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Boris Johnson está encerrado en el "Día de la Libertad"

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Boris Johnson. Foto: AFP

REINO UNIDO

El primer ministro británico estuvo en contacto directo durante horas con su ministro de Sanidad, Sajid Javid, quien el sábado anunció que había dado positivo por COVID-19.

Solo Boris Johnson puede superar a Boris Johnson. Después de defender durante semanas, contra la opinión de científicos y expertos sanitarios, su decisión de levantar todas las restricciones sociales por el virus hoy lunes, (el bautizado como Freedom Day, Día de la Libertad), al primer ministro le tocará dar la bienvenida a la libertad encerrado en la residencia oficial de Chequers, en situación de cuarentena. Johnson estuvo en contacto directo durante horas con su ministro de Sanidad, Sajid Javid, quien el sábado anunció que había dado positivo por COVID-19.

También estuvo en esa reunión el ministro de Economía, Rishi Sunak. Ambos recibieron de inmediato -como le ha sucedido a medio millón de residentes en el Reino Unido en el transcurso de una semana- un mensaje de la aplicación del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés), en el que se les indicaba la necesidad de someterse a aislamiento durante 10 días.

Downing Street sopesó en un principio la posibilidad de que tanto Johnson como Sunak participaran en un programa piloto de localización, rastreo y test diario que les hubiera permitido esquivar la obligación de la cuarentena.

En cuanto comenzó a desatarse una ola de irritación por lo que hubiera supuesto un claro agravio comparativo, el equipo del primer ministro anunció el enésimo volantazo del político: “No participará en el programa piloto de test. Seguirá celebrando sus reuniones de trabajo con miembros del gobierno por vía remota”, anunció ayer domingo un vocero de Downing Street. Justo después de que Robert Jenrick, el ministro de Vivienda -al que le tocaba hacer la ronda habitual televisiva de los domingos- se hubiera dejado la piel en defender la decisión de Johnson de no hacer cuarentena.

“Lo volvemos a ver. Los conservadores establecen reglas para beneficiarse a sí mismos, y acaban dando marcha atrás cuando les pillas”, ha denunciado el líder de la oposición laborista, Keir Starmer.

Los empresarios británicos han expresado su malestar con el sistema de localización y rastreo actual, cuya sensibilidad extrema a la hora de detectar posibles contactos con positivos ha hecho que centenares de miles de personas -1 de cada 95- hayan recibido el mensaje de que deben hacer cuarentena. El ausentismo laboral se ha disparado, y miles de ciudadanos han optado sencillamente por eliminar la aplicación de su teléfono móvil.

A partir de hoy lunes, dejará de ser obligatorio el uso de mascarillas en interiores o el transporte público. El gobierno británico somete la decisión a la responsabilidad individual y cautela de cada ciudadano. Muchas autoridades locales y comercios, sin embargo, seguirán exigiendo esa medida preventiva, lo que vaticina un caos legal en las próximas semanas. Ya no habrá límite de personas en las reuniones de interior, y teatros o discotecas podrán volver a abrir sus puertas.

Los contagios de la variante Delta se han disparado en los últimos días en el Reino Unido. Más de 1.200 científicos y expertos sanitarios de todo el mundo han pedido al gobierno de Johnson, en un comunicado conjunto publicado en la revista The Lancet, que dé marcha atrás a su decisión de levantar las restricciones, y evite lo que constituiría un “peligroso experimento”.

Si bien Downing Street ha acelerado en las últimas semanas la campaña de vacunación, convencido de que ya se ha debilitado el vínculo entre infecciones y hospitalizaciones, uno de los principales expertos que asesora al gobierno, Chris Whitty, ha asegurado que el peligro aún no ha desaparecido.

El gobierno británico ha anunciado por sorpresa que los turistas que viajen a Francia deberán someterse a una cuarentena obligatoria de 10 días a su regreso, y a dos PCR el día segundo y octavo del aislamiento.

El incremento de la nueva variante Delta en Francia ha forzado esta nueva marcha atrás, que ha irritado a la industria turística porque esperaba millones de visitantes británicos este verano.

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