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Francisco

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ÁLVARO CASAL

Hace pocos días, en un tren salido de Roma, viajaron hasta Asís el Papa Benedicto XVI y una cincuentena de líderes de diversas religiones, así como ateos, para pedir por la paz mundial. Un paso importante por lo que significa con relación a los acontecimientos actuales y también porque revitaliza iniciativas análogas como la de hace 25 años cuando en este mismo lugar el papa Juan Pablo II materializó un revolucionario encuentro interreligioso.

Llegados a Asís, los viajeros fueron desde la estación ferroviaria a la basílica de Santa María de los Ángeles, donde San Francisco fundó la orden franciscana y murió.

Fue llamativa la integración del grupo convocado por Benedicto XVI. Por ejemplo, decenas de delegaciones de iglesias cristianas no católicas. Como la del Patriarca Ecuménico Ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, o el arzobispo de Canterbury. Asimismo, representantes de religiones tradicionales de América y África, del budismo, confucionismo, jainismo, sij, taoísmo, Zoroastro y Bahai, destacándose la presencia de Rajhmoon Gandhi, nieto del Mahatma Gandhi. También musulmanes de todos los países árabes, Oriente Medio e Indonesia, así como dirigentes judíos.

La participación no ya de agnósticos sino de cuatro ateos, personalidades del mundo de la cultura y de la ciencia, fue una novedad en este tipo de convocatorias. Al respecto, el filósofo mexicano Guillermo Hurtado, delegado de una nación donde el 83% de la población se declara católica, dijo que sin los ateos, el encuentro de Asís habría estado incompleto.

Hay que considerar que el encuentro ha procurado ser algo que va más allá de los encuentros "interreligiosos", llegando a englobar toda la humanidad. Creyentes y no creyentes en procura de enfrentar la crisis de la sociedad moderna., la crisis de un conjunto de naciones azotadas por huracanes de seres tan enfrentados como descaminados.

Algo que también sigue la línea de la encíclica de Pablo VI "Ecclesiam suam" considerada Carta Magna del diálogo, ya que presenta el diálogo como un medio para colaborar en la acción salvadora de Dios a favor de las personas a lo largo de su camino histórico.

No parece que se haya valorado el encuentro de Asís en su entera dimensión. Quizás en parte por el fanatismo de grupos que buscan llegar a objetivos mediante la violencia armada. También porque hay personas a las que les rechinan iniciativas como la de estos líderes quienes con este encuentro dieron un paso más en su lucha por la humanidad. En su esfuerzo para que los hombres de nuestro tiempo, insertados en la coyuntura actual, dejen de acentuar su egoísmo y la creencia de que la violencia pueda ser la vía idónea para conquistar sus metas.

La sensatez les choca. Les repele que su voz se encamine a reubicar a la gente de su tiempo, dándole a éste un rostro humano en todos los órdenes. Hasta en el económico, acerca del cual Benedicto XVI ha dicho: "el hombre debe estar en el centro de la economía y la economía no debe medirse únicamente por la maximización de los beneficios, sino por el bien común".

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