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El "Uber" del cuidado infantil atrae a los bolsillos de Silicon Valley

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Mujer cuidando niños.

NEGOCIOS

Otter conecta a padres que necesitan salir a trabajar con otros que cuidan a sus niños en su casa a cambio de un jornal; inversores vuelcan sus millones en la app y ven potencial de negocio

Mujer cuidando niños.
Mujer cuidando niños.

Era una nueva opción atractiva para el cuidado infantil en la pandemia, y casi exasperantemente simple: ¿Qué pasaría si los padres que se quedan en casa cuidaran a los hijos de los padres que tenían que trabajar?

A Helen Mayer (26), una empresaria que vivía en Boston en ese momento, se le ocurrió la idea luego de tener que cerrar su empresa enfocada en la universidad al inicio de la crisis sanitaria, uniéndose a los millones de mujeres expulsadas de la fuerza laboral. De la noche a la mañana, se convirtió en madre y ama de casa de sus gemelos pequeños.

Mientras buscaba trabajo, Mayer se sentía cada vez más frustrada por la falta de opciones asequibles de cuidado infantil de calidad. Cuando vio las versiones de su historia en todo el país, comenzó a «realmente enojarse», señaló.

Aprovechando su indignación, Mayer se convirtió en una especie de casamentera: a fines de 2020, había ayudado a 400 familias a encontrar cuidado infantil al vincularlos con amas de casa cercanas que podían brindarlo. Llamó al servicio Otter (el animal favorito de su madre) y pronto atrajo el tipo de atención de los inversionistas que ha sido raro en una startup enfocada en el cuidado de niños y más raro aún en los emprendimientos dirigidas por mujeres fundadoras.

Después de que un grupo de inversionistas ángeles le diera US$ 300.000 para comenzar, Andreessen Horowitz, conocido por apoyar a gigantes como Facebook y Airbnb, le dio más de US$ 4 millones. En julio de 2021, Sequoia Capital, otra poderosa firma de capital de riesgo, recaudó US$ 23 millones para Otter. Este año, la startup se expandió a dos ciudades.

A medida que las posibilidades de que el Congreso o la Casa Blanca aborden las crecientes dificultades de los padres para encontrar (y costear) el cuidado infantil se vuelven cada vez más escasas, los inversores empiezan a ver una gran oportunidad en el sector. Las empresas de tecnología parental apoyadas con fondos de capital de riesgo atrajeron alrededor de US$ 1.400 millones en 2021, según la firma de investigación de capital de riesgo PitchBook, un total mucho más alto que los cuatro años anteriores combinados.

Pero algunos son más escépticos ante las intervenciones de Silicon Valley. Además, ¿esta plataforma no se basa en una premisa antigua: dejar a los niños con los vecinos?

Silicon Valley
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«Muchas personas, cuando se enteran por primera vez, preguntan: 'Espera, ¿esto no se ha hecho antes?'», dijo Mayer. «Para mí, eso es un indicador de que están emocionados».

Conocer al usuario

Al principio, Mayer vio cierta vacilación entre los inversores potenciales al pitchear sobre Otter. ¿Cómo, se preguntarían, pueden los padres confiar en un extraño sin licencia ni capacitación? Establecer confianza y responsabilidad es parte de la razón por la que cada estado tiene regulaciones estrictas sobre quién debe cuidar a los niños y dónde. En Massachusetts, por ejemplo, una persona necesitaría un permiso para que le paguen por cuidar de un solo niño en su hogar. En Nueva York, las leyes sobre el cuidado infantil en el hogar entran en vigor después de tres o más niños.

Debido al mosaico de regulaciones, Mayer reconoció que Otter no era un servicio que pudiera implementarse rápidamente en todos los estados y dijo que, por lo tanto, la compañía estaba «enfocada en expandirse donde este tipo de cuidado es posible».

Después de una breve pausa para ponerse al día con el ritmo de crecimiento de la compañía, Otter se relanzó a fines de mayo en San Francisco, donde ahora vive Mayer, y Santa Clarita, con 15 empleados y alrededor de US$ 27 millones en capital de riesgo. En los tres meses transcurridos desde entonces, cerca de 250 padres se han inscrito y unas 12.000 personas han pedido que se les notifique cuándo se introducirá Otter cerca de ellos.

Otter se relanzó en mayo con 15 empleados y fondos por US$ 27 millones en capital de riesgo

El proceso de emparejamiento de la plataforma se ha simplificado a través de su sitio: la incorporación, ya sea un cliente o un cuidador, se realiza en pocos clics, y Otter guía al usuario a través de un cuestionario de estilos de crianza, recopila información médica de los niños y verifica a los usuarios escaneando una identificación emitida por el gobierno.

Un algoritmo propone coincidencias potenciales una vez que se completan esos pasos, pero los emparejamientos finales son realizados por humanos, aseguró Mayer.

Uno de los objetivos de la plataforma es aliviar la carga de los cuidadores para navegar por las regulaciones de sus estados y de los padres para buscar, evaluar, entrevistar y programar su propia ayuda, apuntó Jess Lee, socio de Sequoia Capital.

«Ahora que podemos llamar a un Uber, ¿qué pasaría si pudiera hacer eso y obtener cuidado de niños con alguien en quien confío en mi vecindario, de inmediato?», planteó Lee.

Sector precario

«Ser el ‘Uber de’» es un pitch familiar para startups que buscan abrir camino en nuevas industrias. También es música para los oídos de los inversores en Silicon Valley, dijo Alexandrea Ravenelle, profesora de sociología en la Universidad de Carolina del Norte, y autora de Hustle and Gig: Struggling and Surviving in the Sharing Economy.

En Otter, como en Care.com, otro servicio de cuidado infantil, cada cuidador es un contratista que puede determinar cuánto cobrar. La compañía gana dinero a través de tarifas de servicio (15% en Otter) por transacción. Mayer dijo que su empresa también cuenta con protecciones para el cuidador si un padre cancela, incluido el pago a quien presta el servicio.

Claudia Goldin, economista laboral de Harvard cuya investigación ayudó a inspirar a Mayer, dijo que parte del «genio» de Otter era que estaba «despertando» a una nueva población de trabajadores (padres que se quedan en casa, en su mayoría madres) al valor de los cuidados no remunerados e infravalorados que realizan. Firmas como Otter también podrían expandir el grupo de trabajo, dijo Goldin, de modo similar a Rover.com, donde las personas pueden contratar cuidadores de mascotas y paseadores cercanos, o Etsy, donde artistas y artesanos independientes venden sus productos.

Pero aplicar el modelo de economía compartida a la industria del cuidado infantil corre el riesgo de «simplificar demasiado» sus problemas y podría desestabilizar más un sector en el que a los trabajadores se les ha pagado durante mucho tiempo salarios bajos con pocas oportunidades de desarrollo profesional, opinó Nicole Jorwic, directora de abogacía en Caring Across Generations, una organización dedicada a la economía del cuidado.

La precariedad del sector provocó un éxodo de talento durante la pandemia. El empleo en la industria del cuidado infantil está un 8% por debajo de los niveles previos al covid, según un análisis de Wells Fargo. Algunos trabajadores han visto crecer su pago, pero «aún puede ir y trabajar en Costco, Taco Bell o cualquier otro lugar y ganar más», cerró Jorwic.

Encuestas dieron pie al negocio

Mujer cuidando niños.
Mujer cuidando niños.

En sus primeras fases, Otter no fue tanto un intento de resolver los problemas de la industria del cuidado infantil como una forma de que los padres solucionaran los suyos. Una tarde, mientras sus hijos dormían la siesta, Mayer se topó con un grupo de Facebook de padres en Nueva York que discutían cómo coordinar los intercambios de cuidado infantil, y decidió ayudar. Creó encuestas para que los padres determinaran las reglas de covid-19 y el estilo de crianza de cada hogar, preguntando, por ejemplo, con qué frecuencia permitirían que sus hijos «participen en las normas familiares». Mayer usaría esos datos para hacer coincidir los hogares cercanos cuyas respuestas estaban alineadas; luego saltaba a los calendarios digitales de cada familia, buscaba espacios abiertos y programaba las entregas y recogidas.

Inicialmente, no se pagaba a ninguno de los padres en los intercambios. Pero cuando introdujo el concepto de pago, la cantidad de horas que los padres que trabajaban dejaban a sus hijos con los padres que se quedaban en casa aumentó, dijo Mayer. Solo por el boca a boca, más familias se inscribían para ser emparejadas. La única semana en que las inscripciones se mantuvieron estables, aseguró la emprendedora, fue a mediados de enero de 2021, cuando se mudó de Boston a Nueva York. A finales de ese mes, había hecho 1.000 coincidencias.

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