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"No siento culpa de venir a Punta del Este"

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"Vine por primera vez después que atentaron a tiros contra mi casa". Foto: R. Figueredo
7 1 2015 santiago montoya foto figueredo

Es difícil encontrar a un político o funcionario argentino veraneando en Punta del Este. Para muchos, por las restricciones, eso es “mala palabra”. Y más en tiempos electorales.

Pero hay excepciones que sorprenden: Santiago Montoya, el ex jefe de la AFIP y de la ARBA, actual titular del grupo Provincia, es un potencial candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Montoya es muy cercano al gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli e integra el Frente para la Victoria, sector liderado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un funcionario "K" de pura cepa.

—Montoya, usted es un hombre valiente.

—Fui un muy activo recaudador de impuestos en Argentina. Obviamente si uno es recaudador de impuestos durante una década, va al frente y es intenso. Me da un poco de cosa calificarme valiente.

— Se lo digo porque es de los pocos funcionarios o políticos argentinos que se hace ver por Punta del Este. Capaz que es el único.

—Reconozco que hice la carrera política por el lado difícil. No sé porque tenemos que estar culposos de hacer las cosas si estamos seguros de lo que estamos haciendo. No puedo calificar a otros funcionarios argentinos. No tengo inconvenientes en venir a Punta del Este.

—¿Por qué?

—Lo único que puedo hacer es trabajar y hacer gestión. En toda mi carrera me han visto donde estuve matándome, trabajando fuera de horario y en los fines de semana. Uno a veces ha cometido errores y cosas que no han salido bien, Lo que nadie duda es de la seriedad del trabajo. Como mi trabajo se basa en la gestión que llevé adelante, venir a un país hermano como Uruguay no debería generarme temor.

—El presidente Fernando de la Rúa ordenó a sus ministros que no se aparecieran por Punta del Este. La vuelta del destino quiso que una vez fuera del poder pasara largos períodos en José Ignacio. Usted lo hace como funcionario y también como un político con aspiraciones. Es raro.

—Lo que sucede es que en Punta del Este suceden cosas importantes. Aquí en la temporada hay mucha gente importante de diversos sectores como industriales y de inversiones. Personas que pasan sus vacaciones y que para ese tipo de personajes nunca son totales. Son descansos a medias, porque les gusta a veces participar de algunas reuniones, de alguna tertulia, de considerar temas con ellos que es imposible hacerlo en otra oportunidad. Sin embargo, aquí se dan oportunidades de encontrarse con dirigentes que pueden tomar decisiones importantes sobre el futuro de la región. Entonces, ¿por qué no aprovecharlo?

—Cuando estuvo al frente de la AFIP pasó unos días en Punta del Este. ¿Qué le decía la gente que se topaba con usted?

—La primera vez que vine había llevado adelante un operativo tributario muy intenso contra unas mafias que había. Nunca se supo si vincularlo directamente, pero sufrí un ataque en mi hogar: cinco o seis pistoleros dispararon contra mi casa. Estaba a cargo de mi hijo porque cuando me divorcié obtuve la tenencia del pibe. Él tenía trece años y estaba conmigo cuando este hecho ocurrió. Gracias a un vecino no pudieron concretar el ataque.

—Entonces decidió pasar unos días en Punta del Este.

—Un amigo, Armando Pérez, que tiene casa acá me llamó y me dijo por qué no sacaba a mi hijo, aunque sea por unos días. Vine con Armando y recuerdo que ingresaron a la planta baja del hotel Conrad.

—Me imagino el desparramo que se armó.

—¡Claro! Fue algo increíble porque había un montón de gente departiendo en ese lugar. Cuando entré, pasó como en esas documentales del National Geographic que muestran cómo reaccionan los cardúmenes de peces cuando se aproxima un depredador. Se fueron ahuecando a medida que se les aproximaba el depredador para huir de él. Éstos reaccionaron igual; en dos minutos desaparecieron todos. No quedó nadie en la planta baja. Yo no tenía ninguna jurisdicción ahí.

—Año electoral en su país. ¿Qué pasará con Argentina?

—Los argentinos tenemos que resolver cuál es la continuidad del esfuerzo de todos estos años, hacia dónde va la Argentina en el futuro inmediato. A mí me parece que después de todo este tiempo, la Argentina no puede trastabillar y caer en otra dirección que nos haga perder avances importantes que se produjeron en este tiempo. Estoy convencido y muy esperanzado de las posibilidades presidenciales que tiene Daniel Scioli.

—¿Por qué?

—Es un hombre que concilia por una parte convicciones muy intensas respecto a los elementos fundamentales de las políticas. Por ejemplo, mirar a la región; la integración. Scioli dice que hay que tener más provincia en el mundo y más mundo en la provincia. Eso se trasladaría a toda la Argentina. Por otro lado, defiende como nadie a la producción y al empleo local.

—Es obvio que su país enfrenta problemas económicos.

—Está teniendo algunas dificultades. No podemos crecer. En la región estamos teniendo problemas también. Si un país mantiene un cierto nivel inflacionario y no puede crecer, con el tiempo eso se transforma en una enfermedad muy grave de la economía que se llama estanflación. El asunto es ver cómo salimos de esto sin que haya un reacomodamiento de las variables económicas que sea traumático.

—¿Cuál es la receta?

—Se sale con una gran cuota de confianza y con un gran liderazgo político. Y quien puede resolver esa transición es Daniel Scioli. También la Argentina tiene otros dirigentes valiosos, titulares de espacios políticos que hoy aspiran a lo mismo que Daniel. Pero, hay un tema: Daniel es un hombre que se encuentra maduro para este momento de la Argentina. Es el ideal para conducir la transición desde este proyecto de país que comenzó a resolver las cosas.

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"Vine por primera vez después que atentaron a tiros contra mi casa". Foto: R. Figueredo

SANTIAGO MONTOYA

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