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Ya no se reirá más de ella

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Hannah Gadsby

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La comediante australiana Hannah Gadsby se volvió un éxito global con un especial de Netflix donde cuestiona la forma de hacer humor.

Hannah Gadsby

Nannette, el especial creado por la comediante australiana Hannah Gadsby para Netflix, parece un show de stand up como cualquier otro. Una comediante, un teatro lleno (en este caso el Opera House de Sidney), un micrófono, un banco y un vaso de agua. Todo hace pensar en una rutina estándar de comedia. Pero nada más lejos.

Todo empieza con una paradoja. En este especial, que se volvió tan viral que convirtió a Gadsby en una estrella internacional de stand up, la comediante anuncia que no hará más stand up. Y no hará más lo que ella misma dice que es lo único que sabe hacer porque se dio cuenta de que vivió engañada los últimos 15 años y que "la risa no es la mejor medicina", que la risa ni siquiera cura. "La risa es tan solo la miel que endulza la amarga medicina", asegura.

Pero mucho antes de eso su show empieza con una trampa. Haciendo lo que siempre hizo y lo que hacen muchas como ella: reírse de sus propios defectos, de lo que la hace ser distinta al resto. Se ríe del día que le dijo a su madre que era lesbiana ("No entiendo por qué me lo contás, yo podría ser asesina y no te lo diría"), de las críticas que recibe porque su humor "no es lo suficientemente gay" y se ríe de su aspecto. El público en el teatro ríe sin parar, y usted y yo en nuestras casas hacemos lo mismo. Y de golpe, como un rayo que atraviesa sus ojos en primer plano, Gadsby se pone seria.

"¿Entienden lo que significa la autoburla cuando viene de alguien cuya existencia ya de por sí es marginal? No es humildad, es humillación. Me menosprecio a mí misma para hablar, para conseguir permiso para hablar. Decido que no voy a hacerlo más. No voy a hacérmelo más ni a nadie que se identifique conmigo", dice enojada y de golpe el teatro calla. Calla con ella.

La historia de Hannah Gadsby comienza en 1978 en su Tasmania natal. Una Tasmania en la que la homosexualidad fue considerada un delito hasta 1997. Empieza cargando el peso de ser eso que la mayoría de quienes ella ama y respeta —e incluso ella misma— piensan que es una aberración, y sigue con dos violaciones en su juventud (una de ellas grupal), una golpiza brutal a los 17 años y 20 años intentando curar esas heridas, riéndose de ellas.

Pero Gadsby se hartó y el éxito inesperado de su especial parece estar diciendo que no es la única. Que como audiencia muchos de nosotros estamos cansados de que las mujeres, los gays, los feos, los gordos, los que la propia Gadsby llama "los no normales" se rían de sus defectos. Tal vez nos gusta tanto lo que hace Gadsby porque en su enojo, en su puño levantado, en su voz en alto, también está la nuestra.

Es que una de las razones que pueden explicar su éxito a escala global, es que en su show Gadsby entra y sale de momentos de comedia pura y le habla al público casi como si reflexionara en voz alta sobre su vida y su futuro. Pero también habla de nuestro futuro. Del futuro del humor tal como lo conocemos. Allí Gadsby nombra a Pablo Picasso, Donald Trump, Harvey Weinstein, Bill Cosby, Woody Allen, Roman Polanski y plantea desde el humor la misma bandera que el movimiento #MeToo. "Estos hombres no son excepciones, sino la regla". Ni monstruos ni extraordinarios.

"No me gustaría ser un hombre blanco heterosexual. Al menos no ahora. Este momento no es muy bueno para ser un hombre hetero blanco. No querría ser un hombre blanco heterosexual ni aunque me pagaran. Aunque me pagarían mucho más que ahora". Mientras la gente ríe, en el medio de la liberación de tensiones que supone esa risa, Gadsby hace pensar: ¿Por qué no es un momento fácil para el hombre heterosexual blanco? "Porque por primera vez son una subcategoría de humano, ¿no?", dice e impostando la voz se pone en la piel de uno de ellos: "No, nosotros inventamos las categorías, ¡no se suponía que participáramos! Somos humanos neutros". Ella sigue desde su propia voz y lanza el dardo que se te clava en el pecho: "Siempre me han juzgado por lo que soy. Siempre he sido una lesbiana gorda y fea. Estoy muerta por dentro. La voy llevando. Pero ustedes… ¿son muy sensibles, no? Oyen hombre heterosexual blanco y dicen: No, eso es sexismo a la inversa. Pues no, ustedes inventaron las categorías, ahora léanlas".

Gadsby le habla a quienes nos reímos pero también quienes nos han estado haciendo reír. La australiana se planta y cuando habla parece que está diciéndoles a ellos: "Tal vez si los comediantes hubieran hecho su trabajo correctamente y se hubieran reído del hombre que abusó de su poder" y no de Monica Lewinsky y su vestido manchado, "entonces tal vez tendríamos una mujer con la cantidad adecuada de experiencia en la Casa Blanca, en lugar de lo que tenemos: un hombre que ha admitido abiertamente haber abusado sexualmente de mujeres jóvenes porque podía".

Lewinsky fue a ver a Gadsby. "Fue un poco atemorizante, porque ella es real, es un ser humano de verdad", le dijo la comediante a una periodista de Vanity Fair, pero "usó su nombre en el sentido en que se ha convertido en un objeto cultural".

La exbecaria de la Casa Blanca, cuya carrera se destruyó por completo luego de que se hiciera público que tuvo una relación con el ese entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se acercó a Gadsby luego del espectáculo y ambas tuvieron "un momento" de intercambio. Para la comediante, ambas intentan desde sus posiciones hacer que los privilegiados dejen de serlo.

Hasta ahora, en los últimos 15 años que lleva de carrera, Gadsby ha sido bastante desconocida fuera de Australia, donde ganó un concurso nacional de comedia en 2006 y donde desde ese día ha combinado giras con series de televisión (algunos pueden recordar su rostro de Please Like Me, la serie del actor australiano Josh Thomas).

Antes de eso, abandonó su Tasmania natal y su familia de cinco hermanos y fuertes raíces religiosas, para graduarse de la carrera de Bellas Artes en la Universidad Nacional de Australia.

Ahora que anunció que dejará la comedia, Gadsby dijo que está trabajando en un libro llamado Diez pasos para Nanette. Pero tuvo que dejarlo de lado varias veces por "el nivel de demanda emocional" que este show le requiere. Algo de lo que está segura es que le gustaría seguir contando historias, y continuar haciéndolo de un modo "razonablemente gracioso", pero no será más graciosa a sus expensas. Nunca más.

"Estoy aprendiendo cómo funciona todo esto. Pienso acerca de lo que quiero hacer. Soy muy vieja, bueno no muy vieja, pero estoy cansada para poner tanta energía en algo si no quiero realmente llevarlo a cabo. Y de verdad soy genuina cuando digo que puedo irme en cualquier momento".

INFLUENCIAS Y RECOMENDACIONES.

Tig Notaro
Hannah Gadsby no está sola, su manera de hacer humor se nutre de varios referentes de la comedia que han cruzado fronteras invisibles en su camino por el humor. Una de ellas, es Tig Notaro y su tragicomedia confesional. En su especial de Netflix, Happy to Be There, Notaro logra abordar temas como la pareja y la maternidad desde una perspectiva nueva, refrescante y por momentos empapada de un humor negro que de tan incómodo obliga a pensar las cosas de nuevo.

Ali Wong
Ícono del stand up feminista norteamericano y para muchos heredera de Louis CK. Su carrera despegó con el especial Baby Cobra de Netflix, que hizo embarazada de ocho meses. "Quería usar mi embarazo como una fuente de poder y convertirlo en un arma en vez de una debilidad. Cuando estás embarazada, tienes hambre, estás cansada y gorda, por lo que tienes esa actitud No me importa una carajo que se presta a ser utilizada en la actuación. Dejás ir toda tu dignidad y vergüenza, y es precioso", dijo en Elle.

Sarah Silverman
Es un clásico del stand up norteamericano. Tiene la carrera que muchos envidiarían: escribió un best-seller (The Bedwetter), fue estrella de su propio programa (The Sarah Silverman Program) y participó como actriz en varias películas. Su especial de Netflix, Speck of Dust, es digno representante de su humor, aunque con un toque más personal e intimista.

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