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Lo que a ellos les gusta

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Los factores que influyen en la formaciónde preferencias son la familia, los amigos, la escuela y los medios de comunicación.

Las preferenciasde los niños empiezan a definirse a partir de los 3 años. Pero no son estáticas. Los intereses pueden variar y aumentar hasta la adolescencia. ¿Qué factores influyen?

El mismísimo día que se enteró que sería padre de un varón, Mauro compró la camiseta del equipo de sus amores e hizo a su futuro hijo socio vitalicio del club. Subió la noticia a las redes sociales y recibió decenas de comentarios que lo llenaron de orgullo. Cuando Tiago nació, la primera muda fue tricolor. Al tiempo llegó a Facebook la foto posando con la pelota, después la de la primera ida al Estadio y la del primer entrenamiento en la escuelita de baby del barrio. Hasta que un día Tiago le dijo a sus padres que, en realidad, a él no le gustaba tanto el fútbol. Prefería las ciencias. Y quería que le compraran un libro sobre el sistema solar.

"Como padres tenemos que estar prontos para tolerar la frustración que implica que a nuestro hijo le guste más jugar con el microscopio que al fútbol", dice la psicóloga infantil Magdalena Herrera Oreggia. Desde el momento que un bebé gatea, comienza a elegir hacia dónde va y con qué juega. A partir de los dos años, "defiende sus intereses" haciendo uso de "sus mejores armas": los gritos y las pataletas. Sobre los tres, el proceso de "individualización" se consolida, junto con sus gustos, intereses y preferencias. Ya en edad escolar —bajo el estímulo del sistema educativo y su oferta—, el niño "comienza desde un lugar más maduro" a mirar y detectar aquellas actividades y juegos que lo atraen particularmente. "Así vemos en la escuela niños que prefieren y gustan más de las tareas manuales y artísticas, otros que disfrutan haciendo cuentas, a otros les interesa correr, saltar, jugar al fútbol...", explica la psicóloga. Entrada la adolescencia, los chicos muestran "un perfil" más definido, donde las preferencias se "afianzan".

Pero los gustos e intereses no son algo estático. "Siempre pueden ir aumentando y cambiando. Vivimos redefiniéndonos a medida que nos vamos conociendo a nosotros mismos y ayudados por el entorno y sus movimientos", dice Herrera Oreggia. Con experiencia en el ámbito educativo, la maestra y coordinadora pedagógica del colegio Wara, María Pisano, coincide: "A lo largo de toda la infancia los niños van probando. De ahí lo fundamental de las posibilidades que uno les presenta y la amplitud que le ofrecemos en el conocimiento de diferentes cosas".

¿Qué influye?

El gusto no se puede imponer, pero sí moldear. Y en ese largo proceso que puede llegar a durar toda la vida inciden, al menos, cuatro factores: la familia, los pares, la escuela y los medios de comunicación. "Todos ellos son factibles de ejercer mucha influencia para la libre o no realización personal del niño", dice Herrera. Sin embargo, su peso varía según la edad. "En la infancia, las figuras parentales primero y la escuela después, son primordiales. Luego, en forma gradual, los amigos toman un lugar preponderante, hasta hacerse más fuerte en la adolescencia. Y los medios de comunicación, que en otras épocas influían más en los adolescentes, hoy, inmersos en la cultura del consumo, han pasado a ser un factor de mucho peso ya desde la infancia. Son un constructor de intereses necesidades y preferencias".

En casa de actores, Alejandra Wolff y Julio Calcagno tratan de que el teatro no esté siempre presente en la relación con su hija Franca Luna, de 13 años. "No hemos querido saturarla con nuestra vida, porque al final puede pasar al revés, y ellos terminan odiando el lugar que en definitiva es el trabajo de los padres y eso que la separa de nosotros, ¿no?", reflexiona la actriz de la Comedia Nacional. Claro que Luna ha estado en muchos de los estrenos de sus padres y vive las artes con cercanía. Sería extraño que no fuera así. "Nos ayuda a pasar letra, a estudiar, pero porque le gusta...", cuenta Alejandra.

"A Luna le veo temperamento artístico, pero habrá que ver qué pasa. Le encanta la música y sobre todo cantar". Durante cuatro años tomó clases en la escuela de música Hugo Balzo. Allí aprendió solfeo y guitarra. "Este año estamos en la búsqueda de un profesor de canto. Pero estoy en contra de la presión, prefiero una mirada desde lo lúdico". Alejandra, que padeció la exigencia de pruebas y concursos, sabe lo que dice. "Me interesa más la felicidad que el rendimiento".

Más tarde o más temprano en la crianza, muchos padres se preguntan: ¿debemos imponer un gusto? Para la psicóloga Herrera Oreggia, la respuesta "terminante" es no. "Si lo impusiéramos no sería un gusto del niño sino un acatamiento del deseo del padre". Lo que sí pueden hacer los padres, "referentes fundamentales" durante la infancia, es ofrecer y sugerir. "No debemos olvidar que se está hablando de gustos y preferencias, no de hábitos, rutinas y reglas de convivencia", distingue. En estas últimas, el rol paterno es bien diferente y el "no" necesario.

Sin presiones.

"Mi familia siempre ha sido muy futbolera, entonces desde niño estuve muy influenciado por eso", contó el jugador de la selección chilena Roberto Gutiérrez a El Mercurio, haciendo suya una experiencia de muchos deportistas. "Desde niño me llevaban al estadio a ver los partidos de la Católica, Palestino o la Copa Libertadores, era un gusto por el fútbol general. Por eso nunca pensé en hacer otra cosa".

En Uruguay, otro país harto futbolero, muchos niños llegan a la cancha más por presión familiar que por gusto propio. "Lamentablemente, muchas veces vemos que la actividad pierde su objetivo fundamental y se convierte en una lucha entre padres, jueces y profesores", opina la psicóloga. Además, lejos de ser beneficiosa, esa presión genera en los chicos ansiedad y distorsiona los valores y las razones que, en un principio, estimularon el interés por el deporte.

Reflexionando sobre su propia elección profesional, Pisano apunta a que siempre existe "algún referente" que despierta la curiosidad y la motivación. En lo educativo, agrega, puede ser no solo un docente sino también los propios amigos. "Y a partir de ahí evaluamos seguir profundizando y buscando nuestro camino".

En la adolescencia, la influencia de los medios de comunicación sobre los gustos es enorme. La televisión y la publicidad, sobre todo, crean modelos que parecen necesarios y urgentes. Por eso, no es raro que un liceal quiera determinada ropa o escuche determinada música. "Allí la cultura de consumo se entrama con la necesidad natural que tienen los chicos de tomar como referentes a sus pares", explica Herrera. "Yo diría que sobre el final de la adolescencia las macro preferencias están definidas. El joven ya sabe con certeza qué música le gusta, con qué estilo vestirse, si le gusta el fútbol o las obras de teatro... Y también por la negativa: lo que seguro no le gusta, como no quiero ser médico". Sin embargo, aclara: "No diría que está todo jugado. Siempre puede hacer movimientos".

El hijo ideal versus el hijo real.

"Perdón hija querida, perdón hijo mío por tantas veces pedirte que seas distinto. Más sociable de lo que sos, menos osado de lo que te nace, más deportista de lo que dictan tus genes, menos ruidoso, más comilón, menos sensible, más prolijo, menos enérgico, más de esto y menos de aquello", escribió la bloguera Magdalena Piñeyrúa en la columna que tituló "Aceptarte como sos". En pocas líneas, Piñeyrúa reflejaba ese escenario en el cual la realidad se choca con las expectativas. Para la psicóloga infantil Magdalena Herrera Oreggia, ya durante el embarazo surgen en los padres determinadas preguntas sobre cómo será su hijo. "Y construyen un conjunto de deseos que hacen a ese niño imaginario ideal. Pero por otro lado tenemos al niño real. Ahí, entonces, los padres se debaten entre los deseos del hijo ideal y la aceptación del hijo que hoy se muestra".

Se puede ofrecer, nunca imponer

El deporte es la disciplina donde las presiones y expectativas familiares están más presentes, coinciden los expertos. En el otro extremo están las artes, valoradas en la primera infancia y devaluadas en la época escolar. Sin embargo, sea en el área que sea, imponer un gusto no es el camino correcto. "Puede generar el efecto contrario", advierte la psicóloga Magdalena Herrera Oreggia. "Más oposicionismo y más lucha por su decisión, porque allí lo que empieza a jugarse no es el interés en sí sino la necesidad de ser respetado en su elección".

Educar es ampliar el horizonte.

"La educación tiene la posibilidad y el privilegio de ir ampliando el horizonte de los niños", opina la maestra María Pisano, coordinadora pedagógica de Wara. Allí, por ejemplo, los alumnos de 4° a 6° año de primaria tienen clases de chino mandarín. "No salen hablando y escribiendo, pero es una herramienta más. Es como abrir una puerta para conocer una cultura diferente. Después algunos podrán seguir profundizando y otros no", comenta. En la etapa escolar, los niños tienen capacidad de asombro y curiosidad. Y el lema sería: hay que aprovecharla al máximo.

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