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Terminan liceo, pero sin nivel de universidad

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Julio Fernández. Foto: Francisco Flores
Nota a Julio Fernández, rector de la Universidad Católica, ND 20161125, foto Francisco Flores
Archivo El País

Es cura, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, y a partir de mañana se convertirá en el nuevo rector de la Universidad Católica.

Hasta ahora se desempeñaba como director del Departamento de Educación de esta misma institución. También está al frente de la Fundación Sophia, un proyecto impulsado por el cardenal Daniel Sturla para rescatar a los colegios católicos que atraviesan crisis económicas. Fernández Techera es crítico con la situación actual de la enseñanza. Advierte sobre la falta de gobernanza y los corporativismos docentes, y defiende las instituciones públicas de gestión privada, como el Jubilar.

—¿Cómo evalúa el momento actual de la educación?

—Estamos en una situación muy complicada desde hace muchos años. Como país nos está costando muchísimo encontrar una manera de salir adelante. Estamos en una situación que no es de estancamiento, sino de varias décadas de decadencia del sistema.

—¿Se puede desde las instituciones privadas imponer cambios de fondo, o todo depende de decisiones políticas?

—La Universidad puede aportar mucho desde el conocimiento, impulsando investigaciones. A los uruguayos nos costó muchísimo reconocer que no teníamos una educación de calidad. En los últimos 15 años ha habido muchas experiencias innovadoras en educación: algunas públicas, aunque pocas, porque quizá ha habido muchos planes pero no funcionaron; y después muchas iniciativas de la sociedad civil, como los colegios Impulso, Jubilar, Providencia y Espigas, que proponen verdaderas innovaciones.

—Este modelo de instituciones públicas, pero financiadas con capital privado ha sido blanco de muchas críticas. Entre otras cosas porque se sostiene que no pueden replicarse en un proyecto a nivel macro.

—Es cierto que no es lo mismo pensar un centro educativo aislado que todo un sistema, pero las experiencias particulares nos ayudan a pensar. Yo trabajo en la Fundación Sophia (NdeR: Iniciativa para rescatar a colegios católicos que están en aprietos financieros). Allí empezamos con cuatro colegios y el año que viene ya van a ser 16. Esto nos obliga a pensar políticas que sean replicables y de bajo costo.

—Estas instituciones también reciben críticas de que esconden un afán privatizador.

—El divorcio entre lo público y privado, que algunos lo consideran un dogma, otros consideramos que no lo es.

—¿Cómo cree que ha afectado la disminución de la práctica religiosa en la matrícula de los colegios católicos?

—A la educación católica le ha costado mucho entender que el mundo cambió. De hecho hay colegios que han tenido que cerrar. Por ejemplo, asumir el inglés como una práctica fundamental ha sido muy dificultoso. Esto ha llevado a que muchas familias hayan pasado a sus hijos a colegios bilingües. Creo que la educación católica vivió una suerte de parálisis paradigmática, por un modelo que tenía que cambiar. Indudablemente el peso religioso era mayor hace 50 años, pero también hoy hay familias católicas que no mandan a sus hijos a la educación católica porque no responde a las perspectivas académicas.

—¿Qué opina del último informe de la OCDE, que habla de falta de liderazgo y transparencia en el gobierno de la educación, y acusa de "corporativismo" a los docentes?

—Que tenemos un problema de gobernanza en la educación es verdad y no lo terminamos de solucionar. Y no es un tema del gobierno actual, es un tema de la estructura, de la ley. La forma en que se organizan los desconcentrados con respecto al Codicen es muy compleja. Siempre es bueno que venga alguien de afuera, vea estas cosas y las diga; no hay que tener nacionalismos. Hay que escuchar.

—¿Está de acuerdo con la OCDE en sacar a los docentes del gobierno de la educación?

—Ellos lo que dicen es que solo participan los docentes, cuando son solo uno de los actores. Es bueno que participen todos los que tienen algo para decir. Yo no creo que los docentes sean especialistas en educación, son especialistas en un área de la educación. Es muy importante que los docentes escuchemos a los que no son docentes y tienen otras cosas para decirnos. Los cerramientos corporativos son negativos.

—¿Con qué formación llegan los alumnos que ingresan a la Universidad Católica?

—La situación es la que corresponde al país, que tiene lamentablemente uno de los índices de inequidad educativa más altos de América. No todos los que terminan bachillerato tienen una formación adecuada para la universidad. Tenemos desde personas bien formadas a personas que tienen dificultades para comprender los textos, o para escribir. No me refiero solo a las faltas de ortografía, sino a la sintaxis. Y la Universidad Católica se tiene que hacer cargo de esto. A veces pasa que pensamos las cosas para el alumno ideal, y la realidad es que el alumno ideal es muy escaso o no existe. Uno de los problemas que tenemos en Uruguay es que se hace un plan de estudios pensado para un alumnado que no es normalmente el que llega. Hay que mejorar muchísimo el manejo de la lengua. Nosotros hacemos cursos de compensación de escritura, de hablar en público. En algunas carreras se trabaja en compensar el bajo nivel en matemáticas.

—¿Hay diferencias entre los que llegan de liceos públicos respecto de privados?

—En Uruguay la calidad educativa no cambia según sea público o privado. Lo que pasa es que al sistema público no van normalmente los alumnos más destacados y en el privado los menos favorecidos son escasos. Y el sistema no revierte la inequidad social. Hay que buscar más una educación equitativa, que implica dar más recursos a los que están en posiciones más desfavorables, por ejemplo con mejores docentes. Por el sistema de organización, los mejores docentes están en los barrios más acomodados y los menos experientes en los barrios más carenciados. En lo privado esto pesa por el salario.

—¿Hay empresas que ya hayan comunicado que no harán donaciones o que bajarán los montos por los cambios en los beneficios impositivos?

—Que yo sepa no.

—¿Y va a haber menos becas el año que viene?

—La Universidad tiene un volumen de becas anuales que es de entre 16% y 17%. La inmensa mayoría son parciales, hay muy pocas totales. Estamos en un proceso de confección del presupuesto de 2017 y todavía no lo hemos cerrado. Y esto tiene que ver con unir todas las unidades y ver qué volúmenes tenemos. Haremos todo lo posible para mantener la misma cantidad de becas; a veces los problemas se pueden arreglar con gestión.

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Julio Fernández. Foto: Francisco Flores

JULIO FERNÁNDEZCARLOS TAPIA

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