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El uruguayo que quiere ser astronauta y entró en un reality para cumplir el sueño de su madre

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Martin Keuchkerian. Foto: Cortesía

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Martín Keuchkerian, un uruguayo de 23 años radicado en Boston (Estados Unidos), participó del programa Exatlón y sueña con convertirse en astronauta.

El legado de la uruguaya Lidia Baceda vivirá gracias a su hijo Martín Keuchkerian (23). El joven uruguayo se recibió de ingeniero aeroespacial en septiembre de 2020 y desde enero de 2021 hasta el domingo 28 de marzo participó de la quinta temporada de Exatlón, un reality show de Estados Unidos de destreza física. Su objetivo es crear una beca en nombre de su madre que ayude a jóvenes de minorías que son la primera generación de universitarios de su familia.

Keuchkerian vivía en Solymar (Ciudad de la Costa) cuando, a los 15 años, él y su madre emigraron a Estados Unidos para reencontrarse con su hermano mayor. Allí terminó sus estudios y persiguió su sueño de niño: convertirse en astronauta.

—¿Qué estudia alguien que quiere ser astronauta?
—Después que me mudé a Boston, estado de Massachusetts, aprendí inglés y cuando apliqué a las universidades conseguí un beca en la Universidad de Virginia que tiene uno de los mejores programas de Ingeniería Aeroespacial de el país. Ser astronauta era un sueño de gurí chico, pero nunca dejé de soñarlo. Siempre quería ser veterinario y astronauta, piloto y astronauta. Cuando terminé la secundaria pensé en cómo hacerlo realidad, cómo trabajar en algo que me apasiona. Siempre fui bueno en física y matemática y cuando descubrí la profesión de ingeniero espacial, fue como que descubrí lo mejor de dos mundos. Tenía que ser bueno en esas materias y me encantaba la idea de explorar y aprender más sobre el espacio y el universo. Ahora espero trabajar en misiones a Marte o a la Luna.

—¿En qué consiste la carrera de ingeniería aeroespacial?
—La carrera de ingeniero espacial es bastante abierta. Se parece a la ingeniería mecánica pero incluye aerodinámica, ciencia de fluidos, astrodinámica y otras áreas más específicas para las aeronaves que vuelan en el espacio. Implica mucho cálculos matemáticos, física, física de fluidos, de objetos astronómicos para lograr desde construir satélites a poner naves espaciales en órbita.

—¿Cuál es su trabajo?
—Es complicado de explicar. Cuando te ponés a trabajar como ingeniero espacial lo hacés en un pedacito chiquitito de la nave cuando se trata de algo gigante. Toma muchos años ser un buen ingeniero y requiere experiencia. Mientras estudiás vas tomando trabajos de verano; yo lo hice durante la carrera y trabajé en organizaciones que trabajan en misiones secretas con el gobierno de Estados Unidos, así como para Rolls Royce, la compañía de motores de avión. A medida que tenés experiencia descubrís cual es la parte en la que especializarte. Mi último trabajo, ya recibido, era con los motores de aviones supersónicos que se hacen para el ejército.

Un atleta destacado

Durante 10 semanas Martín Keuchkerian participó de la quinta temporada de Exatlón. Su talento como atleta le ganó un puesto en el programa de la televisión estadounidense, pero también fue el deporte lo que le abrió las puertas de la Universidad de Virginia. Keuchkerian fue parte del seleccionado sub 20 de Rugby para Estados Unidos y tuvo una oferta de un equipo profesional de rugby de ese país que deshechó.

—¿Por qué si ya tenías trabajo como ingeniero aplicaste para participar en Exatlón?
—Fue por mi mamá. El 15 de enero del año 2020 le diagnosticaron cáncer y ella era súper fan del show. Con el confinamiento de la pandemia tuvo que aislarse porque tenía muy mal el sistema inmune por el cáncer y la quimioterapia. Estaba encerrada y no salía a ningún lado. Cuando una amiga se enteró que estaban aceptando nuevos concursantes me insistió que me presentara y mi mamá me pidió que aplicara. Me tomó por sorpresa cuando me llamaron y tuve que elegir entre el trabajo y el reality show. Decidí hacerlo por ella. Si iba tendría algo diferente que ver todos los días: me miraba darme porrazos y golpearme contra todo cuando participaba en los desafíos. Todos los días algo nuevo y su emoción. También decidí hacerlo porque mi mami siempre creyó en la educación y dijo eso era algo que nadie me quitaría. A ella no la dejaron estudiar porque era mujer, ella se sacrificó para que yo fuera la universidad. Entonces, una manera de dejar su legado era crear una beca en su nombre y con las palabras “querer es poder”.

Martin Keuchkerian. Foto: Cortesía
Martin Keuchkerian y su madre Lidia Baceda. Foto: Cortesía

—¿Cómo es Exatlón?
—Es un show en el que participan dos equipos, 12 hombres y 12 mujeres. Uno es de famosos con atletas olímpicos, jugadores de fútbol o de ligas importantes de deportes de Estados Unidos y la región. El otro equipo, el de los Contendientes (que es donde estaba yo), tiene muy buenos atletas pero que no son profesionales. En mi caso jugué al rugby por 13 años e incluso estuve en el seleccionado nacional de Estados Unidos y fui a la universidad con una beca deportiva. Durante la competencia, que es en República Dominicana, fuimos enfrentando desafíos todos los días que tenían premios como objetos o el lugar donde dormiríamos esa noche. La competencia empezó en enero y termina en julio y habrá un hombre y una mujer que ganen US$ 200.000 cada uno. Yo participé 10 semanas y fui a tres eliminaciones, al final terminé eliminado por esas cuestiones de fortuna. En la última prueba había una mínima chance que no superara la prueba de puntería y fue lo que me sucedió. Ahora ya estoy de vuelta en Boston.

—¿No ganaste el reality pero igual crearás la beca igual?
—La idea era que mi mami estuviera para verlo, pero se fue antes. Durante la competencia gané un lingote de oro valor US$ 5.000 y desde que salí el domingo 28 de marzo estoy trabajando con la Universidad de Virginia para crear la beca. La idea es que sea para estudiantes de poca representación, con pocos recursos y que sean los primeros de su familia en ir a la universidad. En los próximos días organizaremos una recaudación de fondos a la que se comprometieron mis compañeros del programa, los conductores e incluso la señal Telemundo a promocionar para hacer que sea una realidad. El primer objetivo son US$ 25.000 que es lo que se necesita para que la beca viva por siempre, pero si recaudáramos US$ 120.000, sería una beca que se podría dar en todos los años de universidad a los estudiantes. Este es el legado de mi mamá y si lo logramos sé que donaré siempre para que exista.

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