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Los secretos de la arquitectura de Humberto Pittamiglio

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Eduardo Cuitiño

MUSEOS

Se publicó una investigación que pretende resolver los enigmas del Castillo Pittamiglio.

En la historia de Uruguay “hay muchos personajes misteriosos”, a juicio del investigador Eduardo Cuitiño. Uno de ellos es el arquitecto Humberto Pittamiglio (1887-1966), que, además de haber sido artista y político, tuvo una faceta esoterista. Durante los últimos dos años, Cuitiño se dedicó a develar los secretos que el Castillo Pittamiglio guarda en su arquitectura: “Hay símbolos cabalísticos, numéricos, mitológicos, astrológicos, templarios y todo eso tiene un trasfondo alquímico y masónico”.

Enigmas.

Desde pequeño Cuitiño se vio impactado por la arquitectura y el arte del Castillo Pittamiglio de Montevideo, ubicado en Rambla Mahatma Gandhi 633. Hace tres o cuatro años fue a una visita que se hizo por el Día del Patrimonio y le pareció que “había muchas más preguntas que respuestas”. Fue allí cuando decidió que intentaría responderlas.

El resultado de su investigación se materializó este año en un libro titulado El código Pittamiglio, el cual “explica paso a paso cada detalle del castillo y trata de dar un sentido a toda su simbología”, señaló el autor.

Uno de los elementos que más se repiten en la construcción son los números 2 y 7. En el patio, por ejemplo, hay un arco que tiene 72 ladrillos y otro que tiene 27. El edificio tiene una altura de 27 metros, al igual que la torre principal, y en el plano original había 872 metros cuadrados.

Además, hay 72 águilas bicéfalas en todo el castillo, una figura que según Cuitiño puede interpretarse como el grado superior de la masonería. También hay 27 escalones desde el patio hasta el piso de arriba (contando el piso del patio como ‘primer escalón’) y hay un corredor que tiene un ancho de 2,7 metros.

Cuitiño contó y midió todo esto como parte de su investigación. Lo único que se olvidó de contar fue la cantidad de veces que ha visitado el lugar: “Fueron muchísimas”.

Para el autor, la explicación detrás de esos números tiene un origen religioso. Pittamiglio era católico apostólico romano, “lo dice en sus tres testamentos”. En este sentido, expresó: “Setenta y dos son las formas de decir Dios en hebreo que Moisés pronunció al pasar el Mar Rojo, 72 formas de decir Dios aparecen en el árbol de la cábala y 72 son los escalones que soñó Jonás en su sueño bíblico”.

Otro guiño interesante se encuentra en el techo de uno de los pasillos, donde hay cinco cruces que originalmente tenían cinco luces. “El quinto metal planetario es el cobre y la electricidad funciona gracias al cobre”, indicó Cuitiño a El País.

Eduardo Cuitiño
Eduardo Cuitiño. Foto: Leonardo Mainé.

Búsquedas del tesoro.

“Algo que en un principio parece que no es nada, en realidad tiene muchas cosas escondidas para descubrir”, sostuvo el investigador. Para él, Pittamiglio buscaba desafiar a la gente con los enigmas de su castillo.

Uno de los tesoros que esconde la construcción tiene que ver con la idea alquimista de que toda materia está formada por mercurio, azufre y sal. En los patios hay símbolos que refieren a los últimos dos elementos, pero “para completar la obra tenés que encontrar el mercurio, que está en el piso de arriba”.

Al subir, si uno se fija con cuidado en una pieza de arte que está en la pared, puede hallar la imagen pequeñita de un Cristo y en su corazón una criatura con alas en la cabeza. He allí el mercurio, literalmente: según dijo Cuitiño, en la mitología esa figura se llama Mercurio, es el mensajero de los dioses y lleva un casco con alas en su cabeza.

Asimismo, hay un secreto que solo se devela cada 21 de diciembre al mediodía. En una parte del piso superior, si se mira hacia arriba puede verse un hueco en forma de T por el cual, en esa fecha, pasa la luz del Sol y en el suelo se forma una sombra con la silueta de una copa. “Parece como si encontraras el Santo Grial”, una de las reliquias más buscadas de la historia.

Un autor apasionado por los misterios.

Eduardo Cuitiño ha publicado varios libros sobre personajes misteriosos de Uruguay con la editorial Fin de Siglo, como Gardel, el muerto que habla (2013), El misterio del tesoro de las Masilotti (2014) y Las otras caras de Piria (2019).

Ya había escrito uno sobre Humberto Pittamiglio titulado El verdadero Pittamiglio (2020), pero se trata de un trabajo más documental, donde repasa su historia y derriba mitos a partir de la documentación recabada.

Por su parte, El código Pittamiglio (2022) “es un libro que apunta solamente a lo esotérico y trata de buscar las explicaciones a los símbolos que sobrevivieron”.

En cuanto a sus próximos proyectos, planea publicar un libro acerca de la veta política de Pittamiglio. “Él era un político brillante, hablaba en griego y latín y tenía una lógica fulminante. Quiero rescatar ese lado suyo”, aseguró el autor.

Encontrar el sentido.

Curiosamente, Cuitiño es profesor de matemáticas y su vida personal y profesional dista mucho del misticismo. De hecho, admitió que “antes era muy escéptico y estaba convencido de que el hombre estaba demente y de que acá no había nada”. No obstante, cuando se puso a investigar todo comenzó a tener sentido.

“Soy muy lógico y trato de dar explicaciones lo más lógicas posible, que cierren, que cuadren”, expuso. Para escribir El código Pittamiglio (2022) realizó entrevistas a personas vinculadas a Pittamiglio o al mundo esotérico “que prefirieron no ser nombradas de ninguna manera”. Se basó en sus opiniones y en documentación que encontró, y combinó lo anterior con sus propias observaciones.

Una de sus conclusiones es que “Pittamiglio comandaba su propio grupo esotérico y hacía reuniones en este castillo”. Según explicó, hay una leyenda urbana que dice que al arquitecto no le permitieron ingresar a la masonería “ya fuera por su condición de homosexual, de excéntrico o de político de mala reputación”. De esta manera, Cuitiño cree que eso lo pudo haber ofendido y que por eso creó su propio grupo.

En este sentido, los enigmas del castillo vendrían a ser acertijos que Pittamiglio diseñó para que sus compañeros resolvieran.

A su vez, el autor contó que “el último capítulo tiene una teoría que es la explicación fundamental del personaje que fue Pittamiglio”.

El libro se presentará el jueves 21 de julio a las 19 horas en el Castillo Pittamiglio, con la presencia de María Estela Vieras, Serenísima Gran Maestra de la Gran Logia Femenina del Uruguay. El Castillo Pittamiglio de Montevideo está abierto de lunes a viernes de 17 a 20 hs y los sábados y domingos de 12 a 20 hs.

Eduardo Cuitiño
Castillo Pittamiglio. Foto: Leonardo Mainé.

Un artista incomprendido para su época.

“Pittamiglio buscaba ser un personaje y trascender”, afirmó Eduardo Cuitiño, autor de El código Pittamiglio (2022). El arquitecto Pittamiglio “era homosexual, y no lo escondía, y fue un artista incomprendido para su época”. De hecho, Cuitiño aseguró que en la revista de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay “casi no se lo menciona, solo aparece al final como un posible arquitecto para contratar, aunque hizo un montón de edificios”.

Como político, Pittamiglio aplicó muchos conocimientos de sus viajes a Europa en Uruguay. Por ejemplo, siendo ministro de Obras Públicas “trató de desarrollar el país en base a la arquitectura”. Fue gracias a él que se consiguieron los fondos para destrancar dos proyectos, el del Palacio Legislativo y el del Puente de la Barra de Santa Lucía. “Si no hubiera sido por él, el Palacio Legislativo no tendría todos los detalles y las obras de arte que tiene hoy”, dijo el autor.

Desarrolló un proyecto de viviendas populares para los obreros que trabajaban en el Ministerio de Obras Públicas “y eran casas en la zona de La Teja de dos pisos, con estufa a leña, todas distintas, un proyecto que salió carísimo”. La iniciativa generó un “escándalo” porque tuvo sobrecostos y eso hizo que, según Cuitiño, “no le diéramos la oportunidad que merecía”.

En este sentido, el investigador sostuvo que “no dejamos trabajar como político a un hombre que tenía una mente brillante”.

Y agregó: “Pittamiglio fue un artista ninguneado que dejó a propósito el legado del castillo a la Intendencia de Montevideo, para que en un futuro pudiéramos entender lo maravilloso que fue”. Para Cuitiño, “de a poco la gente lo está conociendo y se está maravillando”.

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