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El "Estado de bienestar" sueco necesita un lifting

| Baja creación de empleos y gran presencia estatal es la parte gris de un modelo que se considera ejemplo en el mundo

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ESTOCOLMO | EL PAÍS DE MADRID, THE ECONOMIST, AP y AFP

Bajo el rótulo "Alianza por Suecia", la derecha de ese país, por primera vez unida bajo un programa común, logró el domingo su tercera victoria electoral desde 1932. El triunfo por escaso margen (47,9% contra 46,5% del oficialismo socialdemócrata y sus aliados) acabó con el gobierno de una década del primer ministro Goram Persson, que ayer anunció su dimisión.

El nuevo primer ministro será el moderado Fredrik Reinfeldt, que asumirá el 5 de octubre. Líder de la derecha desde hace tres años, ha logrado centrar su discurso y -sobre todas las cosas- enfatizar que el famoso "Estado de bienestar", cuasi sacrosanto orgullo sueco, no tiene nada que temer. A lo sumo, recibirá un "lifting".

Mejorar el modelo sin destruirlo es la premisa, y en eso se basó para quitar del poder a la izquierda, que gobernó 65 de los últimos 74 años. En épocas de alto desempleo, bajo crecimiento y escasa competitividad en Europa, Suecia y su "Estado de bienestar" es visto con devoción. Sin embargo, es considerado una estela de épocas anteriores, ya que los mejores años de esa nación escandinava fueron los 80 que precedieron a la década de 1950. En 1970, Suecia ocupaba el cuarto lugar en el "ranking" de la OECD (que engloba a los países con economía de libre mercado, de gobiernos democráticos y con políticas tendientes a preservar los derechos humanos). En 1998 ya estaba en el lugar 16.

DESEMPLEO. ¿El paraíso nórdico ya no era tal? Los números indican lo contrario. La tasa de desempleo es apenas del 6%. Pero en esas cifras se excluyen quienes trabajan en programas especiales de gobierno, aquellos forzados a un retiro prematuro y los estudiantes que "preferirían" estar trabajando. Es sospechoso el número de trabajadores que no asisten a sus empleos por prolongados períodos de enfermedad. Los beneficios por enfermedad ascienden al 16% del gasto público.

El desempleo aumenta más en los jóvenes y en los inmigrantes, hoy un 10% de una población de nueve millones.

No es fácil la creación de empleos en Suecia. Pese a que empresas como Volvo, Ericsson o SKF, tienen récords de exportación, solo una de las cincuenta empresas más grandes del país nació después de 1970. Altos impuestos y los beneficios laborales generosos -aquel que pierde su trabajo percibe el 80% de su salario por tres años- desalienta la creación de pequeños y medianos emprendimientos.

La otra debilidad del sistema es la magnitud del sector público. Un 30% de los trabajadores son empleados estatales. Un relevamiento de la OECD ubica a Suecia al final de un ranking de eficiencia de empresas públicas. Pese a todo eso, una caminata por Estocolmo permite comprobar que el estilo de vida de la mayoría de los suecos es alto.

¿Qué pasó entonces? Los analistas aseguran que el electorado se mostró "cansado" de Persson, quien aparecía como atornillado al poder. Su gobierno debió sufrir acusaciones de nepotismo y él mismo fue tildado de autoritario. Además, un punto de inflexión fue la tardía reacción del Ejecutivo ante la crisis del tsunami en Indonesia, en diciembre de 2004. La ola gigante barrió con las vidas de 543 compatriotas.

CAMBIOS. "Nos gusta la Suecia que tenemos, pero hay que enviar la señal de que queremos hacer cambios sin sobresaltos", dijo Reinfeldt poco antes de las elecciones. En la campaña, aseguró que hoy no hay gran diferencia para un sueco en trabajar o no. Es por eso que anunció que se recortarán los subsidios por desempleo, para fomentar que los parados vuelvan al mercado laboral.

También suprimiría algunos monopolios estatales, y disminuiría la presión fiscal permitiendo la creación de pequeñas y medianas empresas, aumentando las plazas de empleo. Pero también prometió mantener el sistema de protección social y con él otros subsidios: a la salud, a las escuelas, a los niños y a los ancianos. Es que un cambio radical del "Estado de bienestar" es algo impensable en Suecia.

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