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Narnia novato en ascenso

| Ben Barnes tiene 26 años y, aunque su rostro está en cines y revistas de todo el mundo, la fama aún no golpea a este británico que protagoniza Las crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian.

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2008-06-07 00:00:00 300x300

Por estos días. , su cara está en revistas, afiches y gigantografías callejeras en todo el mundo. Pero Ben Barnes asegura que aún no sabe lidiar con las adolescentes caza autógrafos. "Sí es un poco extraño cuando hay alguna fan en el hotel que tiene una foto tuya y quiere que la firmes", confiesa, sorprendido ante la fama, en el Hotel Mandarin de Manhattan. Británico y con 26 años, este joven de incipiente carrera en cine y sólido repertorio en las tablas británicas, es la estrella de Las crónicas de Narnia: El Príncipe Caspian. Eso sí, de paso advierte: "En Sunset Boulevard, hay una imagen mía que tiene 10 pisos de alto. Esa sí que me dejó en shock".

Su papel le da el título a la película, adaptación del segundo libro de la popular saga creada por C. S. Lewis. Aún conserva el pelo largo, como su personaje, es alto y delgado, pero con la piel mucho más blanca. Para interpretar al príncipe en busca de recuperar el trono de Narnia, Barnes debió someterse a una intensa rutina diaria de bronceado.

-Debido a la fama, tu vida está próxima a cambiar...

-No lo sé, todo esto es muy nuevo para mí. Me siento muy, muy extraño con lo que pasa. El otro día estaba con mi hermano y me dijo: "Pero éste no eres tú, es Caspian, estás demasiado bronceado".

El joven Ben Barnes está entrando de lleno en la gran maquinaria de picar carne de Hollywood, pero este chico, destacado como un talento en bruto, está confiando en sus habilidades histriónicas. Ben Barnes debutó en las tablas a los 15 años, como parte de la compañía National Youth Music Theatre y desde entonces ha participado en piezas como la ganadora del Tony, The history boys. Este currículum, sumado a apariciones breves en películas como Stardust, con Robert De Niro, llamaron la atención del director Andrew Adamson, quien lo escogió personalmente para el rol que le cambiará la vida.

-En el teatro has sido un actor "serio". ¿Temés ser encasillado ahora como espadachín?

-Sí, supongo que me preocupa un poco. Pero ahí está mi responsabilidad para escoger cosas diferentes. He tenido mucha suerte hasta el momento, lo que sucede es que la mayoría del mundo no ha visto mi trabajo. Pero he interpretado a futbolistas estadounidenses, estudiantes ingleses, príncipes, y espero que la variedad continúe. Y así aumentarán las posibilidades para explorar distintos personajes y aprender más sobre las personas.

Por Narnia, por el cine. Suena lindo en el papel eso de aprender más sobre las personas, pero a poco andar el joven Ben Barnes se sincera acerca de las verdaderas necesidades de hacer tanto rol chico y en especial hacer teatro. "La verdad que no me daban papeles en cine. Yo, como muchos, estuve cesante seis meses, por ejemplo, donde tuve que atender un bar. Pero me siento feliz de que las cosas hayan sucedido así".

Pero ahora el chico anónimo, el desconocido, se ha convertido en la estrella de la película. Pero ante el posible fracaso, admite que tiene herramientas para defenderse. Sus padres le ayudaron desde pequeño a manejar sus sentimientos de una forma poco tradicional. "Mi papá es siquiatra y mi mamá es sicoterapeuta, así que entre los dos me hicieron trabajar las emociones y los sentimientos".

Curiosamente, el joven Ben estudió, además de teatro, literatura inglesa y en la biblioteca se topó con el talento de C. S. Lewis y sus colegas escritores. "De hecho mi ramo favorito era Literatura Infantil, donde tuve la oportunidad de releer a C.S. Lewis, J.R.R. Tolkien, J.K. Rowling y Philip Pullman. Y por eso no me sorprende nada que libros como Narnia o Harry Potter tengan mucho éxito cuando se mantienen en el cine los ingredientes que los convirtieron en grandes historias".

Y para mantener intactos los ingredientes en esta aventura, era de suponer que los efectos especiales lo obligarían a hablarle al aire, a la nada, frente a una pantalla verde, en donde luego, en posproducción, aparecería un personaje digital. Pero dice el joven Barnes que todo lucía más real de lo esperado. "En El Príncipe Caspian no pasamos grandes cantidades de tiempo delante de un fondo verde. El león Aslan era un gigantesco títere con forma felina al que los actores le hablaban. El único momento en que ocupamos la pantalla verde fue para la escena en que volábamos sobre grifos. Ahí estábamos atados a arneses gigantescos".

-¿Existe alguna presión por llevar gran parte del peso de la película sobre tus hombros?

-Sí, pero no debido al éxito de la primera película o al éxito que deba lograr ésta. La presión viene de mí: yo amaba estos libros cuando era pequeño y recuerdo la magia que sentía cuando imaginaba estos mundos. Mi gran responsabilidad es hacer que la gente que ahora tiene diez o quince años sienta lo que sentí. Por eso quería ser fiel a los libros. Obviamente no pude ser fiel a la representación física de Caspian que escribió C. S. Lewis, porque en el libro el protagonista es más joven y rubio. Por suerte, cuando me eligieron no se fijaron en eso. De otro modo, nunca habría obtenido este papel.

Fernando Zavala. El Mercurio. GDA

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