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Alejo ganó la segunda edición de Masterchef

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El reality culinario cerró un nuevo año tras una emotiva final. En Uruguay se verá mañana.

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Luego de sufrir mucho, y ante la conmovida mirada de todos los fans de Martín, Alejo se coronó como el ganador 2015 de MasterChef . A diferencia del año anterior, en el que preponderó la idea de que la cocina es más importante que las rivalidades, la final entre Alejo y Martín se antojó mucho más épica que la de Elba, Natalie y Pablo.

Uno es el "bueno", el otro es el "frío". Martín habla con humildad sobre su amor por la cocina y sobre la importancia de su familia. Alejo prefiere poner el acento en la competencia, en lo carnívora que puede llegar a ser la final, e incluso al ver a su familia en el estudio del programa, lejos de emocionarse dice: "Yo tengo un botón acá que es para templanza mode on".

Desde la producción, de hecho, alimentaron esta idea de rivalidad en todos los aspectos que pudieron, haciendo que ambos contrincantes se estrecharan sus manos y se dijeran cómo se veían el uno y el otro, acompañado todo eso de un flashblack con aquel famoso momento en el que Alejo le restó a Martín quince minutos en la preparación de un plato. La cosa venía áspera desde hacía tiempo y en la final se sabría (y perdón por el chiste fácil) quién tendría la sartén por el mango.

La última comida

Siguiendo la lógica de la primera final, los chefs organizaron el último desafío proponiéndoles a Martín y Alejo la preparación de un menú completo, que deberían pensar y ejecutar en tan solo dos horas de tiempo. Con todos los ex participantes mirando desde el balcón, Alejo y Martín comenzaron a preparar sus platos. Una vez finalizados los 120 minutos, comenzó la evaluación:

La entrada de Martín combinó pulpo con cítricos, mientras que Alejo presentó un Gazpacho de Melón Crocante. Como plato principal, el cocinero de La Plata hizo Trillas Confitadas, mientras que su rival ofreció Lomo de Ciervo. Para el postre, Alejo apostó por unas Texturas de Chocolate y Mango, mientras que Martín se jugó por una Marquise. Para los chefs, la competencia era reñida y ambos participantes estaban a la altura de las circunstancias, y más allá de alguna crítica aislada, los tres jurados se deshicieron en elogios. En el último bloque, finalmente los especialistas decidieron que el menú de Alejo merecía llevarse el trofeo.

Con el premio en manos del ganador, y mientras que en Twitter la hinchada de Martín se atragantaba con el resultado, la final de Masterchef rescató la premisa de un reality que sigue funcionando a la perfección, y que se centra en el amor por la comida (que no por el comer, a no confundir). Esa idea rectora, seguramente se pronunció de la mejor manera en la boca de Christophe cuando Martín le sirvió su postre. Al momento de la devolución, el cocinero francés contó una sencilla pero emotiva anécdota personal sobre lo podrido que estaba de la Marquise con frutos rojos… hasta que probó la de Martín: "te felicito por las texturas que has logrado", llegó a decirle. Christophe tiene un amor tan franco por la comida, tan profundo y tan genuino, que es capaz de conmover a través de sus descripciones incluso a aquellos que en la cocina no pasan de preparar una salchicha con puré. Y esa fascinación por la profesión es lo que enaltece a este reality, porque contagia una pasión sin necesidad de golpes bajos, reivindicando algo tan sencillo como lo es el amor incondicional por una profesión (a la que también se puede convertir en una forma de arte). Mientras que en otros realities las individualidades se convierten en el mezquino centro de una licuadora demodé, en este programa culinario el placer nacido de la vocación logró enaltecer a esos 20 competidores y tres jurados. Seguramente sea por eso que Masterchef es un programa tan fácil de digerir.

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