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Sofía Pineda Ochoa es una médica mexicana que vive y trabaja en Houston (Texas, Estados Unidos). Sin embargo, esa no es su única faceta: la especialista formada entre su Guadalajara natal y la ciudad estadounidense es también conocida como directora de cine y responsable por su film Endgame 2050.

Pineda Ochoa dedicó tres años de su vida a producir una película en la que muestra a través de testimonios reales de científicos y de una narración ficticia la difícil situación en la que se encuentra actualmente el planeta Tierra y cómo estará dentro de 30 años.

Aunque proviene del ramo de la medicina, Pineda Ochoa decidió enfocar parte de su vida en el activismo y se formó en producción de cine en la Universidad de Houston. Sobre el giro que dio a su carrera y su primera película, la mexicana conversó con El País.

—¿Cómo fue el proceso de cambio de tu carrera?
—Soy de Guadalajara, México; allí estudié medicina en la Escuela Pública de Medicina de Guadalajara y después hice mis exámenes de validación y me trasladé a Estados Unidos para hacer mi especialidad en la Universidad de Texas. Fueron cerca de 10 años de formación y no tuve tiempo hasta que terminé de centrarme en mi otra pasión que es el medioambiente. Luego me vinculé con el cine: empecé a hacer videos cortos para generar conciencia y, cuando tuve más tiempo, me propuse hacer una película completa de 20 minutos. Sentía que en mis videos no podía plasmar la severidad de la situación a la que los humanos nos enfrentábamos. Para eso me anoté en clases nocturnas de producción de cine en la Universidad de Houston, mientras trabajaba como médica. Me di cuenta que para lograr la película que quería tenía que saber más sobre el tema.

—¿Médica y cineasta?
—Sigo trabajando como doctora de tiempo parcial y, la verdad, me mantengo; tengo que pagar mis gastos y la película, ya que la financié yo misma. El otro medio tiempo lo usó para hacer activismo con la película. Además, trabajo en contenido de cápsulas cortas de video.

—¿Qué plantea la película Endgame 2050?
—La película plantea que los humanos estamos en una situación bastante peligrosa y estamos actuando de manera irresponsable. Me parece que nos comportamos como si viviéramos en un planeta del cual no dependemos; nos comportamos como si no repercutiéramos en el medioambiente y estamos destruyendo el planeta a una velocidad y magnitud que nunca antes se había visto. Al contrario de lo que muchos piensan Endgame no refiere al game over, como que el juego se terminó y no hay más chances. Sino a que es nuestra última oportunidad para salvar al planeta. Es como si fuera el matchpoint en los deportes. Por eso apuntamos a concientizar, para darnos cuenta que nos queda poco tiempo para revertir la situación si seguimos así.

—¿Por qué decidiste hacerla?
—El motivo por el que hice la película es porque pienso que la gente es ignorante y no entiende que, si se siguen comportando igual, el medioambiente las afecta personalmente. Considero que las personas no entienden que nosotros necesitamos del medioambiente para existir, para sobrevivir, y veo que hay muchos que ven que esto de trabajar por el medioambiente despierta interés y es bonito. Pero no se dan cuenta que realmente dependemos de él. El objetivo de esta producción fue concientizar a los espectadores sobre que la solución podría estar en nuestras manos si realmente nos comprometemos a tomar ciertas acciones. Siento que las películas ambientales que ya existen, en general, no abarcan o no comunican claramente la severidad de la situación y no comunican una de las principales causas de la situación qué es el crecimiento demográfico.

—¿A qué te referís con el problema del crecimiento demográfico?
—Puede sonar sorprendente pero, si vemos las cifras, al año 1800 la población humana era de mil millones de habitantes; si vamos a hace 11 mil años, cuando comenzó la agricultura, únicamente un millón de humanos vivían en el planeta. Hoy somos casi ocho mil millones. Actualmente, cada cinco días hay un millón de bebés más a pesar de que estamos en una situación por la que estamos consumiendo más recursos de los que se pueden producir en una manera sostenible y seguimos creciendo como si fuera una situación con la que no hubiese ningún problema. Es un tema más delicado e impopular porque estamos creciendo de esa manera. Creo que la mayoría de los documentales medioambientales no lo abordan; en cambio, hablan de la deforestación, pero no del crecimiento de la población mundial.

—¿Qué considerás que debe hacerse para detener la crisis?
—Tenemos que pensar cuáles son las cosas que tenemos que hacer para cambiar la situación: lo que es mejor para nosotros y para nuestras nuevas generaciones. Si cambiamos la forma en la que estamos consumiendo podemos generar un impacto gigantesco. El objetivo es revertir la situación, ayudar a la naturaleza. Considero que dos acciones poderosísimas que están en nuestras manos son cambiar a una dieta vegana, que según los expertos liberaría mucho espacio de agricultura. Yo soy vegana hace cerca de nueve años. Cómo nos estamos alimentando tiene un impacto gigantesco; más de 50% de todo el espacio habitable del planeta lo estamos utilizando los humanos para la agricultura. Los estudios plantean que estamos talando de los bosques a una velocidad a una cancha de fútbol cada dos segundos. Por otro lado, la otra acción que podríamos hacer es no tener tantos hijos, que es a lo que me refería con el crecimiento poblacional. Es muy impopular recomendar tener menos hijos, pero, en general, todas las poblaciones están creciendo mucho, incluso aquellas que lo hacen de menor manera como, por ejemplo, Estados Unidos.