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El ingeniero: el regreso de Diego Arsuaga

Un día en el rodaje de El ingeniero, la película que devuelve a Arsuaga a la dirección.

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Por: Mariángel Solomita

Jorge Denevi, aún sentado en medio de un bosque, impone su altura. Cuando comienza la escena se pone de pie y le lleva unas tres cabezas al otro Jorge, Temponi. Está fresco, se acerca el almuerzo y una vez más la dupla repite el mismo diálogo recorriendo un camino hecho de árboles.

Se anuncia el corte. Denevi pide hacer otra toma. Temponi opina que salió bastante bien, y por eso Diego Arsuaga les dice que justamente, hay que aprovecharlo, la próxima será mejor.

Falta una semana para terminar el rodaje de El ingeniero, probablemente el proyecto de realización más ágil de la cinematografía nacional.

El escenario es el Arboretum Lussich, en Maldonado. Dice Arsuaga que es el lugar más accesible en el que han filmado. Que esta película tiene algo que le gustaría conservar como director: la preferencia por filmar casi toda la historia en exteriores. En otras locaciones, cuenta, hay que entrar en 4x4, y hay algunas que ni en camioneta. Él se ríe. Así imaginó la película mientras la escribía, de un tirón, en un mes. De lugar en lugar, de escena en escena. "No me acuerdo cómo empecé. Tenía claro que él iba a hablar y que iba a ejemplificar cosas del fútbol a través de la naturaleza, entonces ya sabía en qué lugares debía filmar. El centro de todo es la Sierra de las Animas."

Hubiera filmado enseguida de recibir el premio del Fondo de fomento que le otorgó el Instituto de Cine en mayo, "es una producción pequeña, que podíamos manejar, era sólo esperar la primavera", explica, y vuelve al rodaje.

CORRER JUNTOS. "Es una pasión extraña esa de ser otro, andá a saber de dónde viene". Denevi tiene 67 años, hace más de veinte que no actúa. "Yo prefiero estar del otro lado, esto es un paréntesis en el camino que me cae oportuno".

Ya almorzó. Está otra vez sentado, otra vez en la sombra, "acá me cuidan mucho", comenta. Sobre las rodillas tiene el libreto. Arsuaga dirá que está lleno de anotaciones, pero cada una de ellas las discutieron, "no hace nada sin consultarme. Su desafío no es hacer su personaje, sino lograr el personaje que yo me imagino." Denevi lo confirma.

-Usted dijo que un director debe terminar hablando con el personaje, ¿y el actor?

-Es de la misma manera. El director tiene que sentir al personaje que dirige tanto, que debe pensar como el personaje para poder decirle al personaje cómo comportarse. Debe compartir con el actor el hecho creativo, entonces cuando eso sucede el director es lo que debe ser: un colaborador del actor, que lo necesita sí, pero no es más que el actor. Tienen que correr juntos, y eso Diego lo tiene absolutamente claro.

Parte del trabajo de Arsuaga es dirigir a un director. Y desde fuera, estando atento a esta condición, se nota en la actitud de Denevi. Está dispuesto, dice que puede repetir, que puede adentrarse más en el bosque, que no está cansado. Dice que sí.

"En la medida en que se iba definiendo el personaje iba viendo que el rol del ingeniero no permitiría casting. Había que definirse entre muy pocas opciones y durante todo el proceso me quedó claro que debía ser alguien que tendría que poder recurrir rápidamente a cosas que haya vivido. Entonces, no era sólo un actor, era la mezcla de haber sido actor y director de Denevi lo que lo acercaba más al personaje. Y fue mucho más rico de lo que yo suponía", explica Arsuaga.

De conceptos. Jorge Temponi filmó doce películas, este es su segundo protagónico. El de 25 Watts (2001) no era actor, y todavía no era periodista. Los directores Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella fueron hasta su casa y le contaron su decisión: sería Javi. En aquel tiempo ese personaje le parecía familiar, "si este no es el más cercano que he hecho, pega en el palo".

Guillermo Vidal, su personaje, es un periodista de investigación. Opina Temponi que la costumbre de entrevistar debe haberle jugado a favor. "Fue una especie de casting pero sin cámara. Diego me dio unos quince minutos para que vichara el guión y después él vino e hizo de interlocutor en las escenas."

Y esta película, básicamente, se desarrolla durante una entrevista.

"Guillermo Vidal de niño vivió los éxitos de la Selección Uruguaya, y el director técnico de la selección era el ingeniero Erramuspe. En el arranque de la película vemos una charla en la redacción del diario en el que trabaja, donde unos colegas veteranos le van armado una historia un poco misteriosa de este ingeniero, que en determinado momento desapareció. Se tiene algún dato de su vida, pero nunca dio una entrevista. Entonces Vidal decide intentarlo. Más allá de algunos conflictos paralelos que tiene el periodista con su relación de pareja, la película es esta entrevista, con un montón de conceptos preciosos. Él relaciona al fútbol con la vida y la naturaleza. La importancia de disfrutar el proceso y no solamente estar pendiente de los resultados. Que las cosas necesitan un tiempo de desarrollo, en un momento él me dice que para ver a un árbol brotar fuerte y sano en primavera, primero lo tenés que podar, y en el momento en que lo podás lo vas a ver destrozado, pero ese trabajo es necesario para que después brote sano y fuerte".

Tira el cigarro armado y se sienta en la mesa.

Algunas raíces. Arsuaga habla poco. A los 45 años está filmando su tercer largometraje. Los anteriores, Otario (1997) y Corazón de fuego (2003), fueron premiados en distintos festivales, incluso consiguió un premio Goya a Mejor Película Extranjera. Desde su productora publicitaria, Taxi Films, participó en la realización de otros films como 25 Watts, Plata Quemada (2000, Marcelo Piñeyro), Destino Final (2008, Mateo Gutiérrez). Dirigió en televisión (En tránsito, 2001, Canal 12), produjo Los Tatitos (2007, Walter Tournier).

Este es el primer guión que escribe en solitario.

-Tu papá estuvo vinculado al fútbol, ¿tuvo que ver con tu interés por escribir esta historia?

-Fueron dos cosas. Por un lado me gusta y me dedico mucho a los árboles, ese tipo de cosas, y por otro lado el fútbol. Sí, lo viví desde chico, desde fuera de la cancha, y los cuentos, todo lo que no se ve normalmente del lado del hincha que te muestra el mundo un poco más complejo en cuanto al fútbol. La idea es que no es tan fácil juzgar en el momento, habría que ver todo el panorama. Eso es un poco lo que intento contar.

-¿De qué género es la película?

-Eso me cuesta pila. Comedia no es, sería un drama, no sé, una historia...no sé si yo puedo definir el género.

-¿En este momento del rodaje, cuál es tu mayor preocupación?

-La actuación. Creo que venimos muy muy bien.

-¿Es una película de actores?

-Totalmente. Lo que pasa es que el paisaje y la naturaleza termina siendo un personaje más. Es una película muy hablada, y es de los actores.

-Y cómo filmar tanto diálogo...

Se ríe a carcajadas. "Sería más sencillo ponerlos a los dos y dejarlos hablar", dice, "el tema es que tienen que recorrer todos esos lugares. La idea es que parezca que van paseando casualmente pero van llegando a puntos en los que él va poniendo ejemplos de cada cosa."

POR ABURRIMIENTO. "Como Jorge ha dirigido más de lo que ha actuado es un actor con mucha propuesta. Le da una comprensión del texto de otro tipo, porque es el director el que ayuda al actor a comprender el texto, a comprender la situación, las intensidades, los objetivos. En ese sentido su experiencia en dirección y sus características humanas hacen que Jorge sea un actor muy inteligente, plenamente consciente de los momentos de la historia y de qué es lo que los personajes están atravesando en ese momento, y ahí aparece la dirección de Diego, que lo descubro como un gran director. Te marca poco pero importante. Eso nos da mucha tranquilidad a los actores, saber que el tipo está vigilante mismo."

Por todo esto es que Jorge Temponi cree que su atención debe estar puesta en escuchar y en interesarse en lo que dice su partenaire. Cada vez, como si fuera la primera vez. Es que sus preguntas son cortas, las respuestas de Erramuspe largas, contundentes, sabias.

"Ni me había propuesto hacer una película, a mí me gusta la actuación, me obsesiona el trabajo sobre el actor. Este es un trabajo a través del guión que me dio Diego, sobre mí mismo, sobre todo lo que yo pienso que debe hacer un actor. Eso no quiere decir que pueda, sino que mis teorías las aplico a mí mismo. Es una cosa que me desafía mucho y que me llena de placer porque me gusta el guión. Si no me hubiera gustado el guión y el personaje, no lo hacía. No tengo intensiones de hacer cine ni de triunfar en el cine, sino simplemente de hacer un trabajo artístico. Pero el guión me pareció apasionante, depende de todo lo que es el pensamiento del personaje, y aquí estoy, tratando de hacer lo mejor que puedo.

-¿Por qué lado tomó al personaje?

-Él es un filósofo del fútbol. Yo leí mucho del profesor José Ricardo de León -a quién seguí mucho porque soy futbolero-, en su primera campaña cuando estuvo en Defensor y salió campeón. Lo seguí a través de sus declaraciones, de su actitud en la vida, porque uno conoce a los técnicos de fútbol a través de su actitud en la vida. Siempre me ha gustado mucho observarlos y he encontrado similitudes muy grandes entre el director de teatro y el director técnico, en lo que tiene que ver con el relacionamiento humano. Le entré al personaje por la filosofía de los técnicos. Arsuaga me dio mucha material sobre De León, son admirables sus ideas sobre el fútbol, lo que ha escrito sobre el sentido del fútbol me inspiró mucho. Entré por el compromiso humano. Este tipo es un duro, aparentemente, que va revelando a través de la película sus facetas más humanas, más tiernas, más consustanciales con el ser humano que se ha defendido y se defiende de toda cosa que no sea la honestidad absoluta. Esa dureza, esa forma en que se retiró del mundo y vivió para la naturaleza.

En Denevi está el hábito del arte, que él asegura que viene con cada uno de los seres humanos. Cree que las obras lo eligen a uno, que llegan de acuerdo a las búsquedas personales de ese momento. Y que su interés ha sido invocar los sentimientos de verdad, esos que están dentro nuestro y qué él quiere conocer para poder ser todos los personajes. "El actuar es un acto de sanidad".

"Algunos emparentan este trabajo con nuestro ego. Eso es la cáscara de un trabajo que tiene otra profundidad. No es así. Actuar es una forma de depositar mi vida, y que la ha mejorado de forma paulatina, en la medida en que yo he sabido profundizar en ella. Yo soy optimista, creo que la verdad sobrevive, como dice este personaje, `vuelve en la primavera, vuelve a brotar`".

-Actuar después de 20 años...

-El deseo de actuar en mí ha sido permanente pero nunca supe muy bien porqué. Probablemente entré porque me aburría, no sé ni por qué entré. A partir de determinado momento me sorprendí, me pareció que esta debía ser mi profesión y empecé a vibrar. Me gustaría haber logrado más cosas en el plano de la búsqueda artística, pero bueno, el intento es bueno. No estoy muy conforme, pero es una mirada conmigo mismo que no tiene nada que ver con el público. Tuve que superar muchas cosas hasta agarrar una verdadera disciplina de trabajo, siento que en los últimos cinco años he estado realmente dirigiendo y que los otros fueron un tanteo. A lo mejor es falso, no le podés creer mucho a la gente que hace teatro. Pero estoy feliz, estoy a tiempo todavía.

Vuelve al rodaje. En otra parte del bosque, desde el lente de la cámara o ya fuera del set, se le sigue viendo, listo y tremendamente alto.

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