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Lacalle pide "paz" para el próximo gobierno

UNA. Al cerrar la campaña en Montevideo, volvió a hablar de "pacto social"

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PILAR BESADA

El acto de cierre de campaña de Unidad Nacional en Montevideo fue un sobrio homenaje a Artigas. Evitando confrontaciones, Lacalle habló de acuerdos y de paz, aunque con veladas críticas a los sindicatos y al traslado de los restos del prócer.

Quizás por eso de que seguirá "con piloto automático hasta el 28", según declaró esta semana Luis Alberto Lacalle, el acto de cierre de campaña en Montevideo de todas las listas que lo apoyan fue corto, contenido, y con referencias a aspectos en común entre los uruguayos, como la figura de José Artigas. Habló además de "la Patria", de hacer acuerdos, de un pacto social y de buscar "la paz" en el próximo gobierno.

Bajo un amenazante cielo gris que amilanó a muchos, los seguidores de Lacalle se reunieron en Plaza Independencia portando numerosas banderas de las diferentes listas de Unidad Nacional. Al comienzo del acto, un grupo de jóvenes colocó un Pabellón Nacional de claveles frente al monumento de Artigas, y luego la multitud entonó el Himno Nacional de cara al prócer. Además de Lacalle, estaban presentes los legisladores Jaime Trobo, Gustavo Penadés, Gustavo Borsari, Luis Alberto Heber, Francisco Gallinal, Luis Lacalle Pou y Pablo Abdala, entre otros, y el intendente de Durazno, Carmelo Vidalín.

Al comienzo del discurso, el líder nacionalista le dirigió un saludo "a los otros compañeros" del Partido Nacional, así como a "los demás orientales" que participarán en las internas del Frente Amplio, del Partido Independiente y del Partido Colorado. Pero el primer aplauso que arrancó del público surgió cuando se refirió a los restos de Artigas. "El centro del ser nacional está aquí en este mausoleo y en este monumento, y aquí deberá permanecer", dijo el precandidato entre vítores, en un claro rechazo a la iniciativa del presidente Tabaré Vázquez de trasladar los restos del prócer al Edificio Independencia.

En alusión al anuncio de Vázquez de declarar el año 1811 como "Año del Bicentenario del Proceso de Emancipación y Autodeterminación", Lacalle destacó que, si llega a ser presidente, durante el próximo período se recordará en 2011 "el inicio de la Revolución Oriental", pero también, en 2013, se conmemorarán los 200 años de las Instrucciones de 1813, "la más alta expresión de sabiduría política de toda América", y en 2015, el Reglamento de Tierras, "que organizó con sentido de justicia la sociedad rural de entonces".

puentes. El precandidato advirtió que estos comicios tendrán un componente que ninguno tuvo hasta ahora, el hecho de que "todos" habrán ejercido el poder. "Y si algo tiene que volver más humilde al dirigente político y a los partidos es la experiencia de gobierno", dijo Lacalle. "Sea cual sea el resultado, espero que todos tengamos la humildad de hacer acuerdos políticos", y reiteró el llamado a un "pacto social por encima de las jerarquías políticas", entre los diferentes actores de la sociedad, al menos durante los tres primeros años del próximo gobierno. Afirmó que este "pacto" debe incorporar a "todas las organizaciones de buena voluntad" de la sociedad, y confió en que el mensaje "será comprendido por la enorme mayoría de los orientales".

críticas. En una clara alusión a los grupos de presión sindicales, Lacalle enfatizó, recordando la frase artiguista de que la autoridad emana de la población, que el único poder legitimado por la población es "el poder político".

"Los diputados, senadores, el presidente de la República, los ediles e intendentes, son los únicos que pueden esgrimir una legitimidad que nadie más puede igualar", sentenció el precandidato.

Por otro lado, también al referirse al ideario artiguista, fustigó la pertenencia de Uruguay al Parlasur. Dijo que, al no haberse llevado a cabo el proyecto artiguista de gran nación sudamericana, "nunca más después pudo ni podrá hablarse de Patria Grande, porque no la hay, hay solo Patria que es el Uruguay", sentenció Lacalle. En este sentido, declaró que "no hay proyecto político en el cual el Uruguay pueda o deba integrarse, sino en la más absoluta y total independencia respecto de cualquier país, los vecinos o los no vecinos", y a la vez criticó "la subordinación a organismos políticos internacionales en los que somos minoría de minorías".

Lacalle concluyó diciendo que, si llegara a ejercer la Presidencia de la República, no será "para repetir lo hecho", sino para "tener imaginación, creatividad, fuerza para el siglo XXI".

Frases de cierre de camapaña

Sobre el traslado de los restos de Artigas: "El centro del ser nacional está aquí en este mausoleo y en este monumento y aquí deberá permanecer".

Sobre el pacto social: "Si para que ello sea posible hace falta algún legítimo y normal renunciamiento, lo ofrecemos; si hay que dar el primer paso y a nosotros nos corresponde, lo daremos; si hay que tender una mano, la vamos a tender de nuevo; porque necesitamos un año, 10, 11 y 12, por lo menos, de concordia, de realizaciones, de empleo, de orden, de políticas sociales efectivas y de mayor igualdad de oportunidades".

"Las discrepancias en la campaña para las elecciones de octubre, pueden ser fuertes, diría que radicales, porque los modelos que pondremos delante de la población son lo suficientemente distintos como para que sean marcados con trazos gruesos".

"El nacionalismo oriental no admite vinculación política alguna, y menos subordinación a organismos políticos internacionales en los que somos minoría de minorías, como el malogrado parlamento del Mercosur. No queremos ninguna relación que no sea de igualdad y de amistad".

"Gobernar es hacer todos los días apasionadamente, golpeando contra la realidad, tratando de dirigirla y orientarla, respetándola, porque la realidad es más fuerte que los hombres, pero si no se la quiere cambiar no existe la verdadera vocación de gobernar".

Un líder "duro de matar"

Sebastián Cabrera

El pánico ganó a los pasajeros del viejo Hércules C-130 cuando se abrió una parte del techo y el avión empezó a caer. Corría enero de 1995 y una expedición a la base uruguaya de la Antártida casi se convierte en tragedia. Todavía presidente, Luis Alberto Lacalle compartía el vuelo con el ministro de Educación Antonio Mercader, el embajador de Estados Unidos Thomas Dodd y un joven intendente de Pay-sandú llamado Jorge Larrañaga.

Casi en el fin del mundo, el avión se despresurizó y el piloto emprendió el regreso a la base de Punta Arenas, Chile.

El edecán le pidió al presidente un mensaje de tranquilidad: Lacalle salió de la cabina donde estaba, miró a los 40 militares que también iban en el avión, hizo la señal de la victoria y gritó: "El Fénix no baja, el Fénix no baja". La historia tuvo final feliz.

Lacalle suele describirse a sí mismo como "duro de matar", como la saga de Bruce Willis. Razones no le faltan, ya que ha tenido accidentes en momentos clave de su vida. Los tupamaros pusieron una bomba en la puerta de la casa de su madre en los primeros años 70 y a fines de esa década recibió una botella de vino envenenado. En los años 90 un caballo se le desbocó; otra vez quedó pegado a una lámpara y Julia Pou lo salvó. El último incidente, el de la bandeja y la escalera, es conocido y obligó a Lacalle a recorrer el país de bastones y con una férula en la pierna.

Pero también ha sido duro de matar a nivel político. Hace un año los herreristas pensaban que, con suerte, podrían elegir el compañero de fórmula de Larrañaga y ahora Lacalle es favorito en la interna. El ex presidente -Cuqui para amigos y adversarios- se reinventó, actualizó su imagen y propuestas.

Nadie pone en duda su perseverancia. Su mujer cuenta que, a los pocos meses de conocerlo, Lacalle le dijo que quería ser presidente. "Le creí y me casé con él", le contó Pou a George Bush padre.

Ita Heber, secretaria de la bancada y sobrina segunda de Lacalle, recuerda que más de una vez sus tíos y su padre comentaron con preocupación: "Este muchacho quiere ser todo y no va a ser nada. Quiere ser político, productor rural, abogado, escritor. Qué disgusto le va a dar a María Hortensia (la madre)". Y, sin embargo, cumplió cada una de esas metas.

Muy creyente y familiero, Lacalle (67 años) también es ansioso y temperamental. Su entorno lo define como "un trabajador incansable", una "máquina de pensar", pasional y carismático. Sus críticos dentro del Partido insinúan que, más que amigos, Lacalle tiene "socios ocasionales de ruta".

Y dicen que a veces sufre cambios de humor o se irrita con facilidad. "Todo eso es producto de una ansiedad desmedida, pero también de una generosidad desmedida", reflexionó un dirigente lacallista.

Larrañaga ha dicho que el ex presidente "es de derecha"; la izquierda y el Pit-Cnt admiten que es el objetivo a vencer. Hizo su primera campaña en 1958 con su abuelo, el caudillo blanco Luis Alberto de Herrera. Llegó a lo más alto y también cayó, se volvió a levantar y recuperó su vigencia. Es la historia de un líder duro de matar.

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