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Qué pasa en el cuerpo cuando amamos, por qué somos infieles y cuánto dura el enamoramiento

Existen diferentes fases del amor que se vinculan con distintas áreas del cerebro; conocerlas nos ayuda a entender nuestros comportamientos.

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Pareja, amor, enamorados
Pareja abrazándose.
Foto: Freepik.

Pilar Pose, La Nación/GDA
¿Cómo procesa el amor el cerebro? ¿Por qué aún cuando amaba fui “infiel”? ¿Por qué es tan importante el trabajo personal para estar bien en pareja? Estas son algunas de las preguntas que surgen cuando uno investiga sobre el tema.

Con un poco de humor, el enamoramiento podría compararse con un banner que nos impide leer una noticia tranquilamente. Ese anuncio, que interrumpe y nos distrae, sería, en esta metáfora, la persona de la que estamos enamorados, colándose en nuestros pensamientos una y otra vez. Probablemente gran parte de quienes navegamos estas líneas hemos estado alguna vez enamorados.

Atravesamos la euforia, el optimismo, la idealización, la ilusión y el deseo intenso producto de estar sumidos en un mar de hormonas. Pero ¿qué es lo que sucede a nivel de nuestra biología y nuestra psiquis cuando nos enamoramos? ¿En qué se diferencia el amor de estar enamorado? ¿Por qué aún cuando amamos a alguien, podemos enamorarnos de otra persona a la vez?

Según la psicóloga y escritora Pata Liberati, “el cerebro enamorado es un cerebro lleno de neurotransmisores de la felicidad y el placer, un cerebro obnubilado, entusiasmado, casi cegado. Se vive en una especie de ilusión y uno ve al otro perfecto”. “Esto hace que psicológicamente haya un exceso de optimismo”, afirma.

Para Tomás Cuirolo, psicólogo y terapeuta holístico, “el enamoramiento ocurre mucho más en la fantasía que uno tiene del otro, que en función del otro en sí. Siempre al principio, cuando uno está conociendo a la otra persona, se relaciona con la imagen mental que uno empieza a crear de la otra persona, más que con quien es el otro realmente. Muchas teorías hablan de este proceso como parte fundamental para la procreación de la especie”.

Una de las primeras en estudiar el amor desde la ciencia fue la antropóloga Helen Fischer. En su Ted Talk “Why we love, why we cheat” (Por qué amamos y por qué nos engañamos), Fischer expone los resultados de un estudio en el que sometió a personas enamoradas a un escáner funcional MRI para entender cómo procesaba su cerebro el amor.

En base a sus conclusiones, describe tres tipos de amor o tres fases neurobiológicas que atraviesa el cerebro al sentirse enamorado: la lujuria, el enamoramiento o amor romántico, y el apego profundo a una pareja.

Cómo funciona cada tipo de amor.

Según la investigadora, “el amor romántico es muy simple: te volvés sexualmente posesivo, con el propósito darwiniano de unir a dos personas con la fuerza suficiente para empezar a criar bebés en equipo”. “Esta fase enciende principalmente la secreción de dopamina, el neurotransmisor que estimula los centros de placer en el cerebro. La dopamina combinada con la norepinefrina puede hacernos sentir llenos de energía y euforia” asegura Fischer.

Las otras dos clases de amor en el cerebro son la lujuria y el apego. En palabras de Fischer, “la lujuria es el impulso sexual, el deseo de gratificación sexual. Responde a la necesidad biológica de reproducción y se caracteriza por ser regulada por la testosterona y el estrógeno".

Y el tercer sistema cerebral es el apego: la sensación de calma y seguridad que podemos sentir con una pareja a largo plazo, fase regida principalmente por la oxitocina”. Entender y aceptar estos mecanismos de nuestra biología nos puede ayudar a habitar con más conciencia nuestros vínculos amorosos.

A mi entender, es más “profundo” en términos de desarrollo personal, hablar de estos indicadores, en lugar de refugiarnos en “el otro es muy intenso”, “me ghostearon de un día a otro”, “se obsesionó y me controlaba”, “dejó de funcionar a los dos años”, excusándose o poniendo la culpa afuera, en lugar de responsabilizarnos. Casualmente, este último dato puede ser muy alentador para una comprensión más profunda: el enamoramiento biológico, según Fischer, dura de dos a tres años como mucho. Cualquier relación que supera este tiempo, comparte una visión de futuro juntos. Cuantas personas encuentran como patrón que no pasan “la barrera de los tres”, como es popularmente conocida.

¿Podemos enamorarnos de varias personas a la vez?

La antropóloga explica que estos tipos de amor se activan en distintas áreas de nuestro cerebro, que no están necesariamente conectadas, lo que da lugar a que sea posible amar a más de una persona al mismo tiempo. “Podés sentir un fuerte apego a una pareja de largo tiempo y sentir un intenso amor romántico por otra persona, mientras sentís deseo sexual por gente que no tiene que ver con estas otras parejas. En resumen, somos capaces de amar a más de una persona al mismo tiempo. Cada experiencia está controlada por distintas áreas del cerebro que no están bien conectadas entre sí” expresa Fischer.

¿Qué sucede con el amor a medida que pasan los años?

En su libro “Por qué amamos”, la investigadora explica: “El amor cambia con el paso del tiempo. Se hace más profundo, más calmado. Las parejas ya no pasan todo el día hablando, ni bailan hasta el amanecer. La pasión desaforada, el éxtasis, el anhelo, el pensamiento obsesivo, la energía intensificada: todo se disuelve. Pero si uno tiene suerte, esa magia se transforma a sí misma en nuevos sentimientos de seguridad, comodidad, calma y unión con la pareja”.

¿Cuánto dura el enamoramiento?

“Por lo general, el enamoramiento dura de dos a dos años y medio. Después, ese enamoramiento empieza a caer y uno tiende a encontrarse con todas esas cosas que no le gustan”, explica Tomás Cuirolo y suma: “muchas veces, ocurre que esas mismas cosas que en un principio a uno lo enamoraban, tienden a ser rechazadas. Ese rechazo, por lo general, habla de características y situaciones muy similares a secuencias o experiencias que uno vivió cuando era chico en relación a papá o a mamá. El otro es una metáfora de esa figura paterna que llevamos dentro. Tendemos a pararnos frente al otro de una manera particular y tendemos a recrear ese vínculo”.

Pata Liberati lo explica de la siguiente manera: “tarde o temprano, llega la realidad: vemos al otro tal cual es. El amor es un poco la desilusión, quitarse el velo de que el otro es perfecto y absolutamente completo en sus virtudes”. “Bajo mi punto de vista, es posible amar a muchísimas personas al mismo tiempo” sostiene y agrega: “La infidelidad como tal, para mí, es algo inexistente. Elegimos con quienes vincularnos amorosamente. Esto puede estar consensuado o no con la pareja”, aclara. De este punto, se desprende la necesidad de tener acuerdos claros al interior del vínculo y respetarlos.

¿Cuáles son las raíces de la infidelidad?

Sucede que al indagar psicológicamente sobre las causas del engaño y la ruptura de estos pactos, podemos encontrar que las raíces de estos comportamientos son mucho más profundas. “La infidelidad depende mucho del caso en particular, es difícil generalizar” aclara Cuirolo y lo ilustra con algunos ejemplos: “Algo que ocurre bastante es el auto-boicot. Hay, muchas veces, algo inconsciente en uno que quiere confirmar o darle razones al otro para demostrar que uno no es suficiente, o que uno no puede, o que no vale. Muchas veces al ser infiel, uno es descubierto por el otro y ese otro termina dejándolo, y uno empieza a recrear en su cabeza pensamientos de insuficiencia.

Otra posibilidad es que ese enamoramiento baje, ya la pareja no nos llame la atención de la misma forma que en un principio y en lugar de hablarlo y compartirlo, sale a buscar en otra parte, tal vez de un modo infantil; cuando no se tienen las herramientas suficientes como para hablar y uno simplemente sigue el impulso. “También puede suceder que uno se haya sentido traicionado, probablemente cuando era chico, por lo que continuamente se protege de la traición y, paradójicamente, encuentra como forma de protegerse, el traicionar y romper el acuerdo. Estas son solamente algunas posibilidades dentro de muchas más que pueden haber”, aclara el terapeuta.

“Hay distintos tipos de infidelidades” coincide Liberati. “Un escenario puede ser el de una persona con tendencia a la infidelidad, que a grandes rasgos siempre necesita del entusiasmo, la adrenalina, la ilusión, quizás poniéndonos prejuiciosos, hasta con temor al compromiso o con un Edipo mal resuelto... Después está la infidelidad que es la oportunidad de mostrarle a una pareja que algo necesita ser visto. Cuando alguien no puede decir que algo le está haciendo ruido y aparece un tercero para poner esto en escena”.

Para la autora de “Amorosamente”, puede haber una gran oportunidad en estas vivencias. “La infidelidad como síntoma nos da la oportunidad de obtener data y así sacarle el jugo: entender qué pasó ahí, qué nos viene a decir. Lo conveniente siempre es intentar hablar, saliendo del drama”, aconseja.

Para Cuirolo, “es muy importante empezar a ver qué está pasando adentro de mi pareja, antes de tomar cualquier decisión. Hecha esa indagación, elegir qué es lo que más me representa. ¿Me elijo o me abandono cuando sigo con mi pareja? ¿Me elijo o me abandono cuando elijo a la tercera persona? Lo más importante es desde dónde tomo la decisión, más que la decisión en sí”.

¿Para qué sirve estar solos?

Como señala Jay Shetty en su libro “Las ocho reglas del amor”, el primer paso es prepararnos para el amor, aprendiendo a querernos a nosotros mismos en soledad: “solos, aprendemos a comprendernos a nosotros mismos, a cuidarnos y a sanar nuestro propio dolor”.

Debemos aprovechar el tiempo cuando estamos solteros o tomarnos tiempo a solas cuando estamos en pareja para comprendernos a nosotros mismos, nuestros gustos y nuestros valores, explica Shetty: “cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos, desarrollamos habilidades como la compasión, la empatía y la paciencia, cualidades que podemos utilizar para amar a otra persona”.

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