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Discapacidad. El hincha de Nacional que quedó ciego por un balazo policial juega al torboll | Henry Borges, judoka ciego, competirá en los paralímpicos de Beijing y le hace falta apoyo

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2008-04-22 00:00:00 300x300

XIMENA AGUIAR

Henry usa su pensión por discapacidad para alcanzar el peso de la categoría en la que competirá en Beijing. Marcelo juega con una pelota con cascabeles, y va a la cancha a hinchar por el equipo que le cambió la vida. La ceguera no altera su pasión.

Algunos de sus compañeros usan antiparras negras, pero él no. En los campeonatos oficiales deben ponerse, además, una cinta negra sobre cada ojo, para asegurar que todos jueguen en las mismas condiciones. Unos son completamente ciegos, otros ven rastros de luces, a otros les queda el 10% de la visión de uno de los ojos. Pero Marcelo Silva no ve nada.

En una pausa del entrenamiento de torball, un juego diseñado para no videntes, Marcelo comenta: "Yo empecé hace dos años y medio. Antes hacía fútbol, y ta, tuve un accidente y ahora hago esto, que está bastante bueno".

Sí, tuvo un accidente. Un coracero le disparó una bala de goma en la cara a unos cinco metros de distancia, en los disturbios que se armaron en el estadio Centenario durante un clásico, el 5 de diciembre de 2004. "Ah sí, mi caso fue muy conocido", asiente.

Después del golpe fue trasladado al Clínicas por particulares, porque no había asistencia médica en el estadio, contó Zully Monzón, su abogada. Cuando estaba internado, le comunicaron que había quedado ciego de por vida. Tenía 22 años.

"Al principio estaba en shock, como en otro mundo. A los cinco días dije: qué hago ahora. Entonces me acordé que en la Unión vi a una persona que estaba ciega y andaba sola en la calle. Y dije, si ella pudo, yo también voy a poder. Me aferré a eso: si ella pudo, yo voy a poder", recordó, pasando la pelota de una mano a la otra.

Henry Borges dice que eso es lo que necesita un ciego para hacer deporte: confianza en sí mismo. Él la reforzó practicando judo, pero ya la tenía desde antes. Su vista quedó afectada como consecuencia de una meningitis, cuando tenía seis meses de edad. Pese a ello, iba a caballo hasta la escuela rural, en Artigas, donde nació.

"Siempre, desde niño, si me dicen que no puedo hacer algo, tengo que probar y darme cuenta por mí mismo de que no puedo", contó.

En la adolescencia, como se le había diagnosticado, su discapacidad se agravó: ahora sólo ve algo de luces y sombras. Igual hizo el liceo en el Bauzá y comenzó la Licenciatura de Comunicación. No la terminó; ya estaba dedicado al deporte. Es segundo dan de judo (el máximo grado, después de cinturón negro) y clasificó por segunda vez a los Juegos Paralímpicos.

Las banderas que representan con orgullo, poco les han devuelto. Pero su empeño puede asombrar a cualquiera.

Nacional. Marcelo cuenta su historia sin mostrar resentimiento. "El coracero que me disparó, que haga su vida, yo hago la mía. Ya más o menos pasó el tiempo, y hay que seguir. Si te quedás… no existe quedarse".

Después de la agresión, su madre salió en la televisión pidiendo un abogado que la asistiera. El hijo de Monzón, que entonces tenía 10 años, la vio. "Mamá, por favor, este hincha de Nacional…". Ella decidió tomar el caso y fue a buscar a Marcelo al hospital, contó.

Hasta el 21 de febrero del 2005 Marcelo estuvo cumpliendo prisión domiciliaria por el delito de "atentado", por desobedecer a la autoridad, relató su abogada. Al terminar la feria judicial de ese año, el juez le levantó la medida.

El integrante de Coraceros que le disparó fue reconocido mirando las grabaciones de la escena. Aunque su cara estaba tapada por el uniforme, se detectó que era zurdo, y tenía un reloj en la mano izquierda; su nombre era Fernando Fabio Diago. Fue procesado con prisión por lesiones gravísimas, y liberado el 3 de junio de 2005.

A esa altura, Marcelo ya iba solo al centro de rehabilitación para discapacitados visuales Instituto Cachón. Todavía no manejaba bien la técnica del bastón, por lo que tenía una contractura permanente en los hombros, de caminar con miedo a chocarse.

Cuando le invitaron a participar del grupo de deportistas ciegos, contestó: "Cuando pueda andar solo, voy a ir". Dos meses después empezó a practicar torball.

En la rehabilitación conoció a su actual novia. Ahora que, según dice, "tiene tiempo", volvió al liceo. Antes del accidente trabajaba todo el día en un quiosco que, junto al trabajo de limpieza de su madre, era el sustento familiar.

Monzón contó que se pidió ayuda al Club Nacional, para que le diera un empleo al hermano de Marcelo. Pero no recibieron nada. A la audiencia de conciliación (previa al juicio civil, que todavía no se inició), tampoco fueron representantes del club, que aquel día actuaba como locatario.

Sin embargo, Monzón no dejó de ser hincha. "Es como la religión: yo creo en Dios, no en ningún sacerdote. Con esto es igual". Marcelo, tampoco. Sigue yendo a la cancha con su hermano, con un bastón blanco y la radio al lado.

Olímpico. Henry Borges representará a Uruguay en los juegos Paralímpicos de Beijing. Para hacerlo, viaja una hora y media de ida y otra hora y media de vuelta, todas las mañanas y tardes, desde su casa en Las Piedras hasta el Club Náutico de Punta Gorda, donde entrena. Quienes lo ven corriendo en el gimnasio no se dan cuenta de que es ciego.

Cuando tenía nueve años fue a Montevideo a estudiar en la escuela 198, para discapacitados visuales, y ahí comenzó a practicar judo. Al año siguiente el profesor lo llevó a sus clases en el club Náutico, junto a compañeros videntes, y empezó a participar en las competiciones convencionales.

Ahora tiene un largo currículum de medallas, y de sacrificios. Con sus casi 25 años ha sido ocho veces campeón nacional de judo. Como en este arte marcial los contrincantes están en contacto físico, intuye la posición de su oponente por medio del tacto.

En 2003 comenzó a competir internacionalmente en competiciones paralímpicas, en Canadá, clasificando para Atenas 2004, donde ganó el quinto puesto. En el clasificatorio para Beijing, en Francia, quedó en el séptimo puesto. Sin embargo, el año pasado no recibió apoyo del gobierno para participar en el mundial de judo (en San Pablo) y el Panamericano (en Rio de Janeiro, en el que ganó la medalla de plata).

Para sensibilizar sobre su situación llegó a realizar una bicicleteada en tándem con su entrenador, Jorge De León, hasta Artigas, que duró casi una semana. Recibió el apoyo de la gente, pero no rindió sus frutos.

Así que Henry vive con su esposa y su bebé0 de un año, de su pensión por discapacidad. El comité paralímpico uruguayo consiguió un nutricionista que recomendó una dieta para su entrenamiento, pero no tuvieron recursos para financiarla.

Pese a la complejidad de su situación, disfruta todas las tardes, cuando practica judo. Y cuando se le pregunta qué es lo que no ha podido hacer por su discapacidad, contesta: "Dejame pensar… No recuerdo. Creo que cualquier persona, sea discapacitado o no, siempre tiene limitaciones… Pero no sé, no me doy cuenta ahora".

Contando con poco apoyo

El juicio civil por los daños provocados a Marcelo Silva en el partido del 5 de diciembre de 2004 todavía no comenzó. Están citados el Ministerio del Interior, el Club Nacional de Fútbol, la Asociación Uruguaya de Fútbol y la Comisión Administradora del Estadio Centenario, dijo la abogada Zully Monzón. "Uruguay no tiene una política de proyección de atletas de alta competición. No tiene apoyos por becas económicas durante el ciclo olímpico, eso hace que los atletas y entrenadores deban costearse las posibilidades de representar al país en el exterior", se lamentó Jorge De León, entrenador de Henry Borges. "La asistencia a los Paralímpicos está asegurada, pero no todo lo que hay atrás", señaló De León.

La Mutual Uruguaya de Deportistas Ciegos ha intentado conseguir un esponsoreo para apoyar el entrenamiento de Borges. En ese sentido se comunicaron con diversos supermercados para que costearan su alimentación durante este período. No tuvieron éxito en su gestión.

El equipo de la Mutual entrena en el gimnasio de la escuela Sanguinetti, en 8 de Octubre. Su presidente, Sergio Pérez, dijo que han buscado que les presten otras canchas para practicar en forma estable otros deportes, como el fútbol sala, pero por ahora no lo han conseguido.

En su página web, la Mutual agradece el apoyo de algunas empresas para la participación en competencias internacionales: Hípica Rioplatense colaboró con siete pasajes aéreos; la Banca de Quinielas, con equipos deportivos; el Shopping Tres Cruces, con championes; Ancap, con gastos de inscripciones; y empresas de Maldonado contribuyeron con los deportistas del departamento.

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