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Forestación en su punto crucial

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E. Etchevarren/ R. Aguirre

La apuesta uruguaya a la forestación está en su punto de inflexión. A partir del año próximo el gobierno debería comenzar a reducir el subsidio que paga a quienes decidieron plantar bosques, mientras que el precio de la madera que hoy exporta mayoritariamente el país está en caida.

El ritmo de las plantaciones ha sufrido el impacto negativo de la crisis regional, pero la superficie dedicada hoy a esa actividad es considerada una buena plataforma de lanzamiento para una industria forestal propia.

Productores consultados por El País son optimistas sobre el futuro: esperan que los anunciados emprendimientos industriales en plantas de celulosa impulsen definitivamente el sector. También confían en que el Ministerio de Transporte y Obras Públicas llegue a tiempo en su plan de mejorar las vías de salida de la producción.

La superficie destinada a forestación se incrementó explosivamente en la década de 1990, impulsada por la ley aprobada en 1987 que establecía fuertes subsidios del Estado a esa actividad. Actualmente existen 650 mil hectáreas de bosques, una sexta parte de los suelos considerados potencialmente forestables.

Pero el pico de plantaciones parece haber quedado atrás por el momento. Atilio Ligrone, director de la Dirección General Forestal del Ministerio de Ganadería, informó que 1998 fue el año de mayor plantación cuando la superficie alcanzó las 80 mil hectáreas. A partir de entonces el ritmo ha venido decreciendo. "El año pasado estuvimos en el entorno de las 30 mil hectáreas y este año quizá van a ser 20 mil", dijo a El País.

Ligrone considera que se está cerca de alcanzar el "punto de equilibrio" en materia de superficie plantada que estima en el millón de hectáreas.

En ese enlentecimiento de la inversión en nuevas plantaciones inciden, según el funcionario, el aumento de costos para plantar en áreas más alejadas de las carreteras e incluso la retracción de emprendimientos debido a la crisis económica regional.

Sostiene que el futuro "va a depender de los niveles de industrialización que haya en el país, de la apertura de los mercados y de los precios que se obtengan".

Hasta el momento los productores que apostaron a forestar sus campos o las personas que invirtieron sus ahorros en esa actividad, no encuentran motivos de queja, a pesar de que los precios han bajado desde 1998.

El crecimiento de las exportaciones de madera ha sido constante. En 1996 se exportó por valor de 35.3 millones de dólares y en 2002 las ventas alcanzaron los 51.9 millones de dólares.

TIEMPO Y PRECIO. Pero el negocio de la forestación es una apuesta a largo plazo. El promedio de tiempo de cosecha depende del tipo y destino de la madera. Las especies destinadas a la industria de la celulosa tienen el diámetro necesario para ser explotadas en un lapso de entre 10 y 12 años. Pero la madera para aserraderos, demanda entre 18 y 25 años de crecimiento.

El tiempo de espera marca también una diferencia sustancial en el precio del producto. El valor pagado por la madera para celulosa viene en caída desde 1995, cuando se pagaba en promedio U$S 55 por metro cúbico. En 2002 el precio promedio se ubicó por debajo de los U$S 40 y muchos productores la están vendiendo hoy a U$S 25.

La casi totalidad de la madera exportada hasta el año 2002 tuvo como destino la celulosa (42 de los 51 millones de dólares vendidos ese año).

Una pequeña parte de la madera exportada tuvo como destino final los aserraderos, un producto más estable en materia de precios y por el que se llega a pagar entre U$S 500 y U$S 700 el metro cúbico.

Gerardo Barrios, presidente de la Sociedad de Productores Forestales, dijo a El País que confía en un crecimiento de las exportaciones de madera en el 2003. "Hay más oferta de madera y la devaluación del 2002 nos hizo más competitivos a pesar de que en el mercado internacional los precios han bajado".

Reconoce que el desarrollo del sector forestal en los últimos diez años ha sido excepcional, que muchas de las plantaciones se hicieron en base a "intuición" sobre los mercados que se podrían abrir y se apostó fuerte a la celulosa.

"Por la mitad del camino aprendimos que si bien ese destino es importante, más nobles aún son las madera aserradas que, con inversiones razonables, se pueden industrializar en Uruguay".

Cree que los dos proyectos de plantas para fabricar pasta de celulosa pueden impulsar la inversión en plantaciones.

MENOS SUBSIDIO. Está previsto que a partir del 2004 el subsidio que el gobierno dedica a la producción forestal comience a reducirse en un 25% al año, hasta llegar a cero a finales del 2007.

Hasta este año el gobierno pagaba a cada productor el 50% del costo de la plantación realizada en base a un valor ficto por hectárea que tenía en cuenta la especie plantada y la densidad.

Además los productores fueron exonerados de tributos municipales y nacionales sobre los predios dedicados a esa actividad.

Muchos productores confían en que a pesar del fin del subsidio la producción seguirá siendo rentable. En los hechos, el gobierno tiene un atraso de cuatro años en el pago de los reintegros.

"Lo único que cambió desde que invertí fue el precio, pero para mí sigue siendo un buen negocio", dijo Carlos Olarreaga, un mediano productor forestal de Durazno.

Los eucaliptus globulus que plantó Olarreaga hace 8 años se pagaban entonces U$S 50 la tonelada, pero hoy apenas consigue U$S 25.

"Recién empecé a cortar y el rendimiento me está dando bien", dice el productor que sólo ve como problema grave la falta de reparación de la ruta 42 por la que saca su producción. "El problema es el transporte, yo soy un productor chico y rompí una carretera. Me imagino cuando empiece a salir toda la madera".

Producción: F. Fernández Carranza

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