Danna Liberman y su método para sanar desde el dolor que se convirtió en obra de teatro y círculos de conexión

La pérdida de su hijo animó a la actriz, dramaturga y facilitadora de mindfullness a desarrollar el Método Uriel, y así curar a otros desde el arte. El 25 de abril reestrena "Hanami" y hará círculos de conexión durante todo el año. Aquí su historia.

12/03/2023, 03:35
Danna Liberman es actriz, dramaturga, psicopedagoga y facilitadora Mindfullness.
Foto: Darwin Borrelli.
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Mariel Varela

A Danna Liberman le fascina leer, pero más le gusta recomendar autores, pensadores y libros que hagan bien a otras almas. Disfruta de facilitar grupos donde los ejercicios teatrales sean el catalizador para la introspección y el autoconocimiento. Y goza al observar cómo en esas instancias los corazones de esos seres comienzan a latir sincronizados y a elevar su vibración. Danna es una mujer que cada vez que atravesó bosques muy oscuros, esos donde perderse parecía la única alternativa, encontró en el universo artístico una bocanada de aire, y salió a flote haciendo clown, improvisación, o shows.

El arte ha sido siempre su nutriente esencial, aunque tiempo atrás no osaba equipararlo a una charla de diván. Cuando sus alumnos le repetían ‘me hacen bien tus clases’, ella se encargaba de alegar que el objetivo del teatro era simplemente artístico, no terapéutico. El concepto mutó cuando recibió el cachetazo más fuerte que alguien puede recibir, y ese dolor inmenso la obligó a buscar la manera de volver a amar la vida.

“Después de lo que me sucedió con Uriel, mi hijo que falleció a los 2 años, y a raíz de ese movimiento personal y profundo, me di cuenta de que podía dar vuelta la ecuación y tener como objetivo ayudar a las personas, potenciarlas, brindar un espacio de bienestar personal y terapéutico donde el arte sea la herramienta”, cuenta Danna a Revista Domingo.

Ese cimbronazo, sumado a una escena donde vio a una alumna suya dictar una clase que parecía dada por ella, la ayudaron a advertir que en esas prácticas y reflexiones que transmitía en el aula había algo muy personal, y quiso expandirlo. Entonces se planteó ‘¿qué me enseñó la presencia de Uriel en la Tierra?’ “El amor incondicional, la belleza de existir, la alegría de vivir, la fuerza vital”, enumera. Y convirtió esas sabidurías en los pilares fundamentales del método Uriel, creado en honor a su hijo, para vivir la vida desde el amor, iluminando y ayudando a otras personas.

En ese impulso creativo nacieron los círculos de conexión, experiencias que buscan que el individuo conecte con su esencia y sus emociones desde la meditación , la escritura, el movimiento, los ejercicios teatrales, la mirada, y logre observar su realidad desde una perspectiva desconocida.

Los círculos de conexión son una experiencia para el autoconocimiento a través de herramientas artísticas. Habrá uno por mes hasta fin de año en Sal y Pimienta.

También brotó de su interior Hanami , un unipersonal autobiográfico dirigido a todos los que danzan o han danzado el dolor, con la pretensión de integrarlo a la belleza de la existencia. La obra se repondrá en la sala Hugo Balzo el 25 de abril con seis únicas funciones .

“Es una experiencia escénica, porque yo no siento que el público vaya a ver a Hanami, siento que el público está ahí conmigo, me acompaña. Todas y todos vivimos ese proceso, y se genera una comunión muy linda”, comenta Danna sobre la obra a Domingo.

El arte, para Danna, puede salvarte la vida, o por lo menos, nutrírtela al punto de que logres transitarla de una forma más liviana y consciente, con más juego y más amor. Esa convicción tiene un argumento sencillo y es que en ella las herramientas artísticas han surtido efecto.

“En el carrete de fotos de la vida siempre encuentro, en mitad de situaciones muy difíciles, que estoy haciendo un espectáculo o ensayando clown. Me di cuenta de que (el arte) es mi comidita, mi nutrición para poder atravesar bosques tupidos”, asegura.

Toda las creaciones e inspiraciones de Danna responden a su propósito en la vida: iluminar el dolor en ella y en otros para poder integrarlo y rescatarse desde el arte.

“Todos los medios expresivos que puedo tener (círculos, talleres, espectáculos) tienen que ver con qué voy a hacer con mi vida en la Tierra y con que quiero entregar a otras personas: hacer servicio, generar espacios de disfrute, de expresión y juego. Mirar a quien tenés al lado y decirle ‘la vida está de más, lo que te está pasando va a pasar, porque todo pasa, estemos acá.’,” apunta.

Eternidad

Danna Liberman interpretando "Hanami", el unipersonal autobiográfico que escribió tras la pérdida de su hijo Uriel.
Foto: Gabriel Arambillete.

Escribir Hanami fue la forma que encontró de hacer catarsis y un regalo de la vida después de procesar la pérdida de Uriel. “Cuando empecé a escribir la obra era como un manantial, algo que tenía que salir, no fue que me puse a pensar, era una necesidad expresiva”, confiesa. Fue también una manera de que otros padres y madres que transitaban un dolor semejante sintieran que tomaba su voz desde lo que sabe hacer: ser actriz, dramaturga, psicopedagoga, facilitadora de mindfullness y madre.

“Mi rol es expresivo y puedo brindar a esas personas un espejo, porque aunque sea mi historia pretende contar la de todas las personas que atravesamos el dolor. La intención más fuerte es reivindicar la belleza de existir, porque para mí entender que también en el dolor está la belleza me hizo explotar la cabeza”, señala.

-¿Sentís la presencia de Uriel cuando hacés la obra o facilitás los círculos?
-Todo el tiempo, él es conmigo. Hay una cuestión de lo sutil. Hay personas que creen que la vida termina y terminó, pero para mí la etapa en la Tierra tiene un tiempo limitado, pero hay otra parte que es eterna (algunos le llaman alma, otros fracción divina), trasciende los tiempos, y te podés comunicar con esa dimensión más sutil. Antes tenía otro concepto; trabajé muchísimo lo que es la muerte y la vida para re enamorarme de la vida. La muerte, para mí, era el final de todo, y re descubrí una cosa mucho más profunda: no es el final, es el final de una etapa en que tenés un cuerpo y estás viviendo la experiencia en la Tierra. Somos seres espirituales que vivimos una experiencia corpórea en la Tierra; cuando se termina esa etapa, se puede acceder a esa dimensión eterna, que no está en la Tierra, con una comunicación sutil.

Danna colecciona palabras extrañas como si fueran figuritas y Hanami integra ese inventario. La obra, revela, se iba a llamar Flor de aloe, porque con Uriel se deleitaban observándolas. Pero, en determinado momento, sintió que ese título no representaba la esencia de la pieza y encontró en Hanami (término japonés que significa ‘el placer de contemplar las flores’) una mejor síntesis: “La obra habla mucho de las flores y para mí son la máxima expresión de belleza del universo”, comenta.

No en vano, el pedido antes de cada círculo es llevar un ramo para hacer un ritual donde se intercambian flores entre los participantes. Durante el último encuentro de 2022, una chica contó que debió suspender su fiesta de cumpleaños por problemas personales, y al día siguiente, en la celebración, usó ese ramo como centro de mesa.

“El centro del festejo fueron esas flores que surgieron de todos y de ella conectada con lo que es. El círculo es una invitación a mirarte y celebrarte, así que esa imagen con el ramo en el centro es muy simbólica”, cierra Danna.

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