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Dinero, retorno y riesgo en plena pandemia

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Gobiernos y autoridades buscan estimular el aumento del consumo y la inversión o, al menos, mitigar la caída que provoca la crisis sanitaria.

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El problema sanitario mundial desatado desde Wuhan, ha provocado -como se sabe-, reacciones generalizadas de política económica, tanto en los países más avanzados como en los emergentes. La extendida contracción de la economía a nivel global y el anormalmente alto desempleo que provocara la pandemia -y que todos hemos presenciado y vivido-, ha dado lugar a acciones que se han traducido en políticas fiscales y monetarias expansivas que no se habían visto en las más famosas crisis anteriores.

Tanto en el caso de la fiscal, con esfuerzos de menor presión impositiva y sobre todo con aumentos del gasto público, como en el de la monetaria, que se refleja en tasas de interés a nivel mundial que vienen siendo las más bajas desde que se recuerdan, lo que los gobiernos y autoridades buscan es estimular el aumento del consumo y de la inversión o, al menos, mitigar la caída que provoca la crisis sanitaria y las consecuencias de las medidas para enfrentarla.

La monetaria

Bajas tasas de interés desestimulan el ahorro y estimulan el consumo y la inversión, lo que lleva a más producción y empleo. Es por ello que, ante las fuertes caídas de la actividad productiva y el altísimo desempleo, comparable solo con el de un siglo atrás, la política monetaria de Estados Unidos y de la Eurozona vienen siendo sumamente expansivas.

No habiendo logrado enteramente sus objetivos con esas políticas de bajas tasas de interés, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo han apelado a una sostenida y alta emisión de dinero comprando mensualmente en el mercado altos montos de títulos de deuda pública, hipotecaria y hasta privada. Han “llenado” a sus economías, y por la importancia de sus monedas en el comercio de bienes y de activos financieros (bonos, letras y otros instrumentos por el estilo), también al mundo, de dólares y de euros. Al punto que en la Eurozona, como era más normal en Japón, las tasas de interés son negativas en términos nominales.

Las acciones monetarias señaladas han contribuido a mejorar la situación a la que se había llegado que, sin embargo, aún se caracteriza por serios problemas de actividad productiva, de alto desempleo y con perspectivas de demora en su abatimiento. Pero también, las decisiones monetarias llevadas adelante por los bancos centrales en general pero en particular la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, han provocado significativos cambios en el escenario financiero mundial al deprimir sus tasas de interés. Es eso lo que impulsa el movimiento de capitales a nivel global. Los inversores financieros procuran mayores rendimientos de los títulos que adquieren y su demanda por ellos ha llevado a la baja generalizada de sus retornos en todo el mundo.

La evaluación del riesgo ha perdido la importancia que tenía para tomar decisiones financieras de inversión. Ante sumamente bajos retornos de los títulos públicos y corporativos de bajo riesgo, hay un incentivo a invertir en los que tienen mayor riesgo pues su rentabilidad es mayor y da cierto margen para que ganen más las empresas financieras que administran inversiones, quienes trabajan para ellas y para los propios clientes.

Hoy vemos que aún los títulos públicos o privados que no tienen grado inversor y hasta los que tienen baja calificación crediticia -dificultades de repago-, tienen un muy bajo rendimiento. Observamos que esa situación a su vez, incentiva a una persona o a un grupo de ellas, a invertir en títulos que tienen rendimientos variables -acciones y fondos de inversión-, cuyos precios tienen una alta volatilidad pero, todavía, en tendencia creciente que puede revertirse en situaciones económicas más normales.

Finalmente, como consecuencia de la baja rentabilidad financiera generalizada y el creciente riesgo de repago o de mantenimiento de valor que implican las alternativas señaladas, se observa que en muchos casos personas y empresas optan por invertir sus fondos disponibles en inmuebles, construcción, maquinaria y equipo, mercaderías y bienes intermedios.

Hacia adelante

El abundante stock de dólares y de euros no ha provocado aumento de la inflación en Estados Unidos ni en la Eurozona. La recesión ha sido sumamente profunda en esas naciones como para que el hoy aparente exceso de liquidez haya presionado al alza a los precios en general. Ello recién ocurrirá cuando esas economías tengan los niveles de actividad y de empleo que tenían en 2019 y en esas instancias las tasas de interés se irán ajustando al alza por políticas monetarias relativamente más restrictivas.

Mientras se transite el camino hacia esa situación y el desempleo acompañe para acercarse a su tasa natural (normal), se irán viendo ajustes, primero de precios relativos y, después generalizados, de todos los precios. Los primeros precios que se han venido ajustando a la situación monetaria internacional han sido los de los commodities.

En el caso de nuestro país, los exportables del sector agrícola han mejorado significativamente su valor internacional en dólares. Como también han mejorado sus precios otros exportables de baja elaboración y, en el mundo, otros como el del petróleo y el de otras materias primas básicas. Para evitar la generalización de aumentos de precios -inflación-, cuando la economía recupere la situación anterior a la pandemia -lo que no sabemos-, también las políticas monetarias en general y la de la Reserva Federal y la del Banco Central Europeo van a volver a su “antigua” normalidad, lo que se traducirá en tasas de interés más altas y mucho más respeto por el riesgo financiero.

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