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Las tres claves para enfocar el 2022

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Marcos Soto posa con el libro Execution. Foto: Leonardo Mainé.

OPINIÓN

Incertidumbre causada por el covid-19, inflación elevada con riesgo de aumento de las tasas de interés de referencia y altos niveles de deuda aparecen este año.

Ya se ha evaporado algo más del 10% del año, y empieza a mostrar sus cartas. Varios de los escenarios que comenzamos a atravesar son parte de lo previsto, con mayor o menor acento, están dentro de lo que se espera, y otros, que van surgiendo como prueba irrefutable de que la vida es, en esencia, incertidumbre.

No son pocas las veces en las que se sobredimensiona el trabajo de los analistas, sus opiniones y publicaciones. Nótese que cada vez más hablamos de expectativas en lugar de proyecciones.

La expectativa es la posibilidad razonable de que un acontecimiento suceda. En cambio, conceptualmente proyectar (del latín proiectio) implica hacer visible una realidad constatada.

Cuando hablamos de expectativas debería quedar meridianamente claro, que allí se incluyen los resultados de modelos, análisis de datos, y la visión de quien concluye, pero no certezas absolutas.

En ese marco, creo oportuno destacar tres rasgos distintivos que posiblemente caractericen a este 2022 en materia económica global.

Niveles de incertidumbre

Son provocados por el persistente covid-19 y sus constantes mutaciones. No tenemos a ciencia cierta una fecha final para la pandemia. No termina por decreto.

Claro que la capacidad de dañarnos ha ido cambiando, y la vacunación opera como moderador natural del miedo. Esta amenaza latente, pone a prueba la recuperación económica global, incluyendo la de Uruguay.

La ola actual está afectando a la oferta. Es difícil encontrar perturbaciones económicas que provengan desde la oferta. Contagios masivos vienen provocando, ausentismos masivos. No se produce en los niveles previstos, no porque no haya demanda: es que hay carencia del factor trabajo. Restaurants de balnearios cerrados en plena temporada, son el botón de la muestra.

Por otra parte, el FMI actualizó sus expectativas de desempeño económico global. Desde las publicadas en octubre a las actuales, se verifica el deterioro. El crecimiento mundial este año estaría en el entorno de 4,4% vs. el 4,9% esperado tan solo hace 3 meses. Explicado en gran medida por un posible enlentecimiento de EE.UU. y China. El riesgo que presentan los niveles de incertidumbre actuales es una potencial afectación de los niveles de actividad. A lidiar con ello.

Inflación elevada

Las economías centrales están atravesando fuertes procesos inflacionarios que se creían superados. Cuando el precio internacional de las materias primas aumenta, el de los alimentos, el del petróleo, el de la energía, entre otros, y todos al mismo tiempo, lo que hay en realidad es un incremento generalizado de precios. No es que estos bienes valgan más, es que su unidad de medida vale menos. No es que esa evolución de los precios este plenamente justificada por un fuerte incremento de la demanda frente a una oferta acotada, es que la moneda ha perdido valor. ¿Cómo? Como cualquier otro bien.

Cuando existe sobreoferta, y una economía incapaz de demandar esas cantidades, el valor cae.

La expectativa es que EE.UU. haya tenido su pico inflacionario entorno al 7%, la más alta en 40 años, y comience a moderar este año. En la zona euro, alcanzó en enero un récord inesperado y ha puesto a prueba la postura del Banco Central Europeo. Los precios al consumidor subieron un 5,1% en enero respecto del año anterior, frente al 5% de diciembre.

En Brasil, la inflación superó el 10% en 2021. El riesgo que presentan las resistencias inflacionarias (además de erosionar salarios, no menor en momentos en que la pobreza sobre todo regional ha aumentado notoriamente) es el posible incremento progresivo de las tasas de interés de referencia y esto opere como “paños fríos” en las distintas economías. Encarecimiento del dinero, del crédito y, con ello, perturbaciones en la recuperación económica. Además, la lógica indica que deberían comenzar a fortalecerse monedas de referencia como el dólar. El caso de Brasil es demasiado gráfico. La tasa sélic ya se encuentra en 10,75% con nulas expectativas de crecimiento.

Elevados niveles de deuda

La pandemia y la reacción de las distintas economías viene dejando Estados con niveles de deuda incrementados.

Como sabemos, la deuda pega en las finanzas públicas por sus intereses y por sus amortizaciones, en tiempos donde las economías arrastran la fuerte caída del 2020. La zona euro incrementó su deuda más de 13 puntos porcentuales sobre PIB versus los niveles de prepandemia. España lo hizo en 26 puntos. En EE.UU. la deuda bruta saltó del 108% del PIB en 2019 al 133% en 2021. El riesgo del endeudamiento elevado con Estados deficitarios es el dilema de hacerse sostenibles en el tiempo. La necesidad inmediata será la búsqueda de ingresos fiscales vía incrementos de impuestos o “recuperación” de contribuyentes que han migrado.

No es casualidad que sea en estos tiempos, que las economías centrales estén avanzando en el diseño e implementación de tasas globales. ¿O si?

(*) Decano de UCU Business.

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