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Coronavirus: ¿por qué ahora creen que los niños contagian poco?

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Niño escribe coronavirus en un pizarrón. Foto: Reuters.

COVID-19

Ante la presencia del COVID-19 en el país, pediatras dicen que es bueno que los niños salgan y eviten el encierro en sus hogares.

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El caso provocó alarma en la localidad coloniense de Juan Lacaze y llamó la atención en todo el país. A un niño de nueve años le iban a realizar una cirugía traumatológica el pasado 8 de mayo y, cuando le tocó un hisopado de control, dio positivo. El resultado sorprendió porque no había tenido síntomas previos ni posteriores a ese test. Un segundo análisis encargado por la familia esta semana a un laboratorio privado dio negativo. Sin embargo, el niño “aún no está dado de alta”, según dijo a El País la directora departamental de Salud Alejandra Torres, y se le realizará un tercer hisopado en los próximos días.

El Ministerio de Salud Pública (MSP) aún considera como un caso confirmado de COVID-19 al niño de Juan Lacaze, a pesar de ese segundo análisis negativo. De hecho, es uno de los 12 menores de 15 años con test positivo según un informe que el Departamento de Vigilancia en Salud del MSP envió esta semana a la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP). Se trata de ocho niñas y cuatro varones. Todos evolucionaron en forma favorable, ninguno requirió internación. En 10 de esos 12 casos se confirmó que el contagio se produjo en la casa. Los que tuvieron síntomas fueron leves: tos, dolor de garganta y rinorrea. Ni uno tuvo fiebre.

La estadística no sorprende porque en todo el mundo los casos graves de COVID-19 y las muertes en los niños son excepcionales. Según el sitio británico de pediatría Don't Forget The Bubbles, recogido por la agencia AFP, los niños representan cerca del 1% de los casos críticos en el mundo, con “solo un puñado de decesos”.

¿Y por qué entonces el confinamiento drástico de los niños y la suspensión de clases? La primera hipótesis era que contagiaban y con peligro mayor, dado que la mayoría eran asintomáticos o enfermos leves, entonces no se sabía que tenían el virus. Pero ahora parece haber más dudas que certezas e incluso está en entredicho que sean vectores de contagio. Hoy algunos expertos consideran que no está confirmado que contagien.

Uno de los que lo ha dicho con más claridad es el suizo Daniel Koch, jefe de la División de Enfermedades Transmisibles de la Oficina Federal de Salud Pública de su país, quien dijo a fines de abril que los niños “no son vectores” y que la mayoría han sido contagiados por sus padres. También llamó a que regresen los abrazos con los abuelos: “Las personas mayores sufren ya enormemente como para todavía privarlas de abrazar a sus nietos”.

¿Qué opinan los expertos en Uruguay? El pediatra e infectólogo Álvaro Galiana, jefe del Servicio de Infectocontagiosos del Centro Hospitalario Pereira Rossell, dice que hoy se sabe que la mayoría de los niños “son asintomáticos y poco contagiantes, ya sea entre sí como con los adultos con los que conviven, eso es lo que estamos detectando y lo que la bibliografia muestra”.

Una niña con un barbijo en un parque en Wuhan. Foto: Reuters.
Las muertes en los niños por COVID-19 son excepcionales. Foto: Reuters.

El propio Galiana tenía otra idea hace no mucho, cuando el virus se comenzó a expandir por el mundo y llegó a Uruguay. “El problema es que habíamos interpretado que este virus se iba a comportar igual que se han comportado hasta ahora otras infecciones virales respiratorias en los niños” como el influenzavirus, donde los niños son grandes diseminadores y contagian a los adultos. “Con el paso de estos pocos meses, hemos ido aprendiendo que no hay descripciones claras de contagios de adultos por parte de niños”.

-¿Pero podemos afirmar que no contagian?

-No se puede afirmar. Cuando se hacen estudios virológicos, el niño puede tener el coronavirus en su hisopado. Hay autores alemanes que han dicho, ojo, tiene la misma cantidad de virus que un adulto. Pero, porque respiran distinto, tosen distinto o tienen un volumen expiratorio distinto, hay condiciones que no han logrado demostrar una clara transmisión del niño hacia el adulto. Nadie puede asegurar que no sea posible. Pero no se ha visto hasta ahora.

-¿Y por qué razón no contagiarían?

-Una razón es que el receptor viral donde el virus se pega a las células del aparato respiratorio en el adulto tiene una distribución diferente en los niños y no tienen tantos. Es un receptor específico que está en muchas células, en el tubo digestivo, en el aparato respiratorio. Aparentemente hay menos en los niños que en los adultos. Entonces, la cantidad de virus que pueden estar pegados al epitelio serían menos. Hay varias teorías. Pero llevamos poco tiempo.

La pediatra Catalina Pinchak, presidenta de la SUP y profesora agregada de Clínica Pediátrica de la Universidad de la República, es algo más cautelosa que su colega y afirma que los niños sí “son vectores pero no está comprobado que sean vectores tan importantes”. Con el tiempo se puso en duda el grado de contagiosidad, admite Pinchak, pero “nadie sabe con evidencia de qué depende”.

Salidas.

Con una circulación viral que parece ser baja en el país, ¿conviene que los niños salgan más de sus casas? “Eso es lo que se está evaluando ahora”, responde Galiana. “La primera respuesta a la epidemia fue meternos todos para adentro y esperar que pase el vendaval. Pero no hay ninguna perspectiva de que esta epidemia de coronavirus tenga fecha de finalización. No se sabe cuándo terminará y la vacuna no será algo que se resuelva rápido”.

Por eso, el especialista cree que hay que retomar la actividad porque la reclusión de los niños y adolescentes desde el 13 de marzo también tiene efectos en la salud mental. “Ellos no son la población de mayor riesgo y son los que más estamos dañando desde el punto de vista psicológico”, indica Galiana.

La psiquiatra pediátrica Irene García Maggi dice que el encierro tiene un costo afectivo muy grande y dejará trazas para muchos niños. “A algunos les puede costar recuperarse, se incrementan las angustias”, explica. ¿Y qué solución pueden buscar los padres? “Lo más importante es que no haya encierro, dentro de lo posible. Por más que sean muy buenos padres, el niño necesita de ese espacio para dar rienda suelta a sus afectos más instintivos, naturales, propios”, responde García. “Si no tiene un espacio para correr, la agresión contenida genera sintomatología”.

La primera prueba, hasta ahora sorteada con éxito, fue el reinicio de las clases en las escuelas rurales en buena parte del país. Foto: Reuters
El jueves el presidente Luis Lacalle Pou hará anuncios en relación a la vuelta a clases. Foto: Reuters

Pero la pediatra Pinchak advierte que no hay que bajar el grado de control y cuidado, ya que las medidas preventivas siguen vigentes. Pero después admite que es aconsejable que los niños salgan un rato con los adultos, tomen sol y caminen.

¿Pueden ir a una plaza? “En una plaza no se sabe quién se sentó antes y el germen no se muere, sigue vivo", dice Pinchak. Galiana, en cambio, afirma que ir a las plazas “es algo sano para los niños” y con muy bajo riesgo de infectarse en la medida que se eviten las aglomeraciones.

¿Se puede visitar a los abuelos? “En principio no es mayor problema”, dice Galiana, aunque “nadie puede asegurar que el niño no pueda contagiar al abuelo”. El pediatra aconseja usar siempre tapaboca y, a diferencia del experto suizo Koch, evitar los besos y abrazos.

Pinchak dice que todo depende de la edad de los abuelos y de sus enfermedades. Si tienen más de 65 años y enfermedades preexistentes, “es mejor verlos de lejos, a través del vidrio, todavía hay que mantener una distancia física de las personas con mayor riesgo”. Porque el germen sigue circulando ahí afuera, aunque haya pocos infectados por día y el famoso pico no haya llegado.

El ansiado regreso a clases en Primaria

¿Cómo incidirá la tan esperada vuelta a clases en las escuelas, que anunciaría el presidente Luis Lacalle Pou el próximo jueves? Los pediatras entienden que es positiva la medida. Álvaro Galiana dice que “no se puede poner a los niños de rehenes” y en ese sentido no dejarlos ir a la escuela “genera más daño que la propia enfermedad”. Su colega Catalina Pinchak admite que la medida es importante porque el encierro “tiene un impacto negativo y hay un aumento de los trastornos mentales, de la violencia doméstica e inequidades del aprendizaje virtual”. Pero también aclara que hay protocolos sanitarios estrictos a seguir. En la misma línea, la psiquiatra pediátrica Irene García Maggi afirma que la vuelta a clases es muy importante por la afectividad: “Los padres no reemplazan eso. No volver tiene un impacto afectivo”.

El aislamiento, las angustias, los miedos y la irritabilidad hogareña

La psiquiatra pediátrica Irene García Maggi ha seguido las consecuencias que genera el confinamiento, que en el caso de muchas familias lleva ya dos meses. Y dice que para los niños con algún grado de patología, la situación de encierro “desestabiliza y agrega mayor problemática”. En esas familias con patologías o vínculos demasiado dependientes “dejará huellas complejas y traumáticas”.

Pero en el resto de los casos también habrá consecuencias desde el punto de vista de la salud mental si se prolonga el confinamiento. “Todos vamos a pagar un precio caro desde lo emocional y psíquico por el encierro”, dice García Maggi.

Para los niños con edad de ir a la escuela, lo social y el mundo extrafamiliar es de gran importancia. “La ausencia de la posibilidad de salir de lo familiar genera mucha angustia. No solo porque los niños precisan encontrarse con los amigos y jugar, sino porque la escuela permite canalizar los miedos, la agresión necesaria de una forma más tolerable. Si no encuentran salidas, aparecen angustias, miedos e irritabilidad dentro de las casas”, dice la psiquiatra.

¿Y qué pasa con los adolescentes? García está sorprendida. “Me tiene impactada que gran parte de los adolescentes no muestra mayor impacto por el aislamiento. En su mayoría han tolerado bien la situación porque se manejan con las redes sociales y se mantienen en comunicación con sus amigos. No han manifestado gran protesta por el encierro”, dice la psiquiatra.

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