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Diez mil luces encienden alegría

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Por VIVIANA RUGGIERO

Desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero la esquina de Juan Antonio Arcas y 20 de Febrero, en el Barrio la Unión, es un atractivo no sólo para los vecinos sino para mucha gente de todo el país que se acerca a conocer "La casa de las diez mil luces".

Américo Villella (82) es un fanático de la Navidad y su hobby siempre fue decorar su casa para dicha celebración. Haber estudiado electricidad y desempeñarse durante años como electricista le facilitaron la actividad.

Hace algunos años la decoración de su hogar para la Navidad consistía únicamente en un pino natural adornado en el jardín y en una torre iluminada en el techo de su casa con guías navideñas hechas por él mismo. Hoy en día "La casa de las diez mil luces" de La Unión, tiene once inflables navideños —trineos, Papa Noel, un pesebre, una calesita, muñecos de nieve, entre otros— y más de 10 mil luces que llaman la atención del barrio y de todo el que pase por allí.

Ricardo Villella (55), hijo de Américo, comentó a EL PAIS digital que desde que él tiene uso de razón su padre arma guías de luces para decorar la casa en Navidad. Todo comenzó a "profesionalizarse" cuando Ricardo emigró a EE.UU y sus padres comenzaron a viajar al norte para visitarlo. "Iban para allá y se traían cosas para decorar la casa. Así le fueron dando más color y calidad a la decoración", comentó Ricardo.

Desde hace tres años, es Ricardo el que se traslada a Montevideo para pasar las fiestas y las vacaciones junto a su familia. Vacaciones que no significan descanso, porque todas las noches desde el 24 diciembre hasta el 6 de enero arma, junto a Americo, un mini parque navideño en el jardín de su casa.

Este año el armado comenzó el 22, pero las luces en el jardín de la casa se encendieron el 24 al igual que todos los años. "Papá tiene la costumbre de prende todas las luces el 24 hasta el 6 de enero inclusive, ni un día más ni un día menos", aseguró Ricardo.

ARMADO. La decoración de la casa se monta y desmonta todas las noches debido a los robos. A las 20 horas, cuando empieza a oscurecer, se arma y la hora de finalización depende de la gente que se acerque, pero nunca antes de la 1 de la mañana.

"Viene mucha gente todas las noches. De repente no hay nadie y a los cinco minutos tenemos diez o quince autos parados en la cuadra, además de todos los vecinos", comentó Ricardo.

La familia Villella reconoce que es mucho trabajo y esfuerzo armar y desarmar todas las noches, pero aseguran que las cinco horas que comparten con la gente es la mejor paga. "Si fuera por mí lo armó el primero de diciembre pero es mucho tiempo de trabajo para mis 82 años", explicó Américo.

Ante la pregunta de que comentarios les hace la gente, Ricardo y Americo se olvidaron que estaban en una entrevista y a las risas comenzaron a recordar las anécdotas de ésta Navidad. "Este año nos paso por ejemplo que vino una persona de Paysandú que se iba para Piriapolis y un amigo le contó de nuestra casa y se desvió para conocerla; lo mismo con un hombre de Salto que se iba para Punta del Este", recordó Americo. "Mira acá tenemos una caja que colgamos del portón para que los niños nos dejen las cartitas para los reyes magos.", agregó Ricardo, mientras sacaba papeles con letras desprolijas que pedían desde una bicicleta hasta una cuerda de saltar.

COSTOS. La familia Villella es un claro ejemplo de que hay pequeñas satisfacciones que el dinero no puede comprar. "Realmente para nosotros es un gasto pero yo lo hago con mucho amor para que la gente lo disfrute, sobre todo los niños", explicó Américo.

Los inflables —todos comprados en EE.UU. — van desde U$S 150 hasta U$S 300. "Yo todos los años traigo un chiche nuevo y siempre viajo en las fiestas y en estas fechas no te permiten llevar cajas, entonces pago U$S 150 o U$S 200 por el exceso de equipaje, que es más o menos lo que gasto en cada uno de los inflables", explicó Ricardo, y comentó que cada vez que llega a la Aduana su equipaje es separado y siempre tiene que "explicar y arreglar de alguna forma" para poder llevarse todo "el cargamento"

Otro de los mayores gastos lo sufren cuando llega la cuenta de UTE, que por lo general es cuatro veces más cara de lo normal, por eso colocaron una cajita para la colaboración de la luz. "La gente ayudar mucho, además llegan y hasta nos consultan si cobramos por sacarse fotos con los muñecos", comentó entre risas Ricardo.

Hoy a la noche las luces se apagarán hasta la próxima Navidad. Con satisfacción del deber cumplido, Ricardo explica que le saldría más barato pasar sus vacaciones en Cancún o Las Vegas, pero asegura que ama viajar a Uruguay para las fiestas y que continuará con la tradición de su padre "hasta que se pueda".

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