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Secreto a voces

Una mirada al funcionamiento de las usinas culturales

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MARIÁNGEL SOLOMITA

Fotos: Usinas culturales

En la Usina Cultural Casavalle a Bruno González lo llaman "Brunito". Tiene 15 años y es usuario desde los 13. Lo encontraron en el Liceo N°57, pero no va más a clases. El día en que se realizó esta entrevista, empezó a estudiar guitarra. Quiere aprender a componer porque sabe que lo suyo es la música. Tiene experiencia: allí mismo cursó el taller de percusión La Roma y formó su banda, Guyunusa, una de las más consolidadas de la usina. Además es uno de los músicos de Yo soy Marconi, la canción hiphopera que dio a conocer a Don Cony y echó luz sobre un trabajo silencioso que ya tiene 3 años.

Disfruten el ritmo. Hace poco más de un mes el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) presentó en su página web un trabajo realizado por una de sus Usinas Culturales. El primer tema de Don Cony, un joven del Marconi que en clave de hip hop defiende a su barrio mientras pide que se disfrute del ritmo, fue un éxito mediático. Al día de hoy 31.400 personas descargaron Yo soy Marconi en Youtube.

Esta canción y su video clip son un ejemplo y una excepción del trabajo que desde 2009 realizan las Usinas Culturales de todo el país.

La Dirección de Cultura del MEC comenzó a implementarlas hace 3 años. Hasta el momento son once, cuatro ubicadas en Montevideo en los barrios Cerro, Casavalle, Carrasco Norte y en el pabellón 8 del Comcar (aún no está en funcionamiento); seis en el interior: Treinta y tres, Artigas, Salto, Paysandú, Castillos, Durazno y Cerro Largo. Dos más están en proceso, una se instalará en San Ramón (Canelones) y otra en el Hospital Vilardebó.

Cada instalación es un mundo; no hay dos usinas iguales. Esto sucede porque aunque recién existen para los medios, las usinas tienen en su experiencia cientos de proyectos realizados. Faltaba crear ese lazo con la visibilidad pública. Cada día la demanda en las usinas y de usinas es mayor.

Para realizar este artículo el recorrido comenzó en la de Carrasco Norte. Está ubicada en el Parque Rivera, donde antes funcionaba el Hotel del Lago. La construcción pertenece al Cedel, un Centro de Desarrollo Local que integra un proyecto de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) que busca apoyar microemprendimientos regionales.

Al ingresar uno se topa con una cartelera que detalla los distintos cursos de capacitación laboral que se dictan allí. Un cartel indica el camino hasta la usina: al final del pasillo, tres habitaciones conectadas entre sí. En una de ellas dos adolescentes tocan la batería y una guitarra eléctrica. Es una sala de grabación. En la que sigue está la consola y otros equipos de sonido, y en la próxima hay focos, trípodes, una cámara, un par de computadoras. Allí se encuentra reunido el equipo de trabajo.

En esta como en el resto de las usinas, los usuarios pueden grabar música y realizar proyectos audiovisuales. "Con Don Cony lo que pasó es que los medios se enteraron de que existía este proyecto, que es muy importante. Nosotros aspiramos a que esta usina sea un centro social donde se construyan varias propuestas", dice Martín Grosso.

Su cargo es el de coordinador general y lo acompañan Aldo Suárez, técnico de sonido y Sebastián Moreira, técnico audiovisual. Esta es la formación en todas las usinas menos en Paysandú, en la que trabaja una sola funcionaria.

Grosso pertenece al programa Esquinas de la Cultura, de la IMM, Suárez y Moreira son contratados por el MEC. Es que este proyecto es un convenio entre la IMM, el MEC y en casos específicos lo integran otras instituciones. Por ejemplo, la usina ubicada en el Comcar y en la Fuerza Aérea de Durazno involucró al Ministerio de Defensa, la del Cerro a la Universidad de la República.

Tengo la licencia. En la mayoría de los casos cada funcionario tiene una carga horaria de 30 horas. Esto estipula el contrato. "Necesitaríamos 30 horas más para absorber la demanda que tenemos. En nuestro caso el grado de compromiso es excelente, no tenemos deserción. Entre julio y diciembre de 2011, 222 personas pasaron por la sala de grabación y 200 realizaron actividades audiovisuales".

En las tres usinas de Montevideo la música reina. "Es lógico", explica Sergio Miranda, coordinador de Cerro, "el audiovisual por defecto es una disciplina cara, implica tener conocimientos previos que son caros y la materia prima es cara. En general la gente que se acerca espontáneamente viene por la música, para desarrollar proyectos audiovisuales es uno el que tiene que generar la convocatoria". Muchos de los usuarios nunca vieron una cámara, por eso se trata de fomentar este tipo de experiencia integrando las actividades: si se graba una canción, se propone filmar el video clip. O se trabaja con ONG, escuelas y liceos y otros programas de asistencia social.

Así comenzaron a filmar Florencia e Ida. En la usina Casavalle, ante la mirada atenta de "Brunito", estas dos mujeres le indican a Agustín Flores (técnico audiovisual) con qué imágenes vestir las entrevistas que filmaron hace unas semanas. Son integrantes del Plan Juntos y quisieron registrar cómo el asentamiento en el que viven, 1° de mayo, se convierte en un barrio, con casas de material que sus habitantes construyen. Dicen entre las dos: "Quisimos dejar un testimonio del barrio, conocer las ideas de los vecinos, tener un recuerdo, ver el proceso de un barrio construyéndose". Pero Ida, que aprendió a hacer bloques, no toca la computadora: "yo trabajo mucho, yo no sé sentarme y tranquilizarme para usar una computadora". Y es que están apuradas, en dos días ese documental se va a proyectar al resto de sus vecinos.

Presencia pesada. En Casavalle el fondo de pantalla de la computadora de Agustín tiene unas imágenes de mujeres veteranas sacando fotos. En ese barrio la fotografía despierta interés y por eso se está realizando un taller. También hay un coro integrado por adultos. El resto de las actividades las protagonizan, en su gran mayoría, los jóvenes. Esto sucede en todos los casos.

"Yo vengo acá porque me interesa lo que pasa. Nosotros tenemos conciencia política de que estamos haciendo nuestro propio trabajo, sabemos que podemos hacer que la cultura avance un poco más, que la sociedad avance un poco más, porque estos gurises están acá en lugar de estar en la calle", dice Eduardo Yaguno, músico, tallerista. Enseña a armar pistas, a tocar bajo y guitarra. Fue uno de los productores de Yo soy Marconi, producir la canción llevó 10 meses, realizar el video clip 10 meses más.

"Las clases que yo doy no las doy como si esto fuera un hobby, doy las clases para tratar de sacar profesionales. Pueden venir como si fuera un hobby, pero si tienen talento y ganas se pueden encontrar con otra cosa y que se convierta en parte de su vida.

Cada vez viene más gente y vienen por el boca a boca. Cony empezó a venir tomando clases de pistas, porque la idea es que al producto lo lleven a cabo ellos", o como dice Suárez, de la usina Carrasco Norte, "se trata de que la experiencia sea con las manos en la masa".

El procedimiento es lo que prima y se trata a veces de "ir aprendiendo a los tumbos, en base a lo que les interese hacer", dice Moreira. En el caso audiovisual el punto de partida suele ser una propuesta de los usuarios, en el caso de la música el perfil cambia de acuerdo a la usina. Cerro por ejemplo, funciona como una usina - casa de grabación, mientras que en Casavalle y en Carrasco Norte se hace hincapié en la pata docente, respondiendo a las inquietudes de los usuarios con talleres, e intentando "abrir el abanico musical".

"Me encuentro con músicos que vienen con un tema armado pero está muy crudo, carece de armonía, y es la sorpresa que no te podés encontrar en un estudio porque grabar puede ser una experiencia divina o algo totalmente frustrante", opina Suárez. De ahí la fuerza que ha ido ganando la capacitación y la formación, tarea que no estaba prevista inicialmente.

Este es mi barrio. La usina del Cerro está ubicada en la calle Haití, en la entrada del barrio. Geográficamente forma parte del Centro Comunal, igual que otras cinco construcciones independientes. Las oficinas donde trabajan Miranda, Gastón Piccinino (técnico audiovisual) y Fabián Acosta /Max Capote (técnico de sonido) están dentro del edificio de Apex, un programa de la Universidad de la República.

"Apex trabaja sobre todo temas de salud, deporte y de atención social a mujeres, niños y adolescentes. Nosotros llegamos al territorio de ellos y en principio tratamos de adaptarnos a ese público. Como le pasó a todas las usinas al principio costó comprender el concepto pero fue rápidamente aceptado y usado", agrega el coordinador.

En Cerro la metodología es más específica: el usuario completa un formulario con los datos de su proyecto, se agenda y graba. Dice Acosta/Capote: "Por lo general se acercan bandas ya constituidas que quieren tener un material para actuar en boliches. Acá la particularidad es que no hay tanta música tropical. Los músicos que vienen hacen metal, punk, folclore, tango, hip hop. El Cerro tiene mucho potencial musical y al ser músico le pido a amigos músicos de este barrio que hagan un scouting de bandas y los vamos a buscar".

En 2011 organizaron una Escuela de Rock. Dirigida por un músico de Buenos Muchachos y otro de Los Súper Sónicos, se armó una "clínica" donde se dieron lineamientos teóricos pero también prácticos, de producción y de difusión. "Esta zona es como el Uruguay de los `90, no tienen idea de las posibilidades que hay hoy para hacer música, para grabar. Quisimos darles herramientas para que se autogestionen. Fue un éxito. Terminamos con un disco grabado y un show a sala llena en el Florencio Sánchez". Se prepara una nueva edición para este año.

Llamado de atención. Fernando Luzardo integró por varios años la agrupación de música instrumental El club de Tobi. En Casavalle es el técnico de sonido. Mientras responde a las preguntas espera la llegada de Don Cony, que va a empezar a trabajar en temas nuevos. Fernando divide al trabajo que graba en dos categorías, los sociales y los que son de género, es decir aquellos puramente musicales, y talentosos.

Cuenta que hace un par de semanas tuvieron la primera reunión inter-usinas, donde pusieron al día algunos objetivos. El principal: qué criterio aplicar, a quién grabar. "Hugo Achugar dijo, `menos pedofilia se graba todo`, pero claro, acá pasó de que vinieran políticos a averiguar cómo grabar un jingle, o iglesias a grabar cuando ellas tienen sus propias consolas y micrófonos. Entonces tenemos que priorizar y para eso tenés que usar tu sentido común." Su propuesta para este año es apuntar a los temas originales y la variedad de géneros. Y producir más cada canción, "llevar el material hasta el límite, jugarnos más a los proyectos de usuarios que han mostrado un vínculo. El usuario viene gratis, pero se espera -extraoficialmente- una devolución: que el alumno avanzado de guitarra grabe con un cantante y con los del taller de percusión, por eso lo que pasó con Cony fue una excepción y un ejemplo. Este proyecto es alucinante, es fabricar cultura, la estás viendo cómo vive, cómo late, la tocás..."

Afuera de su estudio está Cecilia Alzogaray, coordinadora. Explica que alrededor de esa isla que es la usina hay más de veinte asentamientos. Se trata de un barrio sin identidad, formado con gente de otros barrios. "Acá se rige la ley del más fuerte. Había dos comparsas pero por rivalidad hubo un muerto y dejaron de salir: la comparsa dejó al barrio. Dentro de la usina nunca hubo un robo. Esto es de alguna manera trabajar en una reconstrucción. Hay que sacar a la gente de la esquina".

Desde mediados de 2011 las alcaldías solicitan cada vez más usinas para sus barrios.

No hay requisitos para hacer uso de la usina. Habitualmente se trabaja en base a generar un vínculo entre los usuarios, sobre todo en las usinas de Cerro y Casavalle que tienen un número alto de deserción.

Hay un problema estructural que afecta a los coordinadores, técnicos y talleristas contratados por el MEC. Muchos no tienen el contrato vigente y reclaman un tipo de contrato que les brinde mayor estabilidad laboral.

MAX CAPOTE

"Cuando vos mirás hacia atrás en la historia lo que te habla del presente ese es la cultura, y no te habla de la sociedad real: te habla de la gente que tuvo acceso a producir cultura. Ahora con las usinas se está armando un acervo enorme. En unos años, cuando se mire hacia la música uruguaya, se va a escuchar por primera vez la música de todos los que pueden producir cultura, y así la historia va a parecerse más a la realidad".

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