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Ricardo Piñeyrúa: "Cuando pregunto, lo hago desde la honestidad"

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Ricardo Piñeyrúa

EL PERSONAJE

Luego de años de periodismo deportivo, aceptó incursionar en el político y social como parte de "La letra chica", el novel periodístico en la señal televisiva municipal TV Ciudad.

El “Profe” Ricardo Piñeyrúa (68) abre las puertas de su casa -pulcra, ordenada- y hay libros por todos lados. “Ya no traigo más libros a casa. No tengo lugar donde ponerlos”, dice mientras se acomoda para charlar con Revista Domingo. Hay de todo en las varias bibliotecas: mucho policial (tiene toda la colección de Andrea Camillieri y cuenta que fue a Sicilia a hacer el “Recorrido Camillieri”), novelistas como Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte y también muchos autores uruguayos.

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Foto: Estefanía Leal.

Entre los uruguayos están Tomás de Mattos, de quien destaca "La puerta de la misericordia". Dice que muchos de los libros que uno lee tienen la capacidad de cambiar vidas, al menos en algo. Y ese libro, añade, lo llevó de nuevo a su infancia, a su origen y formación. “Ese libro fue un reencuentro con esa mirada cristiana que forma parte de mi vida. Iba a misa, tomé la comunión, mi hermana fue catequista... Ya ni siquiera soy católico aunque si vos te criás en una familia muy religiosa, es sumamente difícil sacarte eso de encima”.

Hace décadas que forma parte del mundo del fútbol y se puede decir que, con su forma de analizarlo y comentarlo, ha hecho escuela: hay una “manera Piñeyrúa” de entender el deporte más importante del país. Pero a dos años de cumplir 70 y sin dejar de seguir estando ligado al fútbol, empezó a incursionar en el periodismo político y social. Como uno de los conductores del programa La letra chica, que va de lunes a viernes por la señal TV Ciudad, Piñeyrúa sumó otra faceta a su trayectoria en los medios.

Empezó en la radio en 1986, cuando ya había vuelto de varios años de exilio en Argentina. Sus primeras palabras al aire fueron en el espacio que le habían abierto Raúl Barizzoni y Néstor Moreno en CX 30. “En ese momento, la radio era del Partido Comunista y la gente del partido me ofreció trabajo luego que me echaran del puesto de preparador físico en Progreso”, rememora. En el PCU militó durante muchos años, hasta 1989, año en el cual cae el Muro de Berlín y empieza del derrumbe del “socialismo real”.

En ese momento, él se aleja del espacio político en el cual había estado desde que era adolescente. “Había fallecido Rodney Arismendi, se había caído el muro y empezaron muchos debates. Me sentí por fuera de todo eso y me fui. Pero no estoy enojado con la política. No es que hubo traiciones. Sigo teniendo muchos amigos en el partido. Lo que pasó es que tuvimos diferentes miradas sobre la realidad, sobre cómo interpretarla. Con el paso de los años me di cuenta que cambié ideológicamente. Probablemente siga siendo marxista, pero no leninista. Ojo, tampoco es ‘¡Qué marxista que soy!’ Eso sí: no me creo el verso de que se acabaron las ideologías o que no hay lucha de clases”.

Cuando empezó en la radio, se enganchó con la comunicación y consolidó el vínculo con el deporte, otra parte importante de su formación. Ya se había recibido de profesor de educación física (“había egresado en 1973, pero no me había recibido. Pero cuando nació Jorge, me dije: ‘La pucha, de algo tengo que vivir’. Ahí terminé la carrera”) y la afición por el básquetbol y el fútbol venía de la infancia y la familia. Su padre era dirigente de Sporting, su hermano fue medallista panamericano de básquetbol y él se pasaba todo el día jugando al básquetbol. “Me decían ‘Arito’, porque iba por la calle tirando tiros imaginarios al aro. Se decantó naturalmente”.

Pero también dice que, en realidad, le hubiese gustado estudiar medicina. Eso se truncó porque su padre no lo dejó. No quería que fuese a estudiar al IAVA, un lugar en el cual la militancia política, sobre todo de izquierda, era moneda corriente.

“Mi madre era batllista, de Luis Batlle, y mi padre era un hombre de derecha, herrerista...”, empieza diciendo.

—Le debe haber caído mal que su hijo haya empezado a militar en la izquierda.

—¡Horrible! Lo peor que le pudo pasar. Nos gritábamos en la mesa, discutíamos mucho. A él le costaba mucho dar marcha atrás. Mi padre fue un tipo que no tuvo madre. Se crió en el Consejo del Niño, su padre lo había abandonado ahí. Entonces, sus emociones eran muy fuertes porque su vida había sido muy fuerte. Le daba rabia, se ponía mal porque yo decía cosas...

—Comunistas.

—Claro. Además, en casa él era el único de derecha. Todos los demás éramos votantes de izquierda. Era el mundo contra él. Pero en nuestras discusiones no había solo política: también había un temor de su parte. Temía por mí.

El temor no era infundado, por supuesto. A su hijo lo fue a buscar la dictadura militar y ahí tomó la decisión de exiliarse. “Evalué irme a Brasil, pero en ese caso lo más probable es que tuviera que pedir asilo político y podría haber terminado en cualquier lado. España, Italia, Australia... No quería irme tan lejos, porque en parte pensaba que la dictadura iba a durar poco”.

Cuando regresó y comenzó su trayectoria en los medios, se consolidó como un hombre de radio (“si solo hiciera radio, sería muy feliz”) hasta que empezó a tener, también, una faceta televisiva.

Hace años que aparece intermitentemente en la pantalla de TV Ciudad. Ha tenido presencia ahí desde la época de Virginia Martínez (la primera directora del canal), pero no es ni empleado de la señal ni tampoco municipal.

Le gustaba estar en El Espectador y, durante períodos, en TV Ciudad, siempre con programas vinculados al fútbol y al deporte en general. Por eso, no sorprende mucho que su primera respuesta ante la idea de coconducir un periodístico haya sido negativa. El actual director del canal, Federico Dalmaud, fue el de la idea. “Le dije que no. Pero él manejó una serie de argumentos afectivos...”

—Te manipuló.

—Sí (se ríe). Además me dijo que en este momento, donde había tanto debate político e ideológico, yo era alguien confiable. La gente podría no estar de acuerdo conmigo, pero lo que yo hacía, lo hacía desde la honestidad. Eso es lo que él piensa que piensa la gente. Por eso terminé aceptando. Porque, en realidad, me mata un poco no tener las noches libres... Mi problema es que no me gustan los límites: que me digan que tengo que hacer esto o lo otro. Soy bastante veterano y tengo la fortuna de hacer las cosas más o menos como quiero. Y esto es un compromiso muy estricto”.

Con todo, aceptó y ahora está en uno de los periodísticos que más discusiones y polémicas ha generado. ¿Cómo ha vivido todo ese proceso? “Con mucho asombro. Sé que el canal no tiene un gran alcance, pero empecé a percibir que eso estaba cambiando y que Dalmaud tenía una mirada que iba más allá de ser un canal municipal. Me impactó el impacto. Nunca me lo habría imaginado, ni cerca”.

No le preocupa demasiado que algunos digan que es “propaganda zurda”, pero tampoco acepta que lo sea. “Creo que es un buen programa, he aprendido mucho ahí. Hemos llevado a gente muy capacitada y la dejamos a hablar. Creo que hay un sector de la población que es de centroizquierda, culturalmente desarrollado, que esperaba algo que lo hiciera reflexionar. Y todos votamos a alguien. Los que trabajamos en los medios, también, ¿no? Entonces ¡no me jodan! Pero no es ‘vamos a hacer que gane Carolina Cosse’. Es más: no hicimos ningún programa sobre las elecciones municipales en todo el ciclo hasta ayer (se refiere al programa en el cual entrevistaron a la intendenta electa, un día después de las elecciones). Y si hablamos de políticos, es probable que hayan ido más políticos del gobierno que de la oposición. Pero los que más han ido son intelectuales, catedráticos, expertos... Ahora bien: cuando yo pregunto, no puedo dejar de ser quien soy. Pero lo hago con honestidad ”, remata antes de irse a la radio para la transmisión del partido de Peñarol y Colo Colo en la Copa Libertadores.

Un escritor
Gabriel García Márquez. Foto: Reuters
Gabriel García Márquez

Actualmente está leyendo un policial, un “ladrillo” de 800 páginas: La verdad sobre el caso Harry Quebert, del francés Joël Dicker. Pero si tiene que elegir un literato, va para Colombia. “Para mi generación Gabriel García Márquez fue muy importante, y claro, la novela Cien años de soledad”.

un futbolista
Luis Suárez en su debut con el Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano
Luis Suárez

“El mejor que tuvo Uruguay, sin discusión. Para mí, ¿no? Además, resume la identidad del futbolista uruguayo: se hizo de abajo, con sacrificio, quiere ganar siempre, hace todo lo que puede por intentarlo... En él se entiende por qué existe el fútbol uruguayo y por qué el fútbol uruguayo es como es”.

un político
Líber Seregni y Juan José Crottogini. Foto: Archivo El País
Líber Seregni

Encarnó la concepción de un gobierno nacional, popular y democrático. Si hoy en Uruguay hay una izquierda que participa del poder y el gobierno es porque hubo un tipo como él, que entendió que lo mejor para Uruguay era la democracia. Salió de la cárcel y sin rencor se puso a trabajar por el futuro del país”.

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