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Más que jugar al banquero

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El ejemplo de los padres es un poderoso maestro, dicen los expertos.

Cuándo hablar con los niños de dinero y cómo enseñarles a usarlo es una de las principales preocupaciones de los padres de hoy. ¿Qué aconsejan los expertos?

DANIELA BLUTH

Cada peso que Sofía (8) ahorra, lo gasta en lapiceras y libretas. Martín (7) tiene una alcancía donde el bien más preciado son las monedas extranjeras. Clara (11) decidió guardar toda la plata que juntó de cumpleaños y dientes caídos para comprarse su primer smartphone. Cada vez que va al supermercado con sus padres, Joaquín (5) lleva un billete de 20 para elegir algo de la góndola contigua a la caja. Las planchas de pegotines son su perdición, dice. Ana (6) prefiere dejar sus ahorros en casa y pedirle a su madre que, a la larga lista de compras, sume un chicle.

Las escenas —y variables— que relacionan a los niños con el dinero son infinitas. Pero lo cierto es que los chicos conocen y aprenden de finanzas a una edad cada vez más temprana. Ya a los tres años empiezan a captar lo que la psicóloga y psicopedagoga Galia Leibovici llama "nociones de precálculo". "Si quiero algo tengo que pasar por la caja para poder llevarlo. Entienden que hay algo que se cambia, sea con monedas, billetes o tarjeta". El punto de quiebre, empero, ocurre sobre los seis o siete años, con el comienzo de la primaria y la adquisición del concepto de número como noción de cantidad. "Ahí aparecen las matemáticas y los conceptos de mucho, poco, más, menos. Y ahí pueden entender que si un juguete vale 200 pesos ese es un valor que se traduce en dinero", explica Leibovici.

Es a partir de ese momento, entonces, que los expertos consultados por Domingo recomiendan comenzar con la llamada educación financiera. "Cuando empiezan las primeras nociones matemáticas el niño ya tiene la madurez para manejar la idea de intercambio e incorporarlo. Es capaz de hacer cuentas sencillas y se les puede dar plata para ir a la panadería, por ejemplo", dice el psicoanalista Álvaro Alcuri, especialista en pareja y familia. A esa edad, agrega, "es raro que el niño no se interese" en el asunto. El adulto, en tanto, debe ser capaz de dar "explicaciones sencillas pero realistas" de las herramientas que maneja, sea un televisor o el dinero.

"No educaríamos para la vida de verdad a nuestros hijos si no les enseñásemos sobre el dinero, ya que va a formar parte importante de su vida. Para valorarlo o para no hacerlo, para saberlo ganar y para saberlo gastar, para aprovechar sus ventajas y no dejarse atrapar por sus desventajas… Y eso, queriendo o no, se lo enseñamos desde siempre", dice la psiquiatra infantil Natalia Trenchi. Y, en su calidad de experta en crianza, agrega: "Por eso está bueno que los padres se detengan a pensar ¿qué le estoy enseñando sobre el dinero? y ¿qué le quiero enseñar? Quizás, sin darnos cuenta, estamos haciendo que una y otra respuesta sean bien diferentes. Quizás no nos hemos puesto a pensar qué lugar ocupa el dinero en nuestra vida ni qué ejemplo de relación con él le damos a nuestros hijos".

El ejemplo.

Como en casi todos los órdenes de la vida, el consejo de los expertos es predicar con el ejemplo. "El niño reproduce modelos. Y va conceptualizando lo que los adultos le mostramos, en pequeños y grandes actos", resume Leibovici. Trenchi coincide en que "el ejemplo es un poderoso maestro", pero "la palabra le da sentido" a lo que los adultos hacen. Por eso, a medida que los niños van creciendo y madurando sugiere ir incorporando —y complejizando— diferentes conceptos relacionados con el dinero. En ese escenario, la psiquiatra destaca una enseñanza por sobre las demás. "Es bien importante saber que ni el dinero ni lo material es vehículo del cariño ni de la responsabilidad. Que no da el regalo más grande quien más nos quiere, ni que cuanto menos tiempo está papá para jugar más fácil accede a comprarnos lo que le pidamos. Compensar faltas o culpas con gastos y objetos puede ser fácil, pero muy empobrecedor. Si lo que falta es tiempo compartido, aumentemos ese tiempo y no la cantidad de regalos", señala.

Siempre, el poder de decisión sobre el dinero debe recaer en el adulto, por más que el niño diga quiero, pida compralo o insista para que el padre vaya hasta el cajero automático, donde parece que el dinero brota —indefinidamente—cuando lo necesitamos. Hoy, señala Alcuri, es frecuente que a su consultorio lleguen padres que "se sienten avasallados" por sus hijos, a quienes no saben educar ni poner límites. "Ese adulto inmaduro, ese adultescente, le teme a sus hijos y les hace caso, pero los adultos-adultos no deberían tener estos problemas", opina. "Muchas veces lidiamos contra esas macanas, ves situaciones que están instaladas, donde los adultos les dan dinero a los niños como si fueran caramelos, lo hacen para comprar tiempo, tiempo para ellos o para que hagan lo que quieran. Ese manejo equivocado genera niños que entienden mal la funcionalidad del dinero, que es una herramienta y no un fin en sí mismo".

En casa.

Además del cajero automático o la billetera, uno de los primeros objetos que todo niño asocia con el dinero es la alcancía. Con forma de cerdito o de lata retro, es una herramienta que —a partir de los 5 años— ayuda no solo a conceptualizar qué es mucho y qué es poco, sino a entender los tiempos de espera. "Aunque les da mucha ansiedad, van comprendiendo que las cosas cuestan y que hay que esperar. No todo es inmediato ni aparece mágicamente", dice Leibovici.

Cuando los niños crecen y empiezan a estar en edad de manejar el dinero, algunos padres deciden fijar una asignación periódica. Otros optan por irles dando a medida que necesitan. Y otros prefieren que no toquen un billete. Según Trenchi, darles una "asignación periódica" tiene sus ventajas. "Los enfrenta a tener que planificar sus gastos y ejercitar la autonomía. Si los padres lo manejan bien, podrán aprender de sus aciertos y de sus errores, ejercitarán la toma de decisiones y entenderán la triste realidad de que el dinero no es inacabable".

En tanto, no hay consenso en cuanto a si conviene recompensar con dinero la colaboración en las tareas domésticas. Para Leibovici, en ese escenario se estaría confundiendo el valor de la plata y el de la responsabilidad en casa. "Hay otro tipo de premios que simbolizan mejor la alegría de que todos ayudemos en la vida doméstica. Prefiero que el premio no sea dinero, puede ser elegir la cena, mirar una película, acostarse más tarde...", ejemplifica.

Más allá de la "filosofía de vida" de cada familia, a Trenchi le resulta relevante distinguir dinero de felicidad. "En nuestro mundo, aprender a usar el dinero es importante. Pero igualmente importante es demostrarles cuántas cosas nos pueden hacer muy felices, nos divierten y nos hacen sentir bien y no cuestan ni un peso: mirar un atardecer, pelotear en la playa, leer cuentos , cocinar juntos, hacerles historias de cuando éramos chicos ...".

Pequeños que consumen.

Inmersos en la sociedad de consumo, la educación financiera implica no solo enseñarle a los niños a usar el dinero sino también cómo administrarlo, en qué gastarlo y en qué no. Casi a la par de los adultos, desde la más tierna infancia los pequeños quiere, piden y eligen. "Independientemente de la disponibilidad económica de los padres, los niños hoy manejan dinero y son codiciados consumidores. Muchos negocios, muchas empresas y mucho dinero se mueve exclusivamente por lo que ellos consumen", dice la psiquiatra Natalia Trenchi. En ese universo, es necesario irles enseñando que a veces los padres deciden no comprar algo aunque tengan el dinero, o dicho de otro modo, que tener dinero no es una señal de que haya que salir a gastarlo. "A partir de los 8 años empiezan a entender que el dinero es finito. No siempre que vas al súper le tenés que comprar un chicle, seguro la plata está, pero le podés decir que no, es parte del principio de realidad", opina la psicóloga y psicopedagoga Galia Leibovici.

El trabajo: remuneración y disfrute.

A medida que los niños crecen, sus propias preguntas funcionan como indicadores de cuánto entienden. El juego también es un gran aliado a la hora de explicarles cómo funciona la dinámica de vender y comprar. En la etapa escolar, además, vale la pena profundizar en el concepto del trabajo, y cómo el dinero es el resultado de esa tarea. Sin embargo, la psicopedagoga y psicóloga Galia Leibovici señala la importancia de que el trabajo no solo quede asociado a lo económico, sino que esté presente la idea de que es una instancia de disfrute.

Hablar de crisis y buenas rachas.

Para el psicólogo Álvaro Alcuri, en la relación entre padres e hijos el dinero debe estar presente como un valor relativo. "Forma parte de nuestra vida, pero no es lo más importante ni lo único que existe. No lo demonizamos ni lo endiosamos", opina. En ese sentido, es partidario de no ocultar las malas ni las buenas rachas económicas. "El niño siempre quiere saber lo que está pasando, suele enojarse cuando percibe que le estás escondiendo algo y te agradece que hagas explicaciones honestas, siempre que sean adecuadas a su nivel de desarrollo psíquico y afectivo".

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