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Rosario San Juan: “He visto el poder de la solidaridad femenina”

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Rosario San Juan. Foto: Leonardo Mainé

EL PERSONAJE

Es estilista y productora de moda referente en Uruguay. Desde las revistas, pasando por la televisión a la MoWeek, es clave en un rubro en desarrollo constante a nivel local.

Pocos lo saben, pero antes de la moda, de la suavidad de los tejidos, de los zapatos de tacón, del maquillaje acorde con los tonos del vestido, hubo rock. De los años noventa, de los bares que ya no quedan, del Viejo Jack y las bandas que pasaron por ese escenario dejando un aura de mística y nostalgia oscura a la década. En ese búnker del rock n’ roll metropolitano anclado en Parque Miramar, Rosario San Juan hizo sus primeras producciones. Casi sin saberlo, dejándose llevar por el instinto que la domina desde siempre.

“Yo era secretaria de Marcel Forjan y con él produje para un sector de Canal X, además de shows. Estuve ahí cuando No Te Va Gustar empezaba, cuando la venida de los Ratones Paranoicos, Pappo, Andrés Calamaro, Fito Páez”. Rosario llevaba las cuentas del bar, le pagaba a los proveedores, se fijaba que no faltara el micrófono, ayudaba a organizar quién tocaba y qué necesitaba, sacaba los pasajes y la lista sigue. Esas cualidades que hoy pululan en los curriculum vitae, proactividad y multitarea, han estado en ella desde siempre y la convirtieron en la productora referente que es hoy.

La entrevista con Revista Domingo es mediante una videollamada. Desde ese encuadre incómodo se pueden ver sus manos dictaminando a la par de sus palabras. Ella las percibe y las lee: “Ya en Viejo Jack estaba el trabajo en equipo, el generar cosas, lo podía sentir. Siempre tuve ganas de actuar, de crear. Me considero superproactiva, pero por más que soy autoritaria —mirá mis manos—, creo y tengo mucha pasión por lo que hago y más cuando lo hago en equipo. Y tengo algo con la gente que trabaja conmigo que es que me hagan notar cuando estoy terca. A veces creo tanto en una cosa que ahí se genera un conflicto entre mi emoción y el deber. Pero muchas veces me equivoco y trabajo en pedir perdón”.

Si la vida de Rosario fuese una partitura, el trabajo sería algo así como esa melodía leitmotiv. Si fuese un texto, sería el hilo conductor. “Soy una workaholic”, dice. A los 17 años conseguir un puesto como secretaria fue un escape a la vida misma, pero también necesidad, deseo, inquietud.

Los años 80 estaban terminando y Rosario era una adolescente que anhelaba mundo, ese que la década anterior le había reprimido a ella y a los suyos. No podía permitirse estudiar secretariado en el Crandon, pero su padre la ayudó a conseguir un lugar con un despachante de aduana. Y ese fue el dominó que desencadenó todos los siguientes trabajos: secretaria acá, secretaria allá, una agencia de publicidad, en promociones, en una compañía de seguros, en una empresa de eventos, Viejo Jack, marketing en una financiera multinacional. Desarrollarse, crecer, mantenerse, llegar a un sumun, darse de cara con la crisis de principio de siglo. Saber rearmarse.

Rosario y la moda

¿Cómo Rosario San Juan terminó por convertirse en una referente de la moda uruguaya, en un ojo clínico al que recurren desde diseñadores a Natalia Oreiro (es parte de su equipo asesor en Got Talent Uruguay)? La respuesta, conectada al efecto dominó que empezó a sus 17 años, se remonta a la niñez, las vidrieras montevideanas y se reanuda en los años 2000 con un despido difícil.

Imagen promocional de "Got talent Uruguay". Foto: Difusión
 "Got talent Uruguay". Foto: Difusión

“Al bar Viejo Jack renuncié porque tenía otro proyecto y me había salido trabajar en una empresa multinacional. Cuando me quedé sin trabajo ahí, empezaba la crisis. Yo trabajaba bien, tenía un buen sueldo y el golpe fue muy duro. Pero entonces empecé a toparme con un montón de mujeres que me abrieron el camino”. Y recordó: “En su momento fue Elianne Litwin, de Magma, la que me llevó con ella cuando me quedé sin trabajo. En Magma también vendía bufandas que tejía y bordaba con canutillos”.

Para Rosario el trabajo en equipo no se queda atado solo a los proyectos, sino a todos los ángulos de la vida. En la suya, en su encuentro con la moda hubo sobre todo mujeres que admira. “He visto el poder de la solidaridad femenina, de las mujeres que actúan, que se arriesgan. Mónica Bottero, por ejemplo, es de las que me han dado muchos aprendizajes intelectuales. De mi abuela (Angélica Pietrafesa) me quedó la imagen de la proactividad. Era una mujer que en la época trabajaba, que tenía su academia de cocina y escribía y salía en la tele. Paloma en Lemon, una de las primeras marcas con la que trabajé. Carina Martínez en MoWeek. Las mujeres me han abierto camino”.

La belleza en la tele

Para muchos Rosario San Juan pasó a ser una cara conocida luego del reality de belleza Maybelline Model que tuvo ediciones entre 2013 y 2017. Dice Rosario, riendo, que su aparición ante la cámara fue parte de un engaño. “La productora de Canal 4 Andrea Pozzolo me llamó para producir el detrás, cosa que me fascina y me parecía un desafío increíble. Pero de repente me di cuenta de que yo terminaba hablando a la cámara”. Entonces Rosario habla de su inseguridad y de que aunque no pasaron tantos años, entre 2013 y el ahora del cuerpo en la televisión era muy distinta.

“Ahora hay una imagen más real, pero en ese entonces las modelos seguían un estándar que hoy no y yo sentía inseguridad con poner mi cara allí mientras eran todas prototípicas. Iba desde mi honestidad brutal porque no estaba montada en un personaje. No me importaba trabajar en la televisión, pero los productores notaron que sabía mucho de moda -algo que relaciona con su experiencia en el trabajo de campo- y les gustó”. Las que la ayudaron a cobrar confianza, dice, fueron sus compañeras Sofía Rodríguez, Giannina Silva y Andy Menache. “Justo las tres son personas muy solidarias”.

Lo que sucedió entre ella y la moda en la niñez tuvo que ver con los vestidos que recortaba para sus muñecas de papel o los que cosía con retazos para las barbies falsas que compraba baratas en el supermercado. Y con el pantalón amarillo batik que se convirtió en el regalo más preciado de sus 15 años.

No había economía doméstica ni para la fiesta ni para el viaje, pero Rosario tenía en su cabeza aquella prenda que veía cada vez que pasaba por una vidriera de la Galería Uruguay, y sus padres se la regalaron. “Eran los comienzos de la tienda Freaks de Pablo Suárez. Como no había mi talle en ese momento, porque no había producción masiva de ropa, me lo hicieron en el taller. Y Pablo Suárez tocó timbre en casa y me entregó el pantalón. Después se transformó en un gran modisto, en un referente de la moda uruguaya al que le mirás las manos y las tiene todas picadas de planchar, coser, bordar. En los noventa su marca fue referente y yo lucía con orgullo mi pantalón amarillo”.

Su mirada en el rubro

 Lo que trajo Rosario a la moda uruguaya fue una mirada comunicacional desde la imagen. Hizo entender a las marcas que debían entablar un vínculo con el cliente más allá de los maniquíes. A su vez, defiende el equilibrio que debe haber entre el diseño de autor, el rescate de los oficios, el consumo consciente y sostenible y la posibilidad abarcativa que trae una marca retail. Dice más de una vez en la charla que no le gusta cuando su rubro se para desde una mirada elitista.

Así han surgido en su listado de trabajos el detrás de escena en la MoWeek desde los inicios del evento o de marcas en las que se ha mantenido durante décadas y otras con las que comenzó luego de soñarlo mucho y de coleccionar catálogos; la producción de moda en revistas como Latitud 30-35, Paula, Blá, Neo2 y Galería; su parte en el reality de belleza Maybelline (ver recuadro); proyectos como la feria Otra Oportunidad; producciones uruguayas en ciudades como Nueva York, París, Madrid, Los Ángeles.

— ¿Cuán diferentes son los desafíos que enfrentaba la moda en los 2000 y ahora?

—Pasaron 20 años, pero es como el mismo momento. Allí había una crisis, hoy hay una crisis muy fuerte. En ese momento todo llamaba la atención porque todo era innovador, pero lo tenías que hacer con pocos recursos. Y si hay un punto en común de la década del 2000 a hoy es que hay que marcar presencia. Muchas marcas cuando hay crisis se quedan quietas, se paralizan, no quieren gastar. La respuesta antes y ahora es agregar contenido de valor, creo que es importante hacer, crear, tomar riesgo. En esa época era muy necesario y fue comprobado que las marcas que comunicaron pudieron crecer 30, 40 hasta un 70%. Fue un momento de gran crecimiento en la moda. Ahora que está este parate, se plantea de nuevo el cómo optimizás los recursos. Las marcas tienen que estar al día de lo que sucede en la sociedad y tienen que resaltar. Antes salías y mirabas una vidriera, hoy abrís las redes. Hay que tener responsabilidad.

Hay tres palabras que repite casi como mantra: insistir, resistir, persistir. “Hasta equivocándote”, dice. Y en eso cree que si hay algo en común entre la moda y el rock n’ roll es que a pesar de las apariencias no hay nada de glamoroso. Los incendios aparecen y hay que apagarlos.

Si la vida de Rosario fuese un cuento, probablemente su papel sería el del hada que hace que todo suceda. La diferencia en ese caso estaría en que una utiliza una varita magia y la otra un trabajo de hormiga.

Sus cosas

Inspirarse en el cine

“Me encanta el cine, ir al cine y descubrir cosas nuevas. El otro día vi Boyhood y no puedo creer que no la hubiese visto antes. Pero sigo emocionándome con Perdidos en Tokio, con la trilogía de Antes del amanecer. Me gustan esas en las que hay diálogos que te hacen reflexionar. Cómo te inspira el cine”, dice.

Veranear en colonia

A Rosario le gusta la naturaleza y conectar. En verano se escapa del bullicio del este para irse al oeste, a Colonia, donde veranea con Rafa, “el amor de mi vida”. También le da paz caminar; es un momento del día en el que se desconecta y escucha música. “Tengo una playlist muy variada que va de música indie a drama”.

Vestir a Oreiro

Entre sus trabajos del año está el vestir a Natalia Oreiro para el reality Got Talent Uruguay. Dice Rosario que ha tenido la suerte de vestir a mujeres increíbles y la actriz y cantante uruguaya es una de ellas. La contactó la propia Oreiro y le pidió, ante todo, que el diseño y la confección fuese puramente de mano uruguaya.

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