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Noche de la Filarmónica con los Ganz y un notable Martín García

Evento. El concierto fue en homenaje al 60 aniversario del Estado de Israel

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FERNANDO MANFREDI

El 60 aniversario del Estado de Israel, sirvió como marco del concierto de la Filarmónica de Montevideo dirigida por Martín García y con la actuación solista de Amiram y Maxime Ganz.

No resultó ser todo lo brillante que podía augurarse la noche de la Filarmónica. Primero por el operativo de seguridad (justificado, pero demasiado omnipresente) que distraía más de lo debido a quien iba a disfrutar de la música. Segundo porque como sucede en este tipo de eventos, asistió mayoritariamente un público poco experimentado en conciertos sinfónicos, que dificultó la normal audición de las obras, tanto por su tendencia a seguir conversando, como por la incontinencia a la hora de aplaudir toda vez que la orquesta o los solistas dejaban de tocar.

La situación llegó incluso a perturbar un poco a los ejecutantes, algo que se notó en el bis que Ganz y su hijo realizaran sobre el último movimiento del dueto de Ravel, donde los aplausos bloquearon el pasaje de gran calidad que tiene el violonchelo en esta obra.

Martín Jorge dirigió con solvencia y buen gusto una siempre disfrutable Sinfonía inconclusa de Schubert que unió a la obertura de Rosamunda. Fue excelente la manera en que condujo el Allegro moderato que comenzó elevándose solemnemente desde las profundidades de los contrabajos y violonchelos, para desarrollarse con dignidad. También fue convincente el Andante con moto melancólico y tierno.

En la segunda parte se ofreció el Doble concierto para violín y violonchelo en la menor Op. 102 de Johannes Brahms, magnífica obra de notable inventiva y gran dificultad técnica. Escuchándola, resulta poco más que increíble, que fue recibida con escaso interés por el público y con manifiesto repudio de la crítica, pese a lo cual Fritz Simrock lo publicó en Berlín aquel mismo año. Incluso entrañables amigos personales de Brahms mostraron su rechazo frontal a la obra. El Dr. Billroth escribió a Hanslick que el concierto le parecía "tedioso y fastidioso, una producción realmente senil". El mordaz Hanslick publicó que la obra "es un trabajo más escrito que inspirado" y Clara apuntó en su Diario: "No me parece buena idea juntar el violín y el violonchelo. El concierto es sin duda interesante, de rasgos hasta ingeniosos, pero en ningún momento muestra la frescura y el calor de otras obras de Johannes. No espero que este trabajo, tan poco inspirado, pueda tener el menor futuro".

Afortunadamente todos se equivocaron. Esta obra maestra fue el vehículo más idóneo para que Amiram Ganz dialogara musicalmente con su hijo Maxime, que demostró ser un promisorio violonchelista. Notable su proyección sonora así como la calidad de una digitación que preludia a un gran virtuoso. Debe de ser una experiencia intransferible la que vivió el lunes el destacado violinista.

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