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Nosotros y los miedos

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CON SU CARA DE eterno mal humor y arrugas que denuncian sus 70 años de edad, Lou Reed es un músico ineludible en la historia del rock. Nacido en Nueva York, integrante de The Velvet Underground en la década del sesenta, mimado por Andy Warhol y cobijado por músicos como David Bowie en su etapa de glam rock, la producción solista del músico supera los veinte álbumes. Reed es, además, un duro cronista de las zonas oscuras del ser humano. Su particular y áspera voz, que a veces parece recitar más que cantar, le ha dado un sello personal e inconfundible. Su obra no siempre es fácil de digerir, desde la popular "Walk on the Wild Side" de Transformer (1972), donde describe algunos personajes que rodeaban a Warhol en The Factory -travestis, taxi boys, drogadictos, prostitutas-, pasando por el álbum Berlin (1973), que relata la historia de dos adictos a la heroína por las calles de esa ciudad, o Magic and Loss (1992), en el que razona sobre la mortalidad, afectado por el cáncer que atacó a dos de sus mejores amigos. Quienes no comprendan el inglés perderán, además, buena parte de su valor.

Por sugerencia del director teatral Robert Wilson, Reed revisó la obra de quien es, en su opinión, "el mejor poeta de todos los tiempos", Edgar Allan Poe, y se dedicó a escribir canciones inspiradas en sus textos. El resultado fue usado por Wilson en un espectáculo teatral estrenado en 2003 denominado POE-try. El segundo paso fue dado ese mismo año, un álbum doble de Reed titulado The Raven (El cuervo) en alusión al poema más famoso de Poe. Artistas de la talla de Willem Dafoe, David Bowie, Amanda Plummer, Antony Hegarty, Steve Buscemi y Laurie Anderson, entre otros, prestaron sus voces para generar un trabajo donde existen pasajes de rock metálico, música electrónica y bellas melodías, incluyendo dos viejas canciones de Reed, "Perfect Day" (de Transformer) y "The Bed" (de Berlin) en versiones diferentes a las originales.

Tanto Poe como Reed han caminado por la fina línea que separa la razón de la locura, un terreno poblado de culpa, miedos, autodestrucción, demonios y ensoñaciones donde cuesta diferenciar la realidad de las pesadillas. Refiriéndose a estos temas, el músico dijo: "esto no es Poe en directo, sino Poe a través de mis ojos". La obra fue pensada como una ópera donde las canciones remiten a los más famosos cuentos del escritor bostoniano, como "La caída de la Casa Usher", "El barril de amontillado", "El gato negro", "El corazón delator" y "Hop-Frog", entre varios. También, como no podía ser de otra manera, se incluye el poema "El cuervo" recitado por Dafoe.

Los demonios. Cierra el "período Poe" del músico un libro también llamado El cuervo donde se reproducen las letras de las canciones del álbum acompañadas de inquietantes ilustraciones realizadas por el dibujante italiano Lorenzo Mattotti. Presentado en lujosa edición de tapas duras, excelente calidad de papel y hojas que se despliegan, el libro incluye los textos de la obra tanto en español como en inglés. "Siempre he pensado que algunos escritores poseen la habilidad de atrapar sus peores miedos, sueños y pesadillas, y volcarlos directamente en su trabajo. Los mejores, los convierten en arte", expresa en el prólogo del libro refiriéndose a Poe. Quizás dicho juicio también sirve para definir la obra de Reed.

Cuando Lorenzo Mattotti recibió la llamada del músico en la que le propuso hacer este libro, el dibujante supo que, de aceptar, tendría que bucear en sus propios miedos para lograr el resultado deseado. Reed le recomendó que no prestara atención a las letras y ni siquiera a la obra de Poe sino que se dejara llevar por la música y que dibujara lo que ella le hacía sentir. Mattotti reconoce que su trabajo es "una alegoría, una metáfora" que se entronca claramente con la obra del guitarrista y también del escritor. Sus dibujos recrean, en forma libre, el sentimiento inquietante que se extiende por las páginas del libro. El resultado es de una sombría belleza.

Letra y música. Reed justifica la combinación de letras e ilustraciones desde su prólogo. Ante la imposibilidad de recrear los escenarios que Wilson incluyó en la representación teatral, el músico pensó: "¿por qué no ilustrar estas páginas con la grácil energía, con la pasión de Lorenzo? El matrimonio de la imagen y la palabra, tan sólido como cualquier otra unión". Pese a esa sana intención, es cierto que cuando se lee la letra de una canción sin su música, muchas veces se siente que el texto desnudo luce débil sin el complemento para el que fue creado. Algunos músicos se han negado a publicar sus letras conscientes de que esas palabras solamente adquieren la dimensión apropiada al incluirse en una canción. La sugestión del trabajo de Mattotti logra disimular esa flaqueza pero es recomendable dar una segunda lectura al libro escuchando el álbum de Reed, y más aconsejable aún repasar los cuentos de Poe a los que aluden las letras.

Una de las mayores virtudes de este hermoso libro es que incita a volver a leer a un escritor que, al decir de Reed, "inventó la narración moderna". Será fácil para el lector recuperar el escalofrío que sintió ante la primera lectura de cuentos como "El corazón delator", "El pozo y el péndulo" o "La muerte roja". Y en tren de revisiones también es una buena oportunidad para prestar atención a la obra completa de Lou Reed, un autor que sabe, como pocos, hundir el cuchillo donde más duele y que al igual que Poe, por muchos años caminó por el lado salvaje.

EL CUERVO, de Lou Reed y Lorenzo Mattotti. Ediciones Alfabia, 2010. Barcelona, 197 págs. Distribuye Aletea.

Cansancio

EN 2010, LOU REED y Lorenzo Mattotti hicieron una gira para promocionar El cuervo que los llevó a Barcelona. Los periodistas fueron advertidos de que en las entrevistas estaba prohibido tocar temas no relacionados con el libro. En un reportaje publicado en El País de Madrid, el periodista quiso hablar de la carrera de Reed haciendo preguntas a Mattotti. El músico intervino: "Cualquier conversación sobre The Velvet Underground le parecerá a usted una entrevista pero a mí solo me suena a un montón de mierda". Sin embargo aceptó responder la pregunta acerca de si él mismo había sido su peor enemigo. "Por supuesto que no. He tenido buenos maestros. Otra cosa es por qué demonios sigo vivo... pero hace tiempo, no demasiado tiempo, cierto, que dejé de pelear conmigo mismo".

En la presentación del libro, Reed habló primero y luego cedió la palabra a Mattotti. A los pocos minutos el músico dejó caer su cabeza hacia adelante. Parecía muy concentrado en las palabras que decía el ilustrador hasta que la responsable de Ediciones Alfabia, Diana Zaforteza, que se encontraba entre los dos, le dio un pequeño codazo y logró sacar al músico de un profundo sueño.

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