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La Historia por decreto

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Ex Presidente de la RepúblicaJulio María Sanguinetti

En medio de los brindis de las fiestas, el gobierno dictó -con fecha 26 de diciembre- un extraño decreto en que por un lado "declaró culminada" la búsqueda de desaparecidos, por el otro instauró un día del "Nunca más" haciéndolo coincidir con la celebración del nacimiento de Artigas y finalmente estableció que, sin perjuicio de todos los feriados legales, el Estado sólo reconocería a la referida como "única fecha conmemorativa".

Para empezar, ese "Nunca más" es una tropelía al mezclar a Artigas, el mayor factor de unidad de nuestra sociedad, con ese acto de "abuso" que sólo condena el exceso militar y pretende instaurar, por decreto, el "olvido" de un proceso histórico. El pensador francés, Ricqœr, quien con mayor profundidad ha estudiado el tema de la memoria y la historia, ha escrito: "¿Porqué los abusos de la memoria son de entrada abusos del olvido? … precisamente por la función mediadora del relato, los abusos de memoria se hacen abuso de olvidos." Cuando se pretende instaurar con abuso una historia oficial de los tiempos de la violencia política, se parte de "abusar del olvido", con un relato histórico en que el golpe de Estado militar aparece como un clavel del aire, colgado a un árbol y sin raíz. Se ignora que es el capítulo final de un proceso iniciado con una revolución inspirada en la cubana, que en 1963, en plena democracia, comenzó con acciones violentas de robo, secuestro de personas, asalto sistemáticos de bancos, copamiento de pueblos y asesinatos selectivos. Bien sabemos que el golpe de Estado, que se pretendió justificar en la lucha contra esa subversión, carece del menor fundamento, pues cuando se dio, ya el movimiento guerrillero estaba derrotado; pero nadie puede desconocer que en la secuencia de los hechos fue aquella guerrilla la que sacó de los cuarteles a un ejército que desde 1904 no combatía y que, al sentirse triunfador, se descontroló en sus acciones atropellando el orden constitucional que en una primera instancia había defendido.

El mismo autor citado, al hablar de "la dificultad experimentada por la comunidad nacional, o por partes heridas del cuerpo político, de hacer memoria de esos acontecimientos de una manera sosegada", afirma sabiamente que "de estas dificultades, no se puede hablar de forma responsable antes de haber atravesado las áridas llanuras de la epistemología del conocimiento y alcanzando la región de los conflictos entre memoria individual, memoria colectiva, memoria histórica, en ese punto en que la memoria viva de los supervivientes se enfrenta a la mirada distanciada y crítica del historiador…"

¿Porqué entreverar a nuestro héroe fundacional con esa memoria hemipléjica de episodios contemporáneos? ¿Porqué no tratar de esperar ese análisis científico y sosegado, antes de lanzar a la sociedad a un esquema de división?

Mirando la cuestión desde el culto artiguista, carece de fundamento elevar al 19 de junio a fecha mayor del calendario cívico, cuando se trata de la circunstancia casual de un natalicio, cuya celebración -como han señalado distinguidos historiadores- tiene resonancias monárquicas.

En otro plano de razonamiento, cuestionamos que de un plumazo y sin más trámite, el gobierno decida que esa es "la única fecha conmemorativa". Todos los feriados nacionales están dispuestos por ley y sin excepción deben ser conmemorados. De un modo u otro, pero todos conmemorados. ¿O es que ahora nadie más irá a La Florida los 25 de agosto como han ido todos los Presidentes desde hace un siglo y medio? ¿O es que el 18 de Julio, el día glorioso de la Constitución, culminación de nuestra organización republicana independiente, será nada más que una jornada de holganza? Si al país algo le falta, es conmemorar más y mejor esas fechas, explicar su significado a la juventud, usarlas como lo que son, momentos de nuestra historia ratificatorios de nuestra tradición democrática. Si el gobierno desea hacer menos desfiles militares, muy pequeños por otra parte en los últimos tiempos, redúzcalos y añádale otras expresiones cívicas, pero no deje que las fechas históricas pasen desapercibidas. Ello atenta contra una identidad nacional que hoy más que nunca debemos vigorizar cuando sufrimos tantas agresiones o desprecios de nuestros propios vecinos.

Las fechas patrias son constitucionalmente materia de ley y no de simple decreto, los "honores públicos" son materia de ley. Constituyen algo así como la cédula de identidad de una nación que se define por aquello que reverencia. Desgraciadamente, se desprecia el valor constitucional de estas decisiones. Por eso en un Estado laico ilegítimamente se instauró por decreto la estatua de un Papa, pese a que todos la habrían votado en el Parlamento si allí se hubiera propuesto. Por eso también, en otros ámbitos, se restringen libertades individuales por decreto, como cuando se legitima la ocupación de establecimientos de producción o se impide fumar a las personas en ciertos lugares, sin advertir que la libertad individual y la de comercio sólo pueden limitarse por medio de la ley.

Hay un pernicioso afán de exhibir la autoridad por la autoridad misma. Es lo que el mismo decreto hace con las investigaciones sobre el pasado dictatorial, luego de ignorar el sentido de las pacificadoras leyes de amnistía que perdonaron a los guerrilleros, hubieran o no estado presos, que perdonaron a los militares y que generosamente detuvieron la persecución para abrir un espacio de reconciliación. Naturalmente, no se impedía investigar los hechos y esto, cada gobierno a su modo y en la medida que pudo, lo fue haciendo. Pero siempre con la decisión, avalada por el pueblo, de que no se debía juzgar. Todo eso se dejó de lado, se categorizaron víctimas de primer orden y víctimas de menor interés, se alentaron investigaciones parciales, de magro resultado, y así como arbitrariamente un día se les dispuso, hoy se las cierra. Y se dice "nunca mas", como si se pudiera dominar la memoria, individual y colectiva, de un pueblo al que se le quiere imponer una historia oficial, parcial y tergiversada, que nos regresa a los debates del pasado mientras ignoramos los llamados acuciantes del futuro.

Ya tuvimos, por decreto dictatorial, un 1975 "año de la orientalidad". Ahora tendremos los 19 de junio del "Nunca más".

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