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Jardinería: la terapia al aire libre que mejora el estado de ánimo y conecta con el momento presente

La jardinoterapia es indicada por muchos profesionales alrededor del mundo para reducir el estrés, mejorar la concentración y tratar síntomas físicos.

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Jardinería, plantas
Hombre arreglando el jardín.
Foto: Freepik.

Victoria Vera Ziccardi, La Nación/GDA
Relacionarse con las plantas y practicar la jardinería brinda beneficios físicos y mentales, y permite conectar con la naturaleza, aprender de ella y de uno mismo. Se trata de una actividad enriquecedora que permite cuidar de algo que está vivo y, a la vez, experimentar una conexión profunda con la Madre Tierra.

“La jardinoterapia en algunos países es un tratamiento recomendado por profesionales de la salud para personas con estrés o problemas emocionales y/o físicos”, relata la paisajista Patricia Feijo.

¿Es su uso terapéutico algo nuevo? No. Ya desde la Antigua Grecia se hablaba de la importancia del contacto con las plantas para la salud. En ese entonces Aristóteles les atribuyó alma, aunque no sensibilidad; Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba a sus discípulos que les hablaran a las plantas y que las consideraran como ”la base de su botiquín”. Ya en el siglo XX, el botánico y microbiólogo austrohúngaro Raoul Heinrich Francé llegó a afirmar que las plantas se mueven tanto como los animales, pero a una velocidad mucho menor.

En síntesis, pueden parecer inofensivas y hasta frágiles, pero no lo son. En su ADN cuentan con los elementos indispensables para ser fuertes y sobrevivir a cualquier adversidad: agua, sol, tierra y aire.

“El placer que genera el hábito de observarlas y relacionarse con ellas es arte. Estar conectados con el mundo natural es sumamente importante para nuestro bienestar personal”, dice la paisajista Ileana González, quien además añade que está demostrado científicamente que las plantas generan cambios positivos en el estado de ánimo de una persona.

Plantas aliadas del bienestar humano.

Daniela Troncatti Castillo, licenciada en planificación y diseño de paisajes, asegura que existe una fuerte relación entre el bienestar psicológico de una persona y el tiempo que ésta pasa en contacto con la naturaleza. Según la especialista, las plantas son aliadas de los humanos; uno puede verse reflejado en ellas porque, justamente, “nosotros también somos naturaleza”, dice.

“Quienes pueden ocuparse de las actividades de su propio jardín como por ejemplo podar, sacar yuyos o regar, están realizando indirectamente una tarea que las ayuda en su bienestar”, dice la psicóloga Silvia Dagnino Pastore. Por ejemplo: “si podás, estás sacando cosas que ya no tienen sentido en tu vida y dándole fuerza a las que sí lo tienen”. Para ella, sacar los yuyos puede ser un equivalente a sacar ideas invasivas y afirma que la jardinería “ayuda a salir de lo puramente mental para bajar a tierra, a lo corporal”.

Los beneficios de la relación entre las personas y las plantas han sido indagados por expertos en varias ocasiones. Justamente, una investigación hecha por la Universidad de Princeton ha develado que las personas que tienen contacto diariamente con plantas alcanzan los mismos niveles de bienestar que se obtienen mediante actividades como hacer ejercicio físico, meditar o juntarse con amigos.

Otro estudio publicado en el Journal of Physiological Anthropology ahondó en las respuestas psicológicas y fisiológicas que aparecen como consecuencia de esta conexión entre humanos y plantas; los estudiosos principalmente resaltaron que dicho vínculo reduce los niveles de estrés gracias a la estimulación de los sentidos -oído, vista, olfato, tacto y gusto- que se produce al tocar sus hojas.

En cuanto a beneficios concretos, Feijo detalla que, en adultos mayores, estimula la concentración y la memoria porque “la persona está muy conectada con el momento presente tanto cuando riega como cuando trasplanta o poda; la mente está tan concentrada que se practica una especie de técnica de mindfulness”, dice. Además, agrega que mejora el estado de ánimo ya que uno se siente útil al ver los frutos de su trabajo en el jardín.

En lo sucesivo, Dagnino Pastore explica que la jardinería puede funcionar como un momento de meditación: “Nos hace salir de uno mismo y estar enfocados plenamente en pensamientos que no tengan que ver con los propios”, sostiene.

Sumado a eso, la profesional revela que este vínculo con la naturaleza ofrece “un intercambio beneficioso para entender que no se puede dominar todo el entorno y para aprender a escuchar y prestar atención ya que a las plantas no siempre responden como uno esperaría”, dice.

Feijo explica que también al estar al aire libre se obtiene vitamina D, que ayuda con la absorción del calcio, el fortalecimiento de los huesos y protege al sistema inmunológico. “Esta exposición al sol también mejora el estado de ánimo porque hace que disminuya el cortisol -denominada la hormona del estrés- y ayuda a perfeccionar la calidad de sueño”, agrega.

¿Cómo empezar con la jardinería?

Según Troncatti Castillo es muy fácil hacer de su cuidado un hábito. Lo más importante a tener en cuenta es la observación; gracias a esto uno puede entender qué es lo que las plantas necesitan. Pero también añade que antes de adentrarse en dicho mundo, hay que saber que es diferente el cuidado de las plantas que están ubicadas en ambientes interiores respecto de las de exterior.

En base a esto, la profesional señala que la correcta elección de las plantas según la ubicación es la clave del éxito para el cuidado. “Siempre digo que es fundamental observar el origen de las especies porque este nos da una buena pauta de las condiciones que le son favorables”, dice.

Asimismo, añade que es común en esta época invernal que las plantas decaigan por el frío. “Muchas ya vienen en estado de reposo, lo cual es una imagen bastante dramática pero no necesariamente asociada a enfermedades. Hay que tenerles paciencia y esperar que llegue su momento de florecer”, explica.

También están quienes además de hidratarlas y situarlas en lugares adecuados, optan por hablarles, cantarles o tocarlas ya que además de sentir que están comunicándose con un ser vivo, se ha demostrado que las plantas escuchan y reciben el amor que se les da.

“Son verdaderas maestras que nos enseñan sobre los tiempos de maduración. Las vemos crecer, sacar una hoja nueva, una flor… ¡es tremendo! Y ni hablar de toda la belleza que producen, sus aromas, sus colores. Lo pienso y me emociona”, concluye.

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