federal brasileña informó ayer viernes de que vigila algunas caravanas de bolsonaristas que han partido desde diversos puntos del país y se dirigen hacia Brasilia, donde deberían llegar en el correr del día de hoy.

Hacia la capital también partieron en los últimos días otras caravanas, pero de simpatizantes de Lula que participarán en el acto de investidura y en una gran fiesta popular que se celebrará en la Explanada de los Ministerios mañana, para la que se espera a unas 300.000 personas. Las autoridades de Brasilia aclararon ayer viernes que “no será permitido” en esa avenida “ningún acto contrario al nuevo Gobierno” y que quienes deseen protestar contra Lula podrán hacerlo en puntos distantes de la ciudad y predeterminados. Brasilia movilizará el 100% de su policía para la asunción.

Brasil protagonista

Después de cuatro años de “aislamiento”, Lula se marcó como principal objetivo en política exterior devolver a Brasil a una posición de “protagonista” en un mundo fracturado y en crisis.

“Brasil está de vuelta”. Es uno de los lemas que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) pregona desde que ganó el balotaje.

Como ya hizo en sus dos primeros mandatos, Lula quiere poner las relaciones internacionales en el centro de su gestión, con especial énfasis en la agenda verde.

Prueba de ello es su participación en la cumbre del clima de la ONU, la COP27 de Egipto, el pasado noviembre y sus planes para viajar a Argentina, Estados Unidos y China en el primer trimestre de 2023.

Con esa primera gira, Lula pretende reconstruir los puentes dinamitados durante el Gobierno de Bolsonaro, que, al menos hasta la mitad de su mandato, hizo alarde de su “anticomunismo” y “antiglobalismo” de la mano de su canciller Ernesto Araújo.

El gobernante saliente no tuvo buenas palabras al referirse a China, mayor socio comercial de Brasil, por cuenta del coronavirus; pasó meses criticando la gestión de su homólogo argentino, Alberto Fernández; y enfrió la relación con Estados Unidos desde que su “amigo” Donald Trump salió de la Casa Blanca y entró Joe Biden.

También cruzó acusaciones con el mandatario francés, Emmanuel Macron, por su laxa defensa de la Amazonia, con impactos negativos en la ratificación del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, entre otros roces con los nuevos Gobiernos de izquierda de Latinoamérica, a los que ha atacado con fines electorales.

En suma, el Brasil de Bolsonaro quedó relegado a un segundo plano en las reuniones del G-20 y dejó de ser invitado a las cúpulas del G-7, en cuyas reuniones el anfitrión suele llamar a un grupo países de emergentes.

Lula quiere revertir esa situación de “paria internacional”, según denunció. “Brasil no puede vivir en el aislamiento de hoy, necesita ser protagonista”, repite el mandatario electo en sus actos.

Para ello, impulsará la integración regional, con el retorno a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y restablecerá las relaciones con el Gobierno del presidente venezolano, Maduro, rotas desde 2019 por orden de Bolsonaro.

También promoverá una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, donde hoy Brasil ocupa un asiento no permanente.

Al frente de la Cancillería ha nombrado al embajador Mauro Vieira, un veterano diplomático de carrera que ya ocupó ese cargo entre 2015 y 2016, los dos últimos años del Gobierno de Dilma Rousseff.

Algunos desafíos del presente, al que deberá enfrentarse el futuro mandatario, son la guerra en Ucrania, la mayor competición entre China y Estados Unidos por la hegemonía mundial, los desdoblamientos del covid-19, una crisis climática en curso y un Mercosur tensionado por los desacuerdos con Uruguay -Lula ya ha manifestado sus diferencias con Luis Lacalle Pou, al expresar que un acuerdo con China debería hacerse en bloque, y que no debería ser precisamente un Tratado de Libre Comercio.

Los últimos ministros

El anuncio de los últimos dieciséis ministros del futuro gobierno, que tuvo lugar el jueves pasado en el auditorio del Centro Cultural do Banco do Brasil (CCBB), en Brasilia, estuvo marcado por improvisaciones y negociaciones de última hora.

En comparación con los dos primeros gobiernos del presidente electo, el PT tendrá el menor número de ministros en la Explanada, con diez, pero mantendrá puestos claves: el PT contará con el ministro de Hacienda, Fernando Haddad; de Educación, Camilo Santana; y deberán ocupar todos los cargos en la llamada “cocina del Planalto” los ministerios que funcionan en el Palacio del Planalto, un espacio codiciado por su cercanía diaria con el presidente: la Casa Civil, que será ocupada por Rui Costa; la Secretaría General, con Marcio Macedo; y Comunicación Social, con Paulo Pimenta.

O Globo hizo un relevamiento que tiene en cuenta a los ministros designados por el presidente electo en 2003 y en la reforma ministerial de 2007, luego de la reelección. Proporcionalmente, el PT tendrá el 30% de los ministerios este año. En los otros dos gobiernos tenía 58% en 2003 y 47% en 2006.

En este último anuncio, Lula cedió nueve ministerios a los partidos de centroderecha. Uno de los nombres elegidos es el de Simone Tebet, la senadora y excandidata a la presidencia por el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que irá a la cartera de Planeamiento.

También incluyó a tres referentes del Partido Social Democrático (PSD) y a dos representantes de Unión Brasil, el mayor movimiento político brasileño surgido de la fusión de los Demócratas y el Partido Social Liberal (PSL) en 2021. Se trata de la agrupación de uno de los mayores enemigos políticos de Lula: el exjuez y senador electo por el estado de Paraná, Sérgio Moro.

Se completa, así, un gabinete multipartidario con el que Lula pretende combatir las embestidas del bolsonarismo en el Congreso.

Jair Bolsonaro
AME357. BRASILIA (BRASIL), 01/11/2022.- El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se pronunció hoy sobre los resultados de los comicios del pasado domingo, pero sin aludir a la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva, y aseguró que "seguirá siendo fiel a la Constitución". EFE/ JoŽdson Alves
JoŽdson Alves/EFE
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Bolsonaro se despide y vuela a EE.UU.

A dos días de finalizar su mandato, el presidente Jair Bolsonaro partió desde Brasil ayer por la tarde rumbo a Estados Unidos.

Un avión de la Fuerza Aérea Brasileña despegó de Brasilia a las 14:00 horas con destino a Orlando, en el estado estadounidense de Florida.

Con el viaje, Bolsonaro no pasará la banda presidencial a su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva, ignorando el tradicional rito democrático que simboliza el intercambio de poder en el país. El presidente electo aún está discutiendo con su equipo cómo se llevará a cabo el ritual durante la ceremonia de asunción.

Se espera que Bolsonaro pase al menos un mes fuera del país. Pese a los preparativos, el gobierno no ha dado ninguna información sobre el viaje, ni quién lo acompañará.

Como Presidente de la República tiene derecho a utilizar el avión de la FAB para viajar, pero no se reveló la agenda ni el compromiso que justificaría el uso del avión oficial.

El jueves por la tarde ya era anunciado como presidente interino el vicepresidente, Hamilton Mourão. En uno de sus primeros actos convocó a una cadena nacional de radio y televisión para hoy sábado a las 20:30 horas.

Se espera que haga un balance de los cuatro años de gobierno y que mencione que las manifestaciones que se han dado desde que terminaron las elecciones son un derecho y adoptará un tono conciliador, según los interlocutores.

No hubo traspaso de cargo en la base aérea, como ocurrió varias veces a lo largo del gobierno. Esta vez, Mourão fue informado por Bolsonaro ayer por la mañana, mediante un mensaje, que tendría que firmar tres decretos.

Al dejar por última vez el Palacio de la Alvorada como presidente, Bolsonaro no salió del lugar que fue su residencia durante cuatro años por la puerta principal, sino que usó una salida lateral, evitando así a la prensa.

Más temprano, el presidente acudió a sus redes sociales para hablar en vivo desde el Palacio de la Alvorada. En el directo hizo un balance de su gobierno, pero no mencionó el viaje. A pesar de eso, habló en tono de despedida y mencionó por primera vez al gobierno del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva.

“El mundo no se acabará el primero de enero (...) Tenemos un gran futuro por delante. Se pierden batallas, pero no perderemos guerras”, afirmó el mandatario. “Algunos deben estar criticándome, diciendo que podría haber hecho esto o aquello (...) No puedo hacer algo que no sea bien hecho, sin que los efectos colaterales sean demasiado dañinos”, justificó Bolsonaro.

“Jamás esperaba llegar hasta ahí”, dijo entre lágrimas. “Como mínimo, atrasamos cuatro años el hundimiento de Brasil en esta ideología nefasta que es la izquierda (...). Di lo mejor de mí”, agregó.

El presidente también se refirió al intento de atentado del sábado pasado. “Nada justifica, aquí en Brasilia, este intento de acto terrorista, aquí en la región aeroportuaria de Brasilia. Nada justifica un elemento que fue hallado a tiempo, gracias a Dios, con ideas que no están de acuerdo con ningún ciudadano”, dijo Bolsonaro.

Tras la derrota en las urnas, Bolsonaro pasó la mayor parte del tiempo recluido en el Palacio da Alvorada y realizó muy pocas declaraciones públicas. Ayer viernes señaló que “fue difícil permanecer en silencio durante dos meses”.

En base a EFE, AFP y O Globo (GDA)

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