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Gustavo Oviedo in memoriam

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Un referente de la música uruguaya

Admirado pública o secretamente, Gustavo Oviedo (1952-2021) puso ritmo con su tambor en el corazón del candombe.

Nacer negro en la década del 50, el trabajo en la estiba, la amistad a raudales y de diverso pelo, la comparsa, la jefatura de cuerda, las bacanales, la pelea callejera, vivir todos los días del año como si fueran feriado o el último, y la música —siempre la música— no son sino parte de las numerosas vidas que le fueron dadas. Admirado secreta o públicamente, con recelo o devoción, Gustavo Oviedo (1952 – 2021) fue dentro y fuera de la comunidad negra gran alto faro. Tan anónimo para un ojo virgen como lo puede ser un jefe de cuerda, tan oceánico para el aficionado a la música popular por las grabaciones con Jaime Roos, El Sabalero, Jorge Schellemberg, Jorginho, o al acompañar en percusión a Celia Cruz con sus apenas diecisiete años. El espejo donde se mirara por primera vez había sido un baluarte de las familias negras de Palermo: Cacho Giménez. (Muchos se mirarían luego en él: con diversa suerte). Antes, todo había comenzado en una calle de una cuadra, una calle que atraviesa en dos el conventillo de Ansina, de Isla de Flores a San Salvador. De allí salió el Hurón, de allí Perico Gularte, de allí Mariano Barroso, de allí Malumba, de allí el Palo, de allí tantos otros que el viento se llevó… O no. Pues según se sabe, los muertos tocan siempre entre nosotros, y cada vez que en el hombro se cruza el tambor, se les oye la conversa. Tal vez, pronto Gustavo nos dicte algo, y entonces el rezongo de los pianos será más dulce, y también será el repique de un pájaro, y un agua contra las rocas, y el milagro de un templo, y se oirá entrando en un tiempo donde nunca nadie antes entró, apagando el reverbero sonoro del piano con la blanda palma de la mano, donde sólo es posible entrar cuando el latido del corazón, más que una síncopa, es una caja de música. Entonces, los tamborileros de la cuerda se mirarán fijo, pero los de afuera no sabrán qué pasa.

Discografía

Negrocán Uruguay, (Candombes, 1970).
Jaime Roos. Pirucho, Tal vez Cheché (Mediocampo, 1984). El tambor (7 y 3, 1986). Candombe de Reyes (Sur, 1987).
José Carbajal. El Sabalero, Tanto canto tanto tengo (Angelitos, 1984).
Jorginho Gularte, Fermina (cuerda final). (La Tambora, 1984).
Jorge Nasser. Tiembla el alma (Era el mismo, 1985)
Jorge Schellemberg, Casi un milongón, Pescando sal. (A las tres de la mañana, 1994)
Trío de tambores (Antología del Candombe, Sello Orfeo, 1991).
Cuerda de Ansina. Por los que no están. (Música negra de la ciudad de Montevideo, 2001).

En todas las grabaciones Gustavo Oviedo toca tambor piano, menos en Candombes de Negrocán, con tambor chico. Además tocó con Fantasía Negra, Concierto Lubolo y Sinfonía de Ansina.

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