Publicidad

Una vida dedicada a curar corazones

Compartir esta noticia
Simón Milstein. Foto: Francsico Flores

Regresa experto uruguayo radicado en Estados Unidos por 30 años.

En 1983 Simón Milstein recibió una invitación para ir a Canadá durante seis meses. Médico recibido hacía pocos años, pasaba sus días de guardia en guardia y trabajaba largas jornadas para ganar experiencia y hacerse un lugar en el sector de las túnicas blancas, las recetas, las emergencias y salas de operaciones.

"Se estaba haciendo (en Canadá) un procedimiento nuevo, por el cual se podía identificar en qué lugares se originaban las arritmias (trastorno del ritmo cardíaco). Le abrían el pecho a los pacientes y el cirujano se ponía un electrodo en el dedo e identificaba dónde estaba el problema: mapeaba el lugar como en la batalla naval, de la A a la N y del 1 al 10 y decía "bueno en L3". Entonces iban y cortaban L3 y solucionaban el tema", ilustra Milstein recordando los hechos a la distancia.

La técnica se llamaba electrofisiología clínica y había comenzado de forma experimental en Estados Unidos y Holanda. A la tierra del Tío Sam había viajado a estudiar un médico canadiense, George Klein, quien había llevado la práctica a London, al sureste de Canadá.

"Klein no tenía a nadie para trabajar con él porque nadie quería hacer la técnica, no le veían proyección", rememora Milstein quien, cumplidos los primeros seis meses, se quedó en London tres años para realizar un posgrado en esta disciplina que a él sí le llamó la atención.

Sobre 1986 su jefe recibió un pedido de colegas de la Universidad de Minnesota que estaban interesados en aprender la técnica que trataba las afecciones en el ritmo del corazón y que había comenzado a ganar adeptos.

El uruguayo tenía las valijas prontas para regresar con su familia al Río de la Plata pero le pidieron que fuera a Minnesota a realizar las gestiones para el convenio académico. Cuando llegó lo invitaron a conocer la universidad y el campus donde trabajaría si aceptaba formar él mismo a los nuevos especialistas.

"Volví a casa, armé el mate, nos sentamos a charlar con mi esposa y le dije: mirá, me ofrecieron un trabajo al que no puedo decir que no". Llamé por teléfono a un compañero (tenía guardias previstas en Montevideo para los días siguientes) y le dije no vuelvo".

El tiempo pasó y el desarrollo de la tecnología y la investigación acumulada hicieron que aquella práctica que parecía artesanal, arriesgada y con poco futuro, se volviera precisa, efectiva y poco menos que imprescindible para resolver alteraciones en el corazón. Acaso sin pensarlo, el uruguayo acompañó el desarrollo de la disciplina a lo largo de tres décadas.

Este año, Milstein se retiró como director del Servicio de Electrofiosiología Cardíaca del Central Minnesota Heart Center, en el St. Cloud Hospital de Minnesota y un currículum de 26 carillas que indica su participación en la American Heart Association y su valoración durante ocho años consecutivos por la publicación Best Doctors, en la cual médicos eligen a colegas por los que quisieran ser atendidos en distintas especialidades.

Tras su retiro en EE.UU., volvió a Montevideo a seguir ejerciendo la práctica clínica.

—¿De aquella electrofisiología preliminar a hoy, qué diferencia hay?

—Lo que el cirujano hacía abriendo el pecho y poniendo el dedo ahora son catéteres finititos que van a través de la vena y la arteria en el corazón, identifican cuál es el problema eléctrico o envían los registros eléctricos a una computadora. La computadora recrea un mapa virtual del sistema eléctrico del corazón y señala exactamente de dónde viene el problema.

—¿Y una vez allí qué se hace?

—Una vez que sabés de dónde viene el problema ponés uno de esos catéteres en contacto con el tejido y podés congelarlo, (eso se llama crioablación), o lo podés quemar (eso se llama ablación por radiofrecuencia). La punta del catéter queda a una temperatura de 60°C, elimina una zona de 5 mm de diámetro y el problema se va. Las chances de éxito son de 95%. El paciente, en el 70-80% de los casos se va a la casa el mismo día del procedimiento.

—¿En qué casos se hace esto?

—¿Desde su llegada a Uruguay lo ha aplicado?

—Sí, a más de uno. Entre ellos hubo un paciente de 18 años, jugador de fútbol de un cuadro muy conocido. Tenía una anomalía de corazón congénita y le dijeron que no podía jugar más. Le hicimos una ablación un jueves y el lunes se reintegró.

—¿Cómo está Uruguay en esta disciplina?

—Uruguay tiene cuatro o cinco centros de electrofisiología; hay gente muy capaz que ha salido del país y se ha preocupado por formarse.

—Algunos tipos de arritmias pueden prevenirse con medicación. ¿Cómo está Uruguay en esto?

—Es muy común que se use una medicación que se llama amiodarona. Tiene efectos secundarios importantes, entre ellos fibrosis pulmonar, hipertiroidismo y problemas hepáticos; no todo el mundo los tiene pero el 8% de los pacientes sí y las chances de prevenir la fibrilación auricular son entre el 50 y el 60%. Es decir, de cada dos pacientes sabés que uno en el curso de un año va a volver con el problema.

—¿Qué se siente hacer el trabajo de la década del 80 con la tecnología de hoy?

—Al trabajar uno siente que está sentado adentro del corazón mirando todo.

—¿Y volver a trabajar acá?

—Es una aspiración de 30 años; creí que no se me iba a dar (sonríe).

CUANDO HAY ARRITMIA

Las arritmias son trastornos eléctricos del corazón. Cuando se presentan, el corazón late muy lento o muy rápido. Dado que la frecuencia cardíaca es importante para mantener la cantidad de sangre que el corazón bombea en cada minuto, cuando no bombea suficiente o cuando bombea demasiada no le llega suficiente oxígeno a los órganos vitales y los pacientes pueden tener pérdida de conocimiento o muerte súbita, entre otros problemas. Una de las arritmias más frecuentes se llama fibrilación auricular. Se produce cuando las cámaras superiores e inferiores del corazón no funcionan de forma sincronizada como deberían, sino que laten entra 300 y 400 veces por minuto y la persona experimenta una sensación de pulso irregular. La irregularidad y la rapidez del pulso hacen que no se sienta bien. Generalmente tienen fatiga. Además, mientras la sangre no está siendo propulsada como debería, se forman coágulos que, si llegan al cerebro, pueden causar un infarto cerebral. El 5% de la población por encima de 60 años tiene fibrilación auricular en Uruguay. Dado que la población es añosa, los tratamientos cobran importancia.

En Uruguay. Milstein vuelca sus conocimientos en el Cardiocentro de la Asociación Española.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Simón Milstein. Foto: Francsico Flores

SALUD

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

cienciamedicina

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad