Aunque hace 54 días que Fripur dejó de producir, el olor a pescado y el frío aún laten en la fábrica. El hondo silencio, sin embargo, recuerda que los años dorados quedaron atrás, muy atrás.

El comedor es el único lugar en el que aún hay vida. Allí los trabajadores mantienen su olla popular entre estanterías desbordadas de comida, que recibieron como donación, y banderas de distintos gremios.

Es viernes y son las 15 horas. En la fábrica hay unas 20 personas, aunque van y vienen constantemente. Algunos trabajadores organizan en el medio del comedor la venta de pescado frito para un acto del Partido Comunista, otros toman mate y actualizan las últimas noticias que se rumorean sobre un grupo inversor español-libanés, los únicos que han visitado la planta hasta ahora y han mantenido reuniones con el gobierno.

Actualmente son unos 19 los trabajadores que aún son empleados de la fábrica, aunque se incorporarán nueve más para acomodar mercadería prendada que, para que no se eche a perder, la Justicia habilitó al Banco República (BROU) a "colocar en algunos mercados".

Los trabajadores dicen que están "a la espera" y son conscientes que permanecerán en ese estado 59 días más. Es que ese es el plazo legal para concretar la venta en bloque de la firma, que vence el 10 de diciembre.

El sindicato de Fripur prepara una propuesta para participar de la licitación porque no le tiene "ninguna confianza a que vengan inversores" que se interesen por todo el paquete. Y si vinieran, tampoco estarían tranquilos. Se miran permanentemente en el espejo de los exfuncionarios de Pluna y temen que en la licitación aparezca un testaferro "que se quede con esto sin pagar las deudas y que no acepte a los trabajadores".

"Es importante también qué durabilidad va a tener porque si en un año estamos en la misma situación no tiene mucho sentido", explicó a El País el delegado del Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines de Fripur, José Umpiérrez.

La idea de los trabajadores es armar una cooperativa y asociarse con el Banco República, el mayor acreedor: el grupo Fripur le debe US$ 59 millones, el 65% corresponden a Fripur S.A.

"Tenemos que demostrarle al banco que puede recuperar gran parte de lo que se le debe haciendo funcionar la empresa", afirma Umpiérrez y explica que si se queda con el paquete un tercero, el banco recibiría el 60% porque el 40% restante se reparte entre los acreedores y los empleados.

"Nosotros pondríamos como garantía nuestros créditos laborales. Trabajaríamos en una cogestión público-privada", agregó Umpiérrez, que llevaba 28 años en la firma desempeñándose como maquinista.

El gremio dice que necesitan una inyección inicial de unos US$ 100.000 para poner a funcionar los barcos y la planta. Estiman que en un año ya podrían sacar ganancias. Y otra vez se vuelven a mirar en el espejo de los extrabajadores de Pluna. Advierten que su situación es distinta. "Sabemos lo que precisamos y lo que vamos a generar. Tenemos seguridad del mercado", asegura con entusiasmo otra dirigente.

Umpiérrez cuenta que el proyecto del gremio está enfocado en el mercado externo como en el interno, donde dicen que los precios del pescado deben bajar para que sea accesible a todos los uruguayos.

En el exterior, en tanto, saben que con el Estado de aliado, todo será más fácil.

"Hay posibilidades de abrir otros mercados porque solo se necesita mover un poco lo político y diplomático", dice.

Los trabajadores gestionan una reunión con el BROU para presentarle la propuesta. Aunque todavía no han tenido contacto con nadie de la institución, saben por la Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) que las autoridades están dispuestas a recibirlos y evaluar su propuesta. "Nosotros tenemos esperanzas de que salga. Sería algo groso", agrega otro trabajador.

Antes de que Fripur dejara de producir, la pesca ya pendía de un hilo que se vuelve cada vez más fino después del 18 de agosto, cuando el gigante del mar uruguayo dejó de funcionar.

Unos 8.000 trabajadores de la pesca industrial y casi 5.000 artesanales están en vilo por la baja de capturas de peces (40% en dos años). El panorama es negro desde hace varios meses, tanto que en la proclama del pasado 1º de mayo del Pit-Cnt la central advirtió: "Hay que prestar especial atención al sector pesquero".

Los trabajadores de Fripur dicen que desde que la fábrica cerró "toda la pesca se vino más abajo". "Hay 5.500 pescadores artesanales que tienen problemas para colocar su pesca y pasan sacrificio para encontrar una cámara donde mantener el producto", afirmó Umpiérrez.

Por eso los trabajadores de Fripur insisten en que la fábrica tiene que reabrir y en su proyecto manejan retomar la producción con merluza y cangrejo que, según el gremio, deja muy buena ganancia —"en los buenos años en cuatro meses se cubrían los costos de todo el año", contó Umpiérrez—, para después ampliar la cadena productiva, pescar otras especies, producir enlatados y aprovechar "al máximo" toda la materia prima.

La vigilia seguirá en Rondeau 2260 durante varios días más, pero ya sin lágrimas ni bronca, solo el deseo de que el silencio se transforme en ruido, y las máquinas vuelvan a girar en la planta de Fripur.

El futuro de la industria pesquera uruguaya