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El placer de la foto artesanal

| En tiempos de cámaras digitales y píxeles sin fin, algunos uruguayos abogan por la fotografía estenopeica, disciplina que vuelve a las raíces y requiere gran paciencia.

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GABRIELA VAZ

Usted puede elaborar su propia cámara de fotos. Y no necesita ningún artefacto sofisticado. Ni espejos, ni tornillos, ni piezas delicadas, ni tarjetas de memoria, ni complejos mecanismos de ingeniería. Nada de eso. Le basta con unos cartones, o una lata de refresco, o una caja de fósforos. Incluso una nuez es suficiente. En realidad, basta con cualquier objeto, hueco y opaco por dentro, al que no le entre luz. Eso es, después de todo, lo que implica una "cámara".

Y esa es la principal herramienta que se necesita para practicar la fotografía estenopeica, disciplina que, en tiempos de máquinas digitales y píxeles que se multiplican sin fin, regresa a las raíces, a lo más primitivo. "La fotografía estenopeica es el principio básico de toda la fotografía", describe Rodrigo Camacho, fotógrafo e integrante del Colectivo Sinóptico, que desde 2009 se dedica de lleno a esta materia y hoy es uno de los pocos referentes uruguayos en esta área.

Él es uno de los miles alrededor del mundo que se han rendido frente a esta técnica milenaria; técnica que requiere una gran dosis de paciencia, pero ofrece a cambio usos artísticos ilimitados.

VOLVER A LO BÁSICO. ¿Cómo un periodista gráfico, acostumbrado a correr tras la noticia durante 16 años de su vida, decide un día abdicar del vértigo diario y la cámara digital para dedicarse de lleno a la fotografía más artesanal? La anécdota que cuenta Camacho ilustra como pocas el espíritu de la fotografía estenopeica. Hace unos ocho años, como parte de un grupo de profesionales llamado Fotoactiva, él brindaba talleres de fotografía en escuelas rurales y centros comunales del interior del país. Un día, "por esas cosas", perdió todo su equipo a la vera de un río. Eso se aunó al panorama con el que se había estado topando: los habitantes de los pueblitos que estaban visitando, de menos de 300 habitantes, no solían tener cámara de fotos, y cuando tenían, no compraban rollos o no acostumbraban ir hasta la ciudad para revelarlos.

Por eso "tenía que pensar en dar un taller de fotografía prescindiendo de las cámaras", relata. Así es que Camacho se empezó a interiorizar en el uso de "cámaras oscuras" (esas que pueden fabricarse con cualquier objeto estanco a la luz, desde una nuez hasta un contenedor) y comenzó a abrir las puertas del mundo de la fotografía estenopeica. "Me mencionó la técnica un fotógrafo argentino, Claudio González, que trabaja en la Patagonia, y empecé a googlear, a averiguar qué era. Ahí vi que era un movimiento mundial enorme y yo nunca lo había escuchado".

Los talleres mutaron, entonces, de fotografía convencional a fotografía estenopeica. La cámara oscura dejó de ser un primer paso para entender cómo funciona la física y química de la fotografía, para convertirse en un todo a exprimir. Y con todo por aprender. "Como fotógrafo profesional pensás que sabés muchas cosas y te topás con esto, que te hace estar mucho más en contacto con cómo funciona la luz, cómo funciona la cámara".

Muy a grosso modo, la técnica es así de simple: la cámara en cuestión, supongamos que es una caja de zapatos, debe estar pintada de negro por dentro y debe tener un agujerito -llamado "estenopo" o pinhole en inglés- en un extremo. En el interior se coloca un papel fotosensible (se compra en cualquier casa de fotografía) y listo; está pronta para tomar una foto. Eso sí, el papel debe colocarse en un cuarto oscuro, ya que en el momento en que lo toca la luz, se vela. Para tomar la fotografía, se destapa el agujerito frente a la imagen que se quiere captar. El tiempo de exposición puede ir desde segundos hasta horas y dependerá de la extensión de la cámara (y por ende, del papel). El tamaño del estenopo, a su vez, determinará la definición de la imagen: cuanto más pequeño, más nítida será la foto. Una vez finalizada la exposición, lo que queda en el papel es un "negativo", que debe pasar por un proceso de revelado.

La técnica ofrece posibilidades ilimitades, porque la imagen cambia según el tamaño y la forma de la cámara y del estenopo, la cantidad de tiempo que se deje pasar luz, el material fotosensible que se usa (papel o rollo), las características de la imagen que se toma (si está en movimiento o estática), la técnica de revelado. El resultado, además, puede ser en blanco y negro o a color.

Además del contacto permanente con el proceso físico de la fotografía, la estenopeica permite resignificar los tiempos, al volver a la observación detenida de la imagen a tomar. "Hoy, si tenés una cámara digital y vas a una reunión, ¿cuántas fotos sacás? ¿Y en cuántas podés llegar a reparar verdaderamente: ver el encuadre, la disposición de lo que vas a fotografiar, las tonalidades? Decís `esta no me gusta, la elimino y listo`. Y lo demás lo desperdiciaste. Con la fotografía estenopeica eso no te pasa. Con el tiempo que te lleva hacer la cámara, entrar al laboratorio para poner el papel, elegir el objetivo -porque tenés una sola foto para sacar, hasta que vuelvas al cuarto oscuro a cambiar el papel-, no vas a sacar fotos por sacar. Lo vas a pensar. Te vas a comprometer con el entorno y con lo que vas a sacar. Y la vas a valorizar mucho más", dice Camacho.

FOTOGRAFÍA SOCIAL. Tal es la movida mundial en torno a esta técnica, que hasta tiene jornada propia. El último domingo de cada abril se festeja en todo el planeta el Pinhole Day, o Día Mundial de la Fotografía Estenopeica, con grupos que sacan sus cámaras oscuras a espacios públicos para retratar lo que suceda en las calles. En Uruguay, así se celebró los últimos tres años, pero este 2012 piensan festejarlo en noviembre, cuando hay mejor luz en este hemisferio, cuenta Fernanda Paniagua, la otra integrante del Colectivo Sinóptico. Ella es una de las fotógrafas amateurs que se asomó a la disciplina por casualidad y quedó fascinada hasta dejar de lado su réflex por latas de refresco.

Además de los talleres en escuelas y centros del interior, los cursos pagos de estenopeica brindados por Rodrigo y Fernanda en Montevideo -que han pasado por el Fotoclub Uruguayo y el Espacio Barradas del Museo Blanes, entre otros- persistieron durante estos años a sala llena, sobre todo con estudiantes de Bellas Artes y Arquitectura, pero también gente simplemente interesada en experimentar. Ahora el Colectivo se dedica de lleno a los talleres pedidos por centros educativos y ONG de niños y adolescentes.

REGISTRAR EL TRAZO DEL SOL

Entre los distintos experimentos que se pueden realizar con una cámara estenopeica, quizás el más sorprendente es la solarigrafía: una imagen que capta la huella que deja el Sol gracias al movimiento de la Tierra. Esto se logra con una exposición de varios meses. Para esto, la cámara oscura se debe colocar en un lugar en el que pueda permanecer sin moverse durante ese lapso, como colgada de un árbol, de frente al paisaje que se quiera tomar. Meses más tarde, una imagen increíble quedará fijada en el papel.

MI CÁMARA ES UNA CAJITA DE FÓSFOROS

Secuencia estenopeica: la primera imagen muestra gente fabricando cámaras oscuras con cajas de zapatos y pedazos de cartón; en la segunda, una cajita de fósforos será la responsable de captar la imagen del niño; el resultado se aprecia en la tercera, donde se ve la fotografía que se tomó con la cajita.

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