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Ocho casos que reflejan el boom de inversión en restaurantes en la costa canaria

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Verne

INFORME

Crecen los establecimientos gastronómicos entre Puente Carrasco y Arroyo Pando; la oferta potencia los espacios abiertos y verdes como ventaja competitiva e incluye menús de calidad

«No hace falta ir a Montevideo para divertirse». «Cada vez tenemos una oferta gastronómica más variada». «Acá tenemos un circuito propio de gran calidad». Estas son algunas frases que describen el fenómeno gastronómico que crece desde Ciudad de la Costa y se extiende incluso hasta Atlántida.

La movida crece cada año y, en épocas de distanciamiento físico, los restaurantes ubicados más allá del Puente Carrasco no solo ofrecen buenas propuestas culinarias, sino que tienen una ventaja competitiva en sus generosos jardines, espacios abiertos y, en algunos casos, también vista al río.

Este fin de semana, Nómade se sumará oficialmente a El Arroyo, Arenas de Solymar, Buffet Jureré y La Dorada; los cinco paradores que la Intendencia de Canelones (IC) habilitó en Ciudad de la Costa. También sobre la franja costera está Tsunami Restó, en Marindia. Sin embargo, los establecimientos de cara al río lejos están de ser los únicos. Según datos proporcionados por Horacio Yanes, director de Desarrollo Económico de la IC, el listado de empresas del ramo gastronómico supera las 70 y «para este año se prevé la instalación de algún emprendimiento más».

La cercanía con Montevideo es clave para atraer visitas, pero también para que los vecinos tengan propuestas atractivas. «Se armó un circuito entre las cervecerías de acá y no se necesita ir a Montevideo», acota Leonardo Necchi, director de Volcánica. Se refiere a El jardín cervecero y El Galpón, cervecería y fernetería.

Más que salir a comer afuera, ir a Ciudad de la Costa «se transformó en un paseo». Diego Cáceres, uno de los responsables de un restaurante pionero en El Pinar, asegura: «La gente sale a recorrer y llega a nosotros por el boca a boca».

Nómade

Nómade
Nómade

El recién llegado a la zona, está en rambla Costanera esquina Bullrich (Lagomar). Con una inversión de US$ 200.000 para recuperar un sitio que estaba en ruinas, Nómade abrirá este fin de semana. La intendencia canaria otorgó por 10 años la concesión a una sociedad con experiencia en gastronomía que ofrecerá tragos de autor, cervezas artesanales y platos «que cuidan cada producto». El ojo de bife con papas dominó y la picada Nómade son los recomendados de Martín De Horta, director y RR.PP. del lugar, con un ticket promedio que rondará los $ 750. Además de espacios al aire libre, Nómade tendrá piscina y estacionamiento propio.
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Verne restaurante

Verne Restaurante
Verne Restaurante. Foto: Difusión.

El 5 de marzo Verne abrió las puertas y las cerró el viernes 13. Creado por Patricia Cuevas, Martín y Nicolás Campbell y Rodrigo Flores, el local reabrió el 23 de mayo y atrae a vecinos y foráneos con su cocina y coctelería. «Creamos el lugar que queríamos visitar», dice Cuevas, quien remodeló su vivienda familiar para dar paso al espacio gastronómico que está en Rambla Costanera esquina Río Dulce (Parque Carrasco). Con una inversión cercana a US$ 250.000, Verne recibe hoy con un imponente jardín y trabaja dándole relevancia a los productos de estación, incluidos los de su huerto, que se lucen en su carta de tragos.

Volcánica

Volcánica
Volcánica. Foto: Difusión.

En Rambla Costanera y Colombia (Shangrilá), Volcánica cuenta con un patio de más de 1.000 m2, ambientado con fogones y hamacas paraguayas. La casa apuesta a la cerveza artesanal, que puede acompañarse con pizzas, pollo frito, panchos, picadas y hamburguesas

($ 600 de ticket promedio). «Nuestras porciones son generosas y de calidad», remarca Leonardo Necchi, quien dirige el establecimiento con Luis Manuel Campelo. «Trabajamos mejor este invierno que el de 2019. Se formó un circuito en la zona y la gente no precisa ir a Montevideo para salir, se queda en la zona porque aumentó la propuesta local», dice Necchi.

El Gran Pez

El Gran Pez
El Gran Pez. Foto: Difusión.

Martina, Juan y Luis Caubarrere están al frente de uno de los decanos de El Pinar y llevan invertidos unos US$ 150.000 en distintas etapas: construcción del salón, depósito, baños, alero, deck. El Gran Pez, reducto gastronómico ubicado en San Ramón, entre Santa Paula y Santa Rosa, cumple 15 años y ganó fama gracias a la calidad de su propuesta. Una carta corta privilegia los productos de calidad, como los chipirones y la pesca local (en especial la corvina fresca). Durante seis meses trabajaron solo con delivery y reabrieron este mes. El amplio patio de la casa puede albergar hasta 80 comensales. El ticket promedio va de $ 1.000 y $ 1.500.

El arroyo

El Arroyo
El Arroyo. Foto: Difusión.

A escasos metros de Burdeos, un clásico de El Pinar, se instaló Parador El arroyo. El lugar condimenta su privilegiada vista con una gastronomía tan simple como rica. Entraña fina, camarones al ajillo, pizzas, papas bravas, wrap de pollo o vegetariano, son algunas de las preparaciones de su carta que pueden maridarse con cervezas artesanales. El ticket promedio de un «plato contundente» y una pinta ronda los $ 600. Liderado por dos matrimonios amigos, el parador demandó una inversión que superó los US$ 100.000 y se realizó con materiales nobles que juegan con la vista y contribuyen al mantenimiento del Arroyo Pando sin afectarlo.

Arazá Restó

Arazá Restó
Arazá Restó. Foto: Difusión.

En Colombia esquina Costanera (El Pinar), Arazá se destaca por sus preparaciones, su atención y porque permanece abierto todo el año. Diego Cáceres trabaja allí con su familia: Ana Laura, Abril, Antü y Bárbara. «Acá es todo bien simple, sencillo. Tenemos una carta con pastas, risottos, carne y pescado; la corvina rubia grillada es lo más pedido», cuenta. En sus comienzos, la iniciativa (cuyo ticket promedio ronda los $ 900) convivió con la casa familiar, pero creció y los invitó a mudarse. «Hoy hay un polo gastronómico que pasa el Arroyo Pando», remarca. «Se puede venir, comer rico, tomar aire; la gente se lo toma como un paseo», concluye.

Ladran Sancho

Ladran Sancho
Ladran Sancho. Foto: Difusión.

Un contenedor sobre un deck volado, un jardín de revista y la atención y dedicación de sus propios dueños es el sello de Ladran Sancho, en El Pinar. Liderado por el chef Nacho Irazoqui y Matilde Pazos, el emprendimiento pone énfasis en respetar las materias primas disponibles. Pescados de temporada, tapas y buenas carnes son parte de la carta (cuyo ticket promedio es de $ 1.000). «El éxito de este circuito es que los creadores de cada lugar estamos siempre», dice Irazoqui. «Puse cada tornillo que está acá, hice el deck a mano», resume. Eso, y ser dueño del predio, le permitió acotar la inversión a US$ 20.000, señala.

Tsunami Restó
Tsunami Restó. Foto: Difusión.
Más allá del Arroyo

Tsunami Restó

En plan de descubrir propuestas gastronómicas, vale estirar un poco el viaje y llegar hasta Marindia. Sobre la franja costera está Tsunami Restó. Con cocina internacional, el lugar fue pionero en ofrecer sushi, además de carne, pescados y pastas. Un destacado del restaurante que dirige Diego Rivas son los risottos. Los cócteles de autor son otro clásico de la casa, que solo ofrece vinos de la Bodega Bracco Bosca. «Apostamos a los proveedores locales y de nuestra zona», dice Rivas. El establecimiento, una concesión de cinco años que demandó unos US$ 150.000 en su construcción, permite instalar a unos 50 comensales.

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