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Cristales empañados

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Agustín Courtoisie

TODO ES SEGÚN el cristal con que se mira, suele decirse. Y ese refrán trasunta una comprensiva relatividad. Dos obras colectivas sobre historia uruguaya lo ilustran en forma cabal, aunque con resultados desiguales para la nitidez de la mirada: Historia del Uruguay en el siglo XX (1890-2005), coordinado por Ana Frega, e Historia reciente. Historia en discusión, compilado por Álvaro Rico. Ambos emprendimientos cuentan entre sus autores a conocidas figuras como José Pedro Barrán y Gerardo Caetano, entre otros. Los protagonismos institucionales nacionales (UDELAR, MEC, MRREE) e internacionales (PNUD), hablan de la importancia académica y política asignada a ambos proyectos, a pesar de los desniveles de las concreciones.

Variedad que da gusto. Las diferencias entre ambos libros no parecen muchas a simple vista, excepción hecha de la amplitud del período abarcado por cada uno. Pero hay detalles sintomáticos que no deberían desatenderse. Por ejemplo, mientras en Historia reciente José Pedro Barrán afirma con mucho respeto que "el primer historiador del país era y es, en mi opinión, Juan Pivel Devoto", el doctor Álvaro Portillo, por su parte, en Historia del Uruguay en el siglo XX afirma con soberbia y sin fundamento que "en el pasado anterior de nuestra historia nacional se habían producido múltiples deformaciones y sobre todo meras justificaciones de los intereses dominantes". Además, la pólvora interpretativa habría sido inventada hace muy poco, ya que antes "la historia oficial escamoteó sistemáticamente las explicaciones profundas y estructurales", por lo cual prologa con ganas lo que tácitamente sería una nueva "historia oficial".

Si bien, en algún sentido, predomina en las dos obras una cierta cosmovisión de "izquierda", Historia reciente ofrece una mayor amplitud de miras y temas para todo tipo de lectores, cualesquiera sean sus adhesiones doctrinarias o disciplinarias. Ello se expresa incluso en el flexible subtítulo, que asume que la historia reciente siempre es una "historia en discusión". Originado en un seminario universitario del mismo nombre, el esfuerzo plural de los aportes compilados por Rico cuenta con firmas, a vía de ejemplo, como la de Virginia Martínez en "Documental y dictadura", la de Pablo Rocca en "Sobre las letras y la dictadura" o la de José López Mazz en "Arqueología, violencia política y derechos humanos".

En Historia reciente también merece destaque el útil y puntilloso documento de Álvaro Rico sobre "Detenidos-Desaparecidos. Sistematización parcial de datos a partir de la investigación histórica de la Presidencia de la República Oriental del Uruguay", que le insumió junto a su equipo de colaboradores catorce meses de trabajo. Igualmente dignas de elogio son las esclarecedoras reflexiones de Barrán, que prefiere hablar de "historia contemporánea" más que de "historia reciente", y explica con total claridad el carácter de rigurosa confrontación con la sociedad en la elaboración y la enseñanza de este tipo de historia (ver recuadro).

No faltan las afirmaciones polémicas, pero la mayoría de la gente siempre agradece un poquito más de sal y pimienta. Ellas refuerzan, sin duda, el interés de estas páginas. Por ejemplo, Carlos Demasi critica los argumentos "ad hominem" cuando éstos cuestionan versiones de la historia diferentes de las tradicionalmente aceptadas, pero a su vez incurre en ellos al rechazar ciertos relatos que eran "dominantes" y que hoy se ven "amenazados": en realidad podrían ser ciertos a pesar de que las personas que los difunden se sientan "amenazadas" o puestas en tela de juicio, y Demasi no parece demasiado ágil para probar por la afirmativa su propia postura.

Otro sabroso caso para la discusión es el de Jaime Yaffé, que en "El uso del testimonio en la enseñanza de la historia reciente" afirma con apreciable independencia de criterio: "Algunos testimonios tupamaros muy calificados vienen hoy a presentar su lucha como una acción de defensa de las instituciones democráticas amenazadas por la derecha golpista. Esto, desde el punto de vista histórico, no tiene ningún asidero, no soporta la crítica, porque toda la documentación del MLN-T demuestra que no se trataba de una organización creada para defender la democracia sino para derribar el orden político vigente mediante una revolución". Aquí importa recordar que cierto libro ineludible refrenda largamente la misma convicción de Yaffé: Historias tupamaras (2008) de Leonardo Haberkorn.

Aunque sobran motivos para recomendar Historia reciente, sería muy pobre no incluir entre ellos el capítulo de Magdalena Broquetas "Fotografía y desaparecidos. Proyecto Álbum de Familia". Además de los hechos históricos, las pruebas empíricas y los razonamientos involucrados, no es posible prescindir en estos temas de la fuerza silenciosa de las imágenes. Aunque el tema es harto controvertido en filosofía, resulta difícil sostener proposiciones éticas sin apelar en algún momento a los sentimientos: las fotografías en blanco y negro incluidas en ese capítulo, hablan modesta pero contundentemente por sí solas. Otro encomiable ejercicio de sobriedad y rigor, pero desde una argumentación que apela a Karl Marx y a Franz Hinkelammert, es el de Yamandú Acosta en "Algunas reflexiones teóricas".

No es malo el cotejo crítico. Una actitud distinta se expresa en Historia del Uruguay en el siglo XX. Ésta, "sin pretender ser una tesis académica, busca ser un trabajo riguroso de análisis dirigido a un gran público", declara en el prólogo Álvaro Portillo, jerarca del Ministerio de Relaciones Exteriores. Los términos "riguroso", "análisis" y el deseo de ofrecerlo a un "gran público", no se compadecen con los tonos agrios y las incomprensibles omisiones que pueden encontrarse recurrentemente en estas páginas.

Debe recordarse que la investigación que subyace a esta obra de perfil didáctico, proviene del trabajo del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la República) encargado por la Dirección General de Asuntos Consulares de RREE, y de los recursos financieros del Fondo de Población de Naciones Unidas. Además de todas esas instituciones, también el logotipo del "Departamento 20. La patria peregrina", dependencia del ministerio ya aludido, luce en solapas de esta cuidada edición. Las fotografías elegidas, las caricaturas del legendario dibujante Peloduro, y de otros artistas gráficos, y el "Para saber más" que antecede a las bibliografías de cada capítulo, ponen en evidencia la voluntad pedagógica del material. No queda nada claro, sin embargo, que los destinatarios puedan ser potencialmente todos los uruguayos, como el origen oficial de la obra haría pensar, dadas las distorsiones que el prologuista creía ver superadas.

Por ejemplo, en un capítulo sobre "Población y territorio" se habla del "mal gusto" de la "industria de la nostalgia" y luego se califica de "hipócritas" muchas consideraciones de las pantallas televisivas sobre los uruguayos desterrados. "Mal gusto" e "hipócritas" no parecen palabras propias de un "trabajo riguroso".

También llama la atención la descripción detallada de sucesos o fenómenos confirmatorios de las ideas favoritas de varios de los autores, y el silencio o la escasez de datos que podrían poner en tela de juicio sus interpretaciones. Por ejemplo, la página 313 pasa como sobre ascuas por el referéndum de 1989 en el que la mayoría de los uruguayos se negó a derogar la "ley de caducidad", sin dar ni las cifras de esa instancia ni explicación alguna de las causas de ese resultado. Es cierto que en la página 222 se habían brindado los porcentajes del "voto amarillo" y del "voto verde", pero la pobreza de los factores a los que se atribuye la decisión es llamativa: la culpa la tendría el "miedo" inducido desde los "medios de comunicación". La insuficiencia del argumento se pone de relieve si se piensa en que esos dos factores no lograron torcer el "No" contra el proyecto constitucional dictatorial de 1980. Se elude esa incómoda piedra en el zapato mientras en páginas vecinas se brindan, por ejemplo, pormenores de las movilizaciones de FUCVAM, incluido el número de asistentes a ellas.

Tampoco se destina una línea al proyecto "Zumarán-Batalla" que procuraba resolver la cuestión de las violaciones de los Derechos Humanos durante el gobierno de facto y era harto superior a la "ley de caducidad", ni a los bizantinos motivos de su rechazo por parte del Frente Amplio: el proyecto no habilitaba juzgamientos por lesiones graves.

La mitad de Historia del Uruguay... es propiamente un manual de historia nacional. La segunda, "Algunos temas claves para comprender el Uruguay actual", es más bien una combinación de ciencias políticas y sociales. Allí se busca identificar ciertos "nudos" colectivos, haciendo un poco a un lado a la perspectiva histórica convencional que solía centrarse en individuos notables (por lo malo o por lo bueno que representarían). Los temas clave de esa Parte II, son: "Población y territorio: familia, migración y urbanización", "La sociedad movilizada", "Partidos, elecciones y democracia política", e "Identidades uruguayas: del mito de la sociedad homogénea al reconocimiento de la pluralidad".

En realidad, tampoco en la primera parte de divulgación histórica, el foco analítico descriptivo se ubicaba en las personalidades, sino en las clases o intereses que los eventuales apellidos y figuras descollantes podrían representar. Por ejemplo, en la Parte I predominan términos, ya desde los títulos de los capítulos, como "modelo", "viraje conservador", "dictadura", "resistencia", "neoliberal", y "opción de izquierda".

En líneas generales esa terminología refleja los siguientes errores que se repiten de un modo u otro a lo largo de las 400 páginas de Historia del Uruguay en el siglo XX:

a) La obra considera "neoliberal" a un país que tenía y tiene la mayoría de las empresas públicas en manos del Estado -Ancap, Antel, OSE, UTE, BROU, entre otras-, y a pesar de que en algún pasaje recuerda que la ciudadanía consultada en 1992 votó por la derogación de la "ley de empresas públicas" frenando las "privatizaciones".

b) Reconoce que la reforma educativa de 1995 fue "estatista" pero no logra explicar cómo ese tipo de educación se armoniza con el rótulo asignado al modelo.

c) Desconoce que la mortalidad infantil se redujo en el lapso 1985-2000. Por ejemplo, en el documento "Semana Nacional contra la Mortalidad Infantil", de la Comisión de Salud Pública y Asistencia Social del Poder Legislativo, se consigna que "al cabo de todos estos años el Uruguay ha avanzado positivamente en la reducción de la mortalidad infantil. En 1996 la tasa fue del 17.5 por mil; en 1997 bajó a 16.6 por mil, y en 1999 al 14.5 por mil, esto significa que en el período 1995-1999 la mortalidad infantil se redujo un 26%, produciéndose la mayor baja en el sector público de atención de la salud en el orden del 27%". (Carpeta Nº 642 de 2000 , Repartido Nº 367, Octubre de 2000).

d) Desatiende la notable reducción de la pobreza en buena parte del ciclo abordado, excepción hecha de la crisis de 2002, cuya rápida superación también se omite señalar. Por ejemplo, según Panorama social de América Latina (2004) de la CEPAL, en los años noventa Uruguay mejoró sus indicadores sociales y mostró las tasas más altas de reducción de la pobreza durante el primer quinquenio de la década. Por tomar un tramo de muestra, la pobreza se redujo de un 17,9% de 1990 a un 9,5% en 1997.

Todo ello revela un punto de vista afín quizás a sectores influyentes en la opinión pública, pero no a la totalidad a quien debía destinarse el volumen. Naturalmente, esta y otras obras deben ser leídas, a pesar de sus defectos. La construcción del conocimiento es una inexorable tarea colectiva y todos pueden tener un lugar en la tarea de cotejo de evidencias y razonamientos, y aun de confrontación, como sugiere José Pedro Barrán. Ocurre que es un prejuicio algo tosco creer, al igual que ciertas tribus, que a quien ingiere carne de león se le transfiere su bravura, o que comer otros animales provoca la adquisición de sus posibles defectos. Ni leer a Marx necesariamente hace marxistas a sus lectores, ni leer a Hitler los transforma en nazis. Y si de historia reciente se trata, superar ese temor permitiría leer otros dos libros imprescindibles, cada cual a su modo, a pesar de estar situados en las antípodas del espectro político: Cero a la izquierda. Una biografía de Jorge Zabalza, de Federico Leicht (2007) y La agonía de una democracia (2008), de Julio María Sanguinetti. Pero eso ya es otra historia.

HISTORIA RECIENTE. HISTORIA EN DISCUSIÓN, de Álvaro Rico (compilador), Ana Frega, Carlos Demasi, Jaime Yaffé, Nelly Richard, Yamandú Acosta, Elizabeth Jelin, Virginia Martínez, Magdalena Broquetas, Pablo Rocca, Gerardo Caetano, José López Mazz. Edición del Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (CEIU), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, y el apoyo del PNUD, 2008. Montevideo, 312 págs.

HISTORIA DEL URUGUAY EN EL SIGLO XX (1890-2005), de Ana Frega, Ana Ma. Rodríguez, Esther Ruiz, Rodolfo Porrini, Ariadna Islas, Daniele Bonfanti, Magdalena Broquetas, Inés Cuadro. Edición conjunta del Ministerio de Relaciones Exteriores, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, (UDELAR) y Ediciones de la Banda Oriental, 2007. Montevideo, 408 págs.

Ya no se puede "disparatear"

José Pedro Barrán

CREO QUE la enseñanza de la Historia contemporánea, tiene una virtud muy relevante que no tiene otra clase de enseñanza de historia, como por ejemplo, hacer Historia del siglo XI. En primer lugar, porque en este siglo no hay testimonios, no hay testigos y en segundo lugar porque hay tan poca documentación que está casi todo allí. No se puede decir cualquier cosa, porque hay que ceñirse a la documentación y a la propia versión historiográfica; no se puede decir cualquier cosa, pero es más fácil "disparatear". Pero cuando se habla de historia contemporánea, ¡ah no! porque la confrontación con la sociedad es permanente y rigurosa.

Pero a la vez es la que le revela al estudiante y al lector la cocina del investigador y lo pone siempre en tela de juicio. "Mira éste, ¿cómo dice eso? Si yo sé que no fue así y tengo otra documentación". Revela en cualquier investigación, cómo se llega a la interpretación de lo que puede ser algo similar a la verdad (a la verdad nunca se llega: siempre se está construyendo). Pone el acento sobre los pies de barro de todo conocimiento. Eso para alimentar el espíritu crítico es muy bueno. No quiere decir caer en el cientificismo, sino en darle la cientificidad que el conocimiento debe tener.

(en Historia reciente. Historia en discusión, pág. 13)

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