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La consulta que nunca sobra

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Si el rostro está asimétrico o la sonrisa está despareja, hay que consultar.

Hay síntomas que indican que se puede estar ante un ataque cerebrovascular. José Biller, uruguayo y referente mundial en el tema, explica cómo actuar.

DEBORAH FRIEDMANN

Noelia creía que su esposo estaba en riesgo. Pesaba más de 110 kilos, sufría de presión arterial alta y su madre había tenido un ataque cerebral. Pero le tocó a ella. Estaba mirando televisión y el control remoto se le cayó. Intentó decirle a su marido qué le sucedía pero no podía hablar. Él llamó de inmediato a la emergencia. "Si yo no hubiese ido a la charla sobre ataque cerebral no hubiese sabido los signos FAST ni mi esposo hubiese estado alerta de los signos que él vio", dice sonriendo mientras abraza a sus dos hijos. Su testimonio aparece en un video que preparó el médico uruguayo José Biller, jefe del Departamento de Neurología del Sistema de Salud de la Universidad de Loyola (Chicago), para la Asociación Americana del Corazón y la Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares. Biller fue reconocido en estos días por ambas organizaciones como líder hispano por su contribución a la promoción de la salud.

Con FAST Noelia se refiere a un método para poder detectar y actuar a tiempo cuando una persona sufre un ataque cerebrovascular (ACV). F (face) se refiere al rostro caído o la sonrisa despareja; A (arm) a la debilidad en uno de los brazos, en particular al levantarlo; S (speech) a problemas en la articulación de palabras o a la dificultad para encontrar los términos; y T (time) a que si aparece alguno de los síntomas anteriores hay que llamar de inmediato a un servicio de emergencia, explica Biller a Domingo desde Chicago. "El accidente cerebrovascular es una de las principales causas de mortalidad y de discapacidad en el mundo. Se requiere de una rápida evaluación inicial y de un tratamiento precoz para optimizar resultados", afirma el especialista. "Cuanto más temprano, más beneficios tendrá el paciente", enfatiza. En este tipo de patologías las secuelas son desde la muerte hasta pacientes con muy buena recuperación. En el medio, distintos grados de limitaciones y discapacidad.

No es necesario que se presenten todos los síntomas (a los anteriormente mencionados se puede sumar trastornos del equilibrio o mareos inexplicables, ceguera monocular transitoria, visión doble o vértigo) para solicitar asistencia; con uno solo alcanza. Y si bien hay otras condiciones que pueden imitar a un ACV y que no se esté efectivamente produciendo, Biller insiste en que ante alguno de esos signos siempre es mejor consultar cuanto antes que no hacerlo. "Así como nadie negaría que una persona que está sufriendo un dolor en el pecho puede pensar que tiene algo coronario, lo mismo debe extrapolarse a la patología vascular cerebral".

Es que como estos síntomas no se suelen acompañar de dolor, e incluso muchas veces desaparecen antes de una hora, se pueden ignorar. Ese es un error que puede costar caro, demasiado caro. La persona puede estar transitando por un ataque isquémico transitorio, condición que padecieron previamente entre 7% y 40% de las personas que sufren un ACV.

La importancia de consultar de inmediato tiene relación directa con que las terapias son más efectivas cuanto antes se apliquen. Por ejemplo, en una persona con un infarto cerebral se utiliza una terapia intravenosa (activador tisular del plasminógeno) para restaurar el flujo sanguíneo, que debe ser administrada en las primeras cuatro horas y media, y preferiblemente antes de las tres horas de iniciado el episodio. Además, en pacientes seleccionados (que tienen oclusión arterial proximal del gran vaso) se puede aplicar en las primeras seis horas una terapia con "catéteres modernos" que demostró ser efectiva.

Para la asistencia es vital que haya centros con las instalaciones adecuadas y equipos multidisciplinarios que estén disponibles las 24 horas los 365 días del año. En países como Uruguay, Biller opina que lo adecuado sería contar con una o dos instituciones de referencia en Montevideo y otro tanto en el interior, centros primarios para poder efectuar la terapia intravenosa y un sistema de telemedicina que permita una comunicación y diagnóstico adecuado de forma remota.

Riesgos.

La enfermedad cerebrovascular es una "verdadera epidemia"; constituye una de las causas más importantes de mortalidad (la segunda a nivel global según la Organización Mundial de la Salud) y de discapacidad. Si bien se suele hablar de accidentes cerebrovasculares, es más preciso referirse a ataques. Los ACV pueden ser isquémicos (cuando ocurre una obstrucción de los vasos sanguíneos e impide que el cerebro reciba la sangre, el oxígeno y los nutrientes necesarios) o hemorrágicos (ruptura de vaso sanguíneo). Estas últimas, a su vez, se subdividen en intracerebral (en la sustancia misma del cerebro) o subaracnoidea (en la superficie). La mayoría son isquémicos (85% en Estados Unidos y entre 63% y 83% en América Latina), seguidos por hemorrágicos intracerebrales (15% y entre 13% y 23% en la región) y subaracnoideos (5% y entre 2% y 8%), señala el experto.

"Es importante reconocer los factores de riesgo, educar a la población sobre cómo evitarlos y cómo modificarlos", agrega. Hay factores no modificables como sexo, edad, origen étnico y ciertas cuestiones genéticas. A partir de los 55 años, por ejemplo, las posibilidades de sufrir un ACV se duplican. En cuanto al sexo es más complejo: en niños y adolescentes el riesgo es un poco más alto en varones, en adultos jóvenes se da más en mujeres y luego el peligro vuelve a ser mayor en los hombres, hasta que a partir de los 85 lo padecen más ellas.

Hay otras cuestiones que sí son modificables. "La hipertensión arterial es el factor de riesgo más importante para la enfermedad vascular cerebral. Lamentablemente hay mucha gente que no sabe cuál es su presión arterial. Hay que educar a los pacientes y decirles que es tan importante que sepan su presión arterial como su número telefónico. La relación entre el riesgo de enfermedad vascular cerebral y la presión arterial es lineal: a mayor presión, mayor riesgo. Y, por otra parte, se sabe que si uno reduce favorablemente la presión arterial modifica ese riesgo".

Otro factor clave es la diabetes, que duplica el riesgo de sufrir un ACV. Además, niveles altos de glicemia al padecer un ataque se asocian a una peor recuperación funcional. Por otra parte, la fibrilación auricular (arritmias cardíacas) incrementa el riesgo entre cuatro y cinco veces; también es un factor de importancia un nivel alto de colesterol. En cuanto a lo genético, si se tiene un familiar de primer grado que haya padecido un ataque, el riesgo de sufrirlo aumenta 30%, resume el especialista.

Respecto al estilo de vida Biller insiste en la necesidad de cesar el tabaquismo: fumar duplica el riesgo de la ACV isquémica y hasta cuadriplica la posibilidad de sufrir una hemorragia subaracnoidea. También es necesario una adecuada alimentación, realizar actividad física y combatir la obesidad. "Estamos viviendo en un mundo en el cual el sedentarismo es alarmante. Se sabe que la vida sedentaria es un factor de riesgo para el desarrollo de este tipo de enfermedad y que la actividad física lo reduce de forma considerable", sostiene.

JOSÉ BILLER, RADICADO EN EE.UU.

Le dijeron que en Uruguay sobraban médicos y hoy es figura internacional.

José Biller nació en Montevideo el 18 de enero de 1948. No tuvo una infancia fácil: cuando tenía nueve años en un lapso de seis meses fallecieron ambos padres, su madre de una hemorragia cerebral. "Es probable que eso haya sido un factor para que yo me dedicara a las enfermedades cerebrovasculares", comenta. Era el menor de siete hermanos y el único que tuvo oportunidad de cursar estudios terciarios. "Mis hermanos no tuvieron otra opción que salir a trabajar; yo tenía una distancia de varios años con los demás". En 1974 se recibió de medico en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República. Luego cursó estudios de postgrado en medicina interna. En su cabeza ya rondaba la idea de ir a Estados Unidos a especializarse en neurología para después regresar. "Cuando decidí ir a Estados Unidos fui al Ministerio de Salud Pública solicitando una licencia sin goce de sueldo por seis meses, en el caso de que mi mujer o alguno de mis dos hijos —en ese entonces tenían dos años y seis meses, luego tuve otra— no se adaptaran. La repuesta fue: Doctor, buena suerte, el Uruguay tiene demasiados médicos. Eso me shoqueó, me pareció frío e insultante", recuerda. Se fue en 1976.

Biller hizo su carrera en Estados Unidos, donde se convirtió en un referente en neurología a nivel mundial y en particular en enfermedades cerebrovasculares. Estos días fue distinguido por la Asociación Americana del Corazón y la Asociación Americana de Enfermedades Cerebrovasculares por su contribución a generar conciencia sobre los ataques cerebrovasculares en comunidades hispanas.

Es miembro de la Junta Americana de Psiquiatría y Neurología (ABPN por sus siglas en inglés), de la que fue director entre 1994 y 2001. En ese último año la presidió. Además, es el editor de la revista especializada Journal of Stroke and Cerebrovascular Diseases y editor jefe de la publicación Frontiers in Neurology. En su extensa carrera publicó más de 310 artículos, escribió más de 125 capítulos en libros y editó 25 obras propias. También brindó más de 570 conferencias en el mundo. Biller ha desarrollado una extensa carrera académica a partir de 1981, que incluyó la Bowman Gray School of Medicine, Wake Forest University; la Universidad de Loyola; la Universidad de Iowa, la Northwestern University Medical School; y la Indiana University School of Medicine. Desde 2003 se desempeña en la Universidad de Loyola. A partir de 2005 y hasta el presente es profesor de Neurología y Cirugía Neurológica y jefe del Departamento de Neurología. En 2013 fue nombrado miembro corresponsal de la Academia Nacional de Medicina de Uruguay.

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José Biller es médico, uruguayo, y referente mundial en enfermedades cerebrovasculares.
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