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El control cambiario enoja a argentinos

No más dólares. Ente la prohibición de venta de billetes verdes en las casas cambiarias, los vendedores ilegales, llamados "arbolitos", ven crecer su negocio. Se estima que mueven US$ 10 millones por día

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El hombre enfundado en un traje marrón y corbata verde sólo necesita susurrar para vender sus billetes. "Cambio, cambio", dice a quienes caminan por la peatonal Florida de esta urbe de tres millones de habitantes.

Quién esté interesado deberá seguirlo por un intrincado laberinto de locales en un centro comercial hasta dar con una tienda de lencería.

El vendedor, apodado "arbolito", ofrece dólares a una cotización muy por encima del precio oficial de la divisa. "Por estos días hay mucho desconcierto, el valor en la calle cambia en cuestión de minutos", dice.

Entre ropa interior femenina, se cerró una transacción prohibida por la ley ya que está fuera del sistema bancario, pero que se ha vuelto muy frecuente en estos días desde que el gobierno de Cristina Fernández prácticamente bloqueó la venta de la divisa estadounidense en bancos y casas de cambio y volcó la demanda hacia el mercado negro.

La cotización de la divisa en bancos promedió esta semana los 4,47 pesos argentinos por cada dólar mientras que en el mercado negro, el dólar, llamado "blue", se pagó cerca de 5,60 pesos argentinos (incluso llegó a 6) en las llamadas "cuevas", o casas de cambio ilegales que suelen funcionar con otra fachada. Dos de ellas fueron clausuradas por las autoridades.

CUESTIÓN DE CONFIANZA. Con una larga experiencia en crisis y devaluaciones, el dólar es el refugio favorito de los argentinos al momento de ahorrar. La desconfianza en los bancos tras la debacle financiera de 2001 hace que los ahorradores prefieran guardar las divisas en la casa o girarlas al exterior.

Una fuga de capitales de 23.000 millones de dólares en 2011, según el propio Banco Central de Argentina, llevó al gobierno a imponer límites a la compra. Es una medida que, según la mayoría de los analistas consultados, puede ser un arma de doble filo.

"El gobierno decidió ir sobre los agentes económicos sin solucionar los problemas de raíz del modelo, principalmente la inflación", dijo Daniel Kerner, analista de la consultora Eurasia Group. "Estas medidas generan más incertidumbre. En Argentina con una inflación alta, inestabilidad alta, la gente busca el dólar. En Venezuela pasó lo mismo".

Desde octubre pasado, las operaciones cambiarias quedaron bajo control de la Administración Federal de Ingresos Públicos del país, que hace una verificación de los datos de cada contribuyente y luego le informa al banco o casa de cambio respectiva si puede vender o no los dólares a quien los desea comprar.

El criterio para autorizar la transacción no está claro ni fue especificado por el gobierno y cambia semana a semana.

En un principio las autoridades dijeron que los ciudadanos y empresas con ingresos debidamente declarados pueden comprar hasta dos millones de dólares al mes y que a partir de 30.000 dólares el comprador debe presentar una declaración jurada que justifique el origen de los fondos.

Sin embargo, hay numerosos casos de personas que cobran salarios altos que desde octubre no pueden adquirir la divisa o lo pueden hacer en mínimas cantidades. El fisco no da mayores explicaciones.

En las últimas semanas el gobierno endureció los controles sin ofrecer explicaciones.

En un recorrido por distintas casas de cambio, varios operadores dijeron que en estos días apenas una de cada diez personas recibe autorización del fisco para comprar dólares.

Desde la semana pasada, "se cerró el grifo, sin comunicación oficial ni nada y no se sabe hasta cuándo", dijo un operador en sus oficinas del centro porteño y que pidió no ser identificado porque opera en el mercado negro y teme ser víctima de represalias. "Al argentino le prohiben comprar dólares y peor se pone, sale desesperado a buscarlo donde sea y como sea. Es imposible predecir hasta dónde llegará el precio del `blue` si esto sigue".

A los argentinos que viajan al exterior también se les limitó el retiro de dólares de cajeros automáticos al tiempo que se reforzó el control de las fronteras para impedir el egreso o ingreso de divisas por un monto superior a 10.000 dólares.

Los extranjeros no están exentos de los controles cambiarios. Por esa razón, quienes quieren ahorrar en dólares para mantener cierto poder adquisitivo con una inflación anual del 25% van al mercado negro, donde se mueven, en promedio, unos diez millones de dólares diarios, según un operador de una casa de cambios ilegal que también pidió reserva de identidad por temor a represalias del gobierno.

Esta situación ha generado un creciente malestar en el ciudadano común, desde el anciano que destina una parte de su pensión al ahorro en dólares, hasta el que quiere comprar una propiedad en el mercado inmobiliario, que está dolarizado, o quien busca cancelar una deuda adquirida en esa divisa.

UN CASO. Elsa Centeno, una maestra jubilada de 70 años, no paraba de insultar a la salida de un banco porque la Administración Federal no la autorizó a comprar 200 dólares.

"No entiendo por qué la AFIP me persigue a mí y no a los que sacan millones del país como si nada", se lamentó antes de marcharse presurosa a comprar billetes en el mercado negro. "Es indignante".

El gobierno no parece dispuesto a torcer el rumbo pese al malhumor social, aunque días atrás la presidenta llamó a la calma frente a rumores de diverso tipo que circulan en el mercado.

"No crean nada", dijo Fernández. "Esta Argentina y fundamentalmente esta presidenta es absolutamente responsable y previsible... Olvídense, no va a haber nada raro con el dólar".

Hace pocos días, el gobierno informó que se decomisaron 23.000 dólares escondidos en la guantera de un auto de un ciudadano argentino proveniente de la ciudad uruguaya de Paysandú.

Otro fue descubierto con 94.918 dólares, 800 euros y 224.550 pesos argentinos ocultos dentro en una mochila en la frontera con Paraguay.

Según la Aduana, en el último semestre de 2011 se decomisaron 3,8 millones de dólares en las fronteras.

INMUEBLES. El mercado inmobiliario ha sido el primer sector importante de la economía que ha comenzado a sentir el impacto de la política cambiaria.

Las operaciones inmobiliarias mostraron una caída del 10 al 13% en el primer cuatrimestre de este año comparado con el mismo período en 2011. En la ciudad de Buenos Aires se ha registrado una caída del 35% en los permisos de construcción, según datos difundidos por la Cámara Inmobiliria Argentina.

"Ojalá esto se pueda revertir, depende del gobierno nacional", dijo Néstor Walenten, presidente de la Cámara Inmobiliria Argentina.

"Hay luces de alarma significativas para que el gobierno modifique esta política. La construcción es una de las actividades más dinamizadoras de la economía".

Las restricciones cambiarias datan de octubre cuando la presidenta Fernández dijo que los grupos económicos del país, que no identifico, desataron una fuga masiva de capitales del país y que, según ella, buscaban condicionar la política económica de su segundo mandato.

Pese a que la fuga de dólares ha menguado a partir de los controles, el exministro de Economía Roberto Lavagna advirtió sobre las graves consecuencias de esta política.

"En la sociedad hoy hay claramente una decisión de ahorrar en dólares y salir del circuito económico por razones de desconfianza... Para parar eso el gobierno ha tenido esta idea, con una visión policial, que en un tiempito se conocerán los resultados", comentó el exministro de Economía, Roberto Lavagna.

"Puede ocurrir lo que ha pasado en otro tiempo en Argentina, un proceso recesivo que sobre todo afecta a los sectores bajos y los sectores de clase media. Después recuperarse puede llevar dos o tres años sólo para volver al punto de partida, añadió.

Y hay otro riesgo: "La brecha entre el dólar `blue` el oficial, si sigue creciendo, llevará a que los formadores de precios tengan como referencia al primera", dijo Guillermo Dumrauf, doctor en Economía y consultor argentino.

LAS CIFRAS

6,15

Son los pesos argentinos que llegó a costar esta semana, en el mercado negro, un dólar. El precio oficial no llega a 4,50.

10

Son los millones de dólares que se mueven por día en el mercado negro argentino, según datos que dio un operador ilegal.

Los argentinos aprenden lecciones para esconder los billetes verdes

BUENOS AIRES | En Argentina se puede comprar un exprimidor de unos 12,5 dólares o una tostadora de 33,7 dólares en 12 cuotas. Pero a la hora de adquirir una vivienda hay que pagarla al contado. A menudo esos dólares se encuentran en lugares bien secretos, alejados del banco. Y cada quien tiene su técnica para trasladar los ahorros de toda una vida por la calle. Valen desde las mochilas, los calzoncillos, los calcetines y los sostenes hasta furgones contratados a empresas de seguridad. Comprador y vendedor suelen alquilar una sala en el banco destinada a la transacción. Las sucursales disponen de auténticos magos en el oficio de contar billetes. Sin necesidad de máquinas, ni de líquidos para humedecerse los dedos, el contador puede demorarse horas en su trabajo.

A pesar de que el gobierno hace esfuerzos constantes por restringir el cambio de pesos a dólares y por evitar la evasión de divisas, millones de argentinos compran dólares y los guardan donde mejor pueden, a salvo del fisco y de los atracadores. Dentro de los bancos hay 700.000 cajas fuertes alquiladas en un país de 40 millones de habitantes. En algunas entidades es preciso esperar hasta seis meses para que se desocupe alguna. También se recurre a compañías que instalan cajas en casa o en la oficina y las supervisan por control remoto, informando al titular de todas las veces que se abrió o se intentó abrir el mecanismo.

Otra opción para preservar los ahorros es comprar dólares y sacarlos del país, sobre todo hacia Uruguay. No obstante, la alternativa más recurrente puede ser la de toda la vida: el colchón. ¿Pero qué se entiende por el colchón?

A veces un colchón es precisamente eso, un colchón. Y corren leyendas de gente que le encargó a la empleada doméstica que cosiera la funda después de meter el dinero por alguna hendidura y jamás volvió a verlo. Durante un tiempo estuvo muy de moda empotrar cajas detrás de los enchufes, pero se hizo tan previsible como las que se colocan tras los cuadros. La costumbre suele ser comprar una o varias cajas de acero -aunque en algunos lugares hay listas de espera hasta para eso- y meterlas donde alcance la imaginación de cada uno. Una persona que prefiere no revelar su nombre relata: "Yo guardé dinero dentro de una caja fuerte envuelta en plásticos y más plásticos dentro de una maceta gigante y estuvo en mi balcón durante años. Era muy friki irse de casa y dejar los ahorros en el balcón, pero así lo hacíamos".

Es que se puede recurrir también, como en el cuento de Edgar Allan Poe, La carta robada, a dejar, como al descuido, lo más valioso en el sitio más visible, para que pase inadvertido. El País de Madrid

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