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Reconocimiento implícito

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DGI: encuesta da que 80 % de uruguayos está dispuesto a pagar tributos. Foto: A. Colmegna
Direccion General Impositiva, DGI , fachada , calle F. Crespo y Colonia, foto Ariel Colmegna, Archivo El Pais, nd 20140820 - Archivo El Pais
Archivo El Pais

Desde esta columna he venido sosteniendo que el aumento de los impuestos a las rentas ha llevado las tasas efectivas, medias y marginales, a niveles muy elevados, insostenibles para una economía de ingresos medio como la nuestra.

Cuando se comparan dichas tasas efectivas con las de países desarrollados las nuestras suelen terminar siendo más altas, ni que decir si se toma el ingreso en términos relativos al ingreso medio, cuyo proxy es el PIB per cápita, donde perdemos 5 a 0.

También he reiterado que las tasas legales suelen decir muy poco porque en la forma de cálculo del impuesto y las deducciones que se admiten se juega el partido de la tasa efectiva. Así, en el IRPF, mínimos no imponibles bastante más altos, deducciones mucho más acordes con los reales gastos que enfrentan las familias y la consideración del ingreso neto de deducciones, son 3 elementos claves a la hora del cálculo real. Por último y no menos importante, son los servicios que el habitante recibe a cambio de su contribución al erario público. Por su parte, en el impuesto a la renta de las empresas la situación, en términos generales, no es diferente. A la tasa legal se le suman una serie de gastos que no se permiten deducir, al menos plenamente, el impuesto al patrimonio —económicamente un adicional ciego al IRAE— y ahora el cobro de impuesto sobre utilidades ficticias con la eliminación del ajuste por inflación.

Dado lo anterior, no es infrecuente observar a nivel de empresas tasas efectivas de IRAE superiores al 40-45%, lo cual constituye un enorme incentivo en contra de la inversión. Algo similar pasa con las tasas marginales del IRPF donde constantemente las empresas enfrentan situaciones donde el personal desestima hacer horas extras bajo el argumento, —correcto—, "el Estado se me queda con la mitad de lo que gano".

Decretos.

Una situación como la descrita hace que, a nivel de personas físicas, se estimule el éxodo de buena parte de las mejor preparadas, no muchas por cierto en Uruguay en función de nuestra poca población, la baja tasa de natalidad y decepcionantes porcentajes de acceso a la educación terciaria. Seguramente los lectores conocerán múltiples casos en los últimos dos a tres años. Con determinada preparación, afuera se gana más "en el bolsillo", aunque muchas veces el salario nominal no sea tan distinto. Esto, combinado con mercados que brindan más oportunidades de progreso, el acortamiento de las distancias vía telecomunicaciones y el abaratamiento del costo de transporte, constituye un cóctel complejo para el país. Por su parte, a nivel de empresas, tener tasas finales de impuesto sobre la renta superiores al 40%, de las que ya no quedan en el mundo, disminuye el volumen de inversión hasta el punto en que la escasez de éstas eleva la tasa de retorno para que arbitre con la competencia internacional. Esto es así a mediano plazo para todo el mundo, pero a corto sólo para las empresas grandes. A corto plazo los chicos y medianos no tienen escapatoria, deben pagar porque de eso viven, cada vez peor.

Tan es así que a inicios de octubre el PE emitió un par de decretos al amparo de la, en su momento, denostada ley de inversiones, donde establece exoneraciones extraordinarias para ciertas grandes inversiones, inalcanzables para el común de las empresas uruguayas. Así se exonera del 20% IRAE a los emprendimientos de construcción y venta de inmuebles si la inversión si el monto del proyecto supera los US$ 15 millones, si éste superara los 15 y fuera inferior a US$ 35 la exoneración es del 25% y alcanza el 30% si aquél supera los US$ 35 millones. A su vez se exonera de Impuesto al Patrimonio por 8 a 10 años, según el caso. Un segundo decreto amplía el plazo de exoneración del 90% del IRAE a ciertas actividades de 5 a 10 años, e incorpora otras dentro de los beneficiados. El decreto original, de setiembre 2014 está hecho para empresas de gran porte, básicamente multinacionales.

Por último y, para los empleados jerárquicos de estas empresas, existe una especie de Tax Holiday donde quienes vienen del exterior pueden optar por ser No Residentes por 5 años y, entre otras cosas, no tributar sobre el retorno de sus activos financieros en el exterior.

No reniego de la ley de inversiones que constituye una buena herramienta, pero su uso debe ser parejo para todos o, al menos, mucho más equitativo que el actual donde a las medias y pequeñas inversiones no les conviene ingresar al régimen por los costos asociados y la reducción de beneficios y, en las grandes, los beneficios se multiplican. Es el reconocimiento tácito que es casi imposible invertir en Uruguay sin grandes beneficios fiscales.

Race to the bottom.

Por fuera de lo anterior lo interesante es ver las tendencias mundiales al respecto. Por más que la OCDE ahora se dedique, con un cinismo sin par, a aplastar países pequeños, "convenciéndolos" que la causa de todos sus males es que la gente no paga impuestos, y por ende la solución es perseguir gente, la realidad nos dice que la carrera de reducciones impositivas, que comenzó en los ´80 está recrudeciendo con el anuncio de Gran Bretaña y ahora de Estados Unidos. A ello se sumarán otras jurisdicciones porque, entre otras cosas, Europa no creo que contemple de manera pasiva las cosas y repita el error de los 80-90 donde, en especial Estados Unidos, literalmente "la descremó" de una parte importante de su capital humano. Ante ello nosotros vamos a contramano del mundo y nuestros intereses como país pequeño.

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DGI: encuesta da que 80 % de uruguayos está dispuesto a pagar tributos. Foto: A. Colmegna

ISAAC ALFIE

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