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Cien años tendiendo puentes

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Desde 1950 la Facultad tiene su principal centro de estudios en el Parque Rodó. Foto: Archivo El País
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ANDRES GOMENSORO

Los ingenieros egresados que están en actividad no son más de 8.000; se calcula que debería haber 3 veces másCada año hay nuevas carreras de sur a norte y diversos posgrados.

Al hablar de las edificaciones en las ciudades predomina en la memoria los nombres de los arquitectos, por ser en la mayoría de los casos los proyectistas o diseñadores de las obras, cuando en realidad no existiría ninguna construcción de más de tres pisos sin la intervención de un ingeniero encargado de los cálculos. Este año es bueno recordarlo, cuando la Facultad de Ingeniería está celebrando sus primeros cien años de vida.

Por otro lado, la idea del ingeniero hacedor de puentes, más generalizada de lo aparente, no solo deja de lado las variadas especialidades de la ingeniería civil, como la vial, sino las nuevas carreras que han venido sumándose a lo largo del tiempo.

"Tenemos algunas tan recientes que todavía no hay egresados, como la de energía de la producción, la licenciatura en ciencias hídricas aplicadas que se da en Salto, porque no solo estamos en Montevideo, o la ingeniería forestal que se cursa en Tacuarembó", recuerda María Simon, quien en 2015 volvió a ocupar el cargo de decana de la Facultad de Ingeniería, después de ser presidenta de Antel y ministra de Educación.

"En la actualidad, la ingeniería en computación es elegida por casi la mitad de los estudiantes que ingresan a la Facultad. Todo esto no coincide con la idea de que el ingeniero hace puentes, si bien en cierto modo siempre hace puentes, entre la ciencia y sus aplicaciones. El puente es la investigación tecnológica, cosa que muchas veces no se entiende bien, se cree que el ingeniero aplica la física y la matemática, como si entre eso y la realidad no hubiese nada. Uno de los pioneros en la creación de conocimiento tecnológico fue Julio Ricaldoni, quien fuera nuestro decano", cuenta Simon.

La gran carencia.

Cada mil habitantes, en Uruguay hay tres ingenieros, y no se llega a seis por mil trabajadores, otra medida que suele utilizarse al momento de evaluar la carencia de profesionales en un área.

En Brasil y la región hay el doble o el triple de ingenieros, y en Alemania, Dinamarca, Suecia o Finlandia la cantidad es de 15 cada mil habitantes, y de 30 por mil trabajadores. "A veces se frena algún emprendimiento que se quiere iniciar, sea extranjero o nacional, porque no se consiguen los ingenieros necesarios. Se necesitan por lo menos tres veces más ingenieros de los que hay", sostiene la decana Simon.

La Facultad de Ingeniería tiene entre 6.000 y 7.000 estudiantes activos, contando a quienes por lo menos cursan una materia. Este año ingresaron 1.600 y los egresados en actividad no son más de 8.000.

En entrevista con El País, la decana se extendió en explicar los motivos de los bajos egresos y la respuesta de la Facultad para revertir la situación.

"Se pierden estudiantes, sin duda, como ocurre en cualquier sistema que no tiene ninguna restricción de entrada. Y también porque hay muchachos que se inscriben en dos facultades para elegir después, y entonces en una aparecen como que abandonaron. Otros se van porque los grupos son muy grandes, un problema que tiene que ver con el presupuesto. Y se da el abandono tardío, cuando el estudiante promedia la carrera o avanzó más aún, porque consigue un trabajo que le resulta satisfactorio. Frente a tanta escasez de ingenieros hay organismos que contratan estudiantes, y a veces les dan tareas que no facilitan que continúen la carrera. Pero somos conscientes de que tenemos que hacer un trabajo mejor. Estamos haciendo talleres más temprano en la carrera, actividades en grupo, para darle al estudiante una visión más rápida y clara de la ingeniería desde que ingresa", indicó.

"En la visión clásica de la carrera, los primeros años eran solo de matemática y física. Y mucha gente dudaba mucho de su vocación, venía para otra cosa, le gustaba programar, por ejemplo. También buscamos otros medios alternativos o complementarios de enseñar. La mayor parte de los cursos están filmados y disponibles a través de herramientas de tipo web o de foros; eso no sustituye la clase presencial, pero se puede repasar y a veces lo usa gente que tiene problemas con los horarios", agregó Simón.

También se aspira a estimular a las mujeres jóvenes, "cuya presencia está entre 25% y 30%, en contraste con la matrícula universitaria total".

—¿Qué obras emblemáticas de la ingeniería civil de Uruguay destacaría?

—Hay edificios y puentes, pero una de las más importantes es la red vial extendida en todo el territorio. Se hizo bastante temprano y es muy simbólica. Cuando se empezaron a educar los primeros ingenieros, por 1890, había gente que decía para qué, que era más barato mandarlos a estudiar a Europa o Estados Unidos. Ese tipo de argumentos uno los sigue oyendo hoy. Pero por suerte cuando los gobiernos decidieron dar una dimensión territorial, mejorar las vías de comunicación, ya había ingenieros uruguayos. Los puentes sumergibles son un desarrollo local, los originales, bien bajitos. Se inundan algunos días por año, pero no se rompen. Fue una innovación a nivel mundial.

Otra obra importante fue la red eléctrica, que tuvo distintas fases. Si bien la represa del Rincón del Bonete fue una construcción alemana, las máquinas se compraron después en Estados Unidos, las de la Westinghouse, porque se había declarado la guerra y Uruguay estaba con los aliados, y fueron ingenieros uruguayos que hicieron la instalación y puesta en servicio. Lo que aprendieron no tiene nombre; fueron enriqueciendo la red, añadiéndole componentes. Antes había generación térmica en Montevideo.

El suministro de agua o el saneamiento son también tremendas obras de ingeniería, y más acá en el tiempo la energía eólica.

Por 1990 nos decían que estábamos perdiendo el tiempo, que era una energía carísima al lado de la derivada del petróleo. Hoy hay parques en Colonia, Maldonado, Artigas, Tacuarembó. Ahora, algunas partes de las máquinas estas se hacen localmente. Somos de los primeros países, si no el primero, en porcentaje de energías renovables.

¿Por qué se proyecta una regasificadora? —se preguntan algunos. La respuesta es: porque hay que usar una combinación sabia de muchas, las energías renovables no son enteramente dominables, cuando no hay viento, no hay, aunque no se dan sequías de viento como sí se dan las que afectan la energía hidráulica.

Para guardar energía eléctrica lo mejor es cerrar las represas cuando hay viento, como quien cierra la canilla. Hay países que construyeron lagos en lugares altos; cuando sobra energía eólica se bombea agua para arriba; podríamos pensar en eso.

—¿Qué ingenieros uruguayos destacaría en la historia?

—Julio Ricaldoni, uno de los primeros investigadores: Óscar Maggiolo; rector de la Universidad que prohijó grandes planes y cambios; Agustín Cisa, director del Instituto de Energía Eléctrica; gente que se dedicó a la matemática como José Luis Massera, o su predecesor Rafael Laguardia, que fundó el Instituto de Matemática; María Viñas, que era ingeniera química e inició el trabajo de tratamiento de efluentes; Manuel Sadosky, que era argentino y tuvo aquí una estadía larga y nos ayudó a fundar el Instituto de Computación.

Y por supuesto, me olvidaba, porque son muchos, de Eladio Dieste, quien hizo obras bellas, pero sobre todo por su innovación en el procedimiento constructivo, como se ve en el depósito del puerto, con las grandes bóvedas de doble curvatura, sin necesidad de apoyo intermedio.

Calendarios y celebraciones

Siendo estrictos con las fechas históricas, el centenario de la Facultad de Ingeniería se cumplió a fines de noviembre del año pasado. Pero las celebraciones comenzaron a realizarse en 2016, con encuentros de diversos actores y el deseo de proyectarse a nuevos desafíos. Se festeje cuando se festeje, los ingenieros sienten que provienen de más atrás en el tiempo, de la Facultad de Matémáticas de fines del siglo XIX.

Orígenes, continuidad,y los cambios de nombre

La Facultad de Ingeniería surgió después de varios episodios. Por la ley de Enseñanza Secundaria y Superior del 14 de julio de 1885 se creó la Facultad de Matemáticas y Ramas Anexas.

El primer plan de estudios quedó aprobado el 19 de febrero de 1887. Los cursos comenzaron en marzo de 1888, y en 1892 ya había egresados. El primer decano fue Ignacio Pedralbes, egresado en 1863 de la Escuela Central de París con el título de Ingeniero Civil y Constructor de Puentes.

De aquella vieja Facultad de Matemáticas ubicada en la Ciudad Vieja, por ley del 27 de noviembre de 1915, se desprenden la Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas por un lado, y la de Arquitectura por otro. En 1954 el nombre de la primera cambia a Facultad de Ingeniería y Agrimensura. Desde 1975 se llama Facultad de Ingeniería, a secas.

Del Parque Rodó a los pagos de Gardel

En 1950 la Facultad de Ingeniería se mudó a su actual edificio de la calle Julio Herrera y Reissig, proyecto arquitectónico de Julio Vilamajó y proyecto de estructura e instalaciones del ingeniero Walter Hill. Comenzó a construirse en 1938, aún está inconcluso y es Monumento Histórico Nacional desde 1975.

Allí puede cursarse carreras de grado como Ingeniería Civil, Eléctrica, Industrial Mecánica, Naval, Química, en Alimentos, en Computación, en Producción. Y están las tecnológicas como Informática, Mecánica, en Telecomunicaciones o en Cartografía, y una licenciatura de la Atmósfera. También hay carreras de posgrado que permiten obtener en varias especializaciones diplomas, maestrías acádemicas y profesionales o doctorados.

Pero la Facultad también cuenta ahora con centros universitarios en Salto y Tacuarembó. En este último presenta varias carreras universitarias: Ingeniería Forestal, licenciatura en Biología Humana; tecnólogo cárnico, tecnólogo en Administración y Contabilidad; Técnico Operador de Alimentos; Tecnicatura Universitaria en Bienes Culturales, y otra del mismo nivel en Interpretación de Lengua de Señas, además de una Tecnicatura en Desarrollo Regional Sustentable.

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Desde 1950 la Facultad tiene su principal centro de estudios en el Parque Rodó. Foto: Archivo El País

FACULTAD DE INGENIERÍACARLOS CIPRIANI LÓPEZ

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