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Oro negro y Venezuela

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Hace tiempo que la situación política y social de Venezuela es noticia destacada y reiterada. No es posible mirar a un país con el que nos vinculan particularmente lazos continentales y económicos, para juzgar su situación con la vara de la sociedad uruguaya. Somos distintos y hemos vivido realidades populares distintas. Entre otras cosas porque nuestra república, supo secularmente seguir un curso institucional democrático y cultural propio y de fuerte raíz europea.

Hace tiempo que la situación política y social de Venezuela es noticia destacada y reiterada. No es posible mirar a un país con el que nos vinculan particularmente lazos continentales y económicos, para juzgar su situación con la vara de la sociedad uruguaya. Somos distintos y hemos vivido realidades populares distintas. Entre otras cosas porque nuestra república, supo secularmente seguir un curso institucional democrático y cultural propio y de fuerte raíz europea.

Actualmente más allá de la ambigua actitud del gobierno nacional respecto de lo que pasa en territorio venezolano hay algunos aspectos que pueden citarse con certeza. No existe allí la tradición social que nosotros hemos conocido, destacada siempre por voces imparciales, y los extremos de pobreza son amplios y graves. Siempre ha sido así.

Nuestro intercambio está vinculado esencialmente a alimentos por petróleo. Con una riqueza basada en las facilidades que da el petróleo y un gobierno ligado al ”socialismo del siglo XXI” del chavismo, el aparato productivo venezolano está en declinación y la crísis que se vive hace agua por todos lados: alza de precios de la canasta básica incontenible, contralor de cambios, expropiaciones de predios productivos, desabastecimiento generalizado de productos necesarios al consumo mínimo, fuga de capitales, etc.

Con algunas apreciaciones políticas no menores. Administrando una situación popular crítica actualmente el presidente Maduro como ayer Chávez han tomado sobre los hombros del pueblo venezolano al mantenimiento de Cuba, que es también un naufragio de proporciones en cualquier aspecto que se le mire. Esta relación es vital para el agonizante régimen castrista, y a cambio éste se ha hecho cargo de los servicios de inteligencia y represión de Venezuela, así como de la prestación de parte de los servicios médicos. De hecho, la respuesta a las gigantescas marchas de gente particularmente jóvenes, se reduce a amenazas del gobierno y a una represión que va a derivar en la muerte de personas indefensas.

Por otra parte en comicios nacionales controvertidos respecto de sus resultados en que la diferencia a favor del oficialismo fue mínima, claramente no hay allí patotas callejeras organizadas por los Estados Unidos de América y el imperialismo, sino una protesta espontánea —como se ha dicho— brutalmente reprimida. Negar lo que viene de expresarse es tapar el cielo con un arnero y, surge entonces una pregunta:¿a qué aspira el gobierno de Maduro, a acallar por la fuerza a la mitad de un país? Debe recordarse —además— que en los Estados Unidos hay una importante filial de PDVSA, la mayor de fuera de fronteras venezolanas, que cuenta con miles de estaciones de servicios allí.

El tema petrolero, inserto en uno mayor que es el de la energía que la humanidad consume todos los días con múltiples propósitos es ingresar en el espacio de las causas de innúmeras guerras, revoluciones y dictaduras, así como en el de organizaciones estatales, que han vivido del oro negro que ha brotado generosamente de sus subsuelos, olvidando el desarrollo de otras soluciones económicas (el petróleo paga todo). Vienen tiempos próximos de cambios al respecto, Estados Unidos que consume el 25% de la energía proveniente de esta fuente, está llegando al autoconsumo y la proliferación de otras alternativas energéticas es y será cada vez una realidad más cierta.

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Ricardo Reilly Salaverri

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