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La era de ventanas con inteligencia

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Tokio. Foto: Pixabay

TECNOLOGÍA

Los técnicos prevén urbes que renueven la calidad del aire exterior y edificios con innovaciones tecnológicas y aislamiento.

En el año 2050 el 66% de las personas vivirán en núcleos urbanos, por lo que resultará imprescindible desarrollar nuevas tecnologías en la construcción de las ciudades que contribuyan a reducir su impacto ambiental.

Con este objetivo, miembros de la Comisión Europea (CE) presentaron en el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance Científico que se celebra estos días en Austin (Texas, EE.UU.), proyectos científicos que mejoran la calidad de vida de la sociedad gracias a la nanotecnología, la biotecnología y materiales avanzados.

En definitiva, plantean que en las “ciudades inteligentes” todas sus superficies, tanto verticales como horizontales, ayuden a establecer un hábitat ideal en el interior de la vivienda y a renovar la calidad del aire exterior.

El proyecto “Materiales avanzados y nanotecnología” (Amanac, por sus siglas en inglés), englobado dentro del programa Horizonte 2020, reúne a 233 socios europeos que participan en el perfeccionamiento de ideas que potencien la eficiencia energética de los edificios.

De acuerdo con los datos de los desarrolladores de Amanac, la participación de pequeñas y medianas empresas (Pymes) se establece en un 36% y de las grandes industrias en un 27%.

Olga Río, de la Dirección General de Investigación e Innovación de la CE, valoró positivamente esta colaboración del tejido empresarial, aunque reclamó mayor implicación de las instituciones.

“Hay que intentar incluir al usuario final, que en muchos casos son las propias administraciones; las que además pueden generar legislaciones que favorezcan la aplicación de los avances”, detalló Ríos en una entrevista con Efe.

Entre los proyectos presentados por Amana se encuentran: mejoras en el aislamiento de los edificios, materiales que generan energía, componentes de construcción livianos y autosuficientes basados en nanotecnología, o las conocidas como “ventanas inteligentes”, capaces de regular la temperatura en función de la luz solar.

En este sentido, Ríos destacó que cada vez se realizan más estudios para conocer “el ciclo de vida” de los materiales, con el propósito de reducir los gastos de mantenimiento en el futuro.

Los costos son unos de los primeros obstáculos de estos proyectos para consolidarse en el mercado, ya que la sociedad aún considera elevada la cantidad a pagar por inmuebles fabricados con materiales avanzados.

“En muchas ocasiones, el precio de una vivienda construida con estos materiales puede tener un costo ligeramente superior al habitual, pero si contamos el ahorro que supone a largo plazo gracias a su sostenibilidad, deberían suponer una ventaja”, explicó.

En el continente europeo, muchos países apuestan ya por las “casas pasivas”, hogares verdes que aprovechan recursos de la arquitectura bioclimática, que evitan fugas de energía y están fabricadas con materiales sostenibles.

Ríos opinó que existe la necesidad de “aplicar ideas que ofrezcan soluciones reales” para generar “un cambio de mentalidad” basado en el equilibrio entre el coste social y el coste financiero.

Por su parte, el director de política de materiales avanzados y nanotecnología del CE, Giuseppe Luca Polizzi, remarcó el control ético de la Unión Europea sobre los programas de investigación que evita “el lanzamiento de soluciones que no sean cien por ciento seguras” para la ciudadanía.

Además de los recursos destinado a la eficiencia energética de los materiales para las infraestructuras, este organismo contempla el desarrollo de proyectos en otros ámbitos que se basen en la mejora de la calidad de vida de las personas.

El uso de materiales avanzados puede abaratar costos en muchas otras áreas de trabajo, como por ejemplo en el sector sanitario, “con el empleo de prótesis elaboradas a partir de impresiones 3D”, agregó Polizzi.

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