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Salar de Uyuni: el destino que une la tierra con el cielo

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Uyuni.  Foto: Daniel Noya

VACACIONES

Lo que no se debe perder de una de las mayores atracciones turísticas de Bolivia.

No es casualidad que el lugar donde la tierra se une con el cielo hubiera atraído en 1969 la atención del astronauta estadounidense Neil Armstrong en su histórico viaje a la Luna. Ubicado en el espacio y desde el Apolo 11, un gigantesco espejo en la Tierra llamó la atención del astronauta, lo cual motivó su regreso al país andino, en el que ya había estado un par de años atrás por razones científicas.

En ese 1969, Armstrong (el primer ser humano en pisar la Luna) volvió a Bolivia y no solo estuvo en el salar de Uyuni, también visitó La Paz, en donde se encontró un desierto con estalagmitas y caminos que le recordaron la superficie lunar. Desde entonces este lugar se llamó el Valle de la Luna.

El salar es una de las mayores atracciones turísticas bolivianas, a 3.650 metros sobre el nivel del mar en el suroeste del país, en el departamento de Potosí, y a 20 minutos del centro de la ciudad de Uyuni. Al llegar en avión se aterriza en La Joya Andina, su aeropuerto, inaugurado por el entonces presidente Evo Morales en 2011 y contiguo al casco urbano.

Salar de Uyuni
El Salar de Uyuni es una de las joyas turísticas de Bolivia FOTO: Juan Carlos Zorrilla

Tras salir del aeródromo se toma una recta que parece conducir al infinito a través de una planicie que obliga a los conductores a estar alertas, bien por la obligación de reducir la velocidad ante un rebaño de llamas que cruzan la vía, o por una vicuña que inesperadamente hace su aparición en la carretera.

La pequeña población de Colchani es la puerta de entrada al salar. También es parada obligada dentro de las diversas excursiones que se hacen por el lugar para ver el comercio, en el que se ofrecen tejidos, artesanías hechas de sal y el procesamiento del mineral.

Como ocurre en el taller de Juanito, quien muestra a los turistas su trabajo artesanal hasta convertirlo en el producto que comercializa en distintos tamaños y que lleva su nombre: sal yodada Rosario-Juanito.

Para los lugareños no hay duda, la visita de Armstrong al salar ayudó a que el lugar se empezará a conocer más.

El turismo es el principal renglón económico de la población: de acuerdo con cifras oficiales, para 2016 el número de visitantes llegó a 298.000.

“La pandemia nos afectó mucho, la economía se vino al piso –comenta Rudy, un taxista–. Aunque nos estamos recuperando, el número de turistas aún no es el mismo de años anteriores. Antes de 2020 aterrizaban tres vuelos diarios, hoy llegan los mismos tres vuelos, pero a la semana”.

Y agrega que con la crisis “los que tenían 4 × 4 para hacer las excursiones por el salar empezaron a venderlas baratas y comprar taxis como el mío para sobrevivir. La competencia se puso dura”.

De a poco, el turismo se fue recuperando y las excursiones al salar regresaron. Este gigante de sal recibe al turista con un blanco que encandila y un viento frío que en la primera toma de aire limpia los pulmones.

Este lugar hace 40.000 años fue el lago Minchin; hace 11.000 años, el lago Tauca, y posteriormente llegó un periodo de sequía que fue disminuyendo su volumen hasta quedar convertido en lo que es hoy: una superficie con extensión de 10.582 kilómetros cuadrados, es decir, casi igual a nuestro departamento de Sucre (10.567 kilómetros cuadrados) o seis veces Bogotá.

Salar de Uyuni
Salar de Uyuni. Foto: Juan Carlos Zorrilla

Qué hacer.

Entre los planes están montar en bicicleta en medio de este blanco infinito y jugar con la fotografía aprovechando los reflejos que da el agua o con las perspectivas que dan lugar a toda clase de imágenes que convierten a las personas en gigantes o diminutos seres asustados por monstruos o dinosaurios.

El día se puede terminar sentado disfrutando el atardecer y viendo cómo el cielo se pinta de distintos colores cada diez minutos hasta que se oculta el sol.

En invierno (mayo a noviembre), el salar es completamente seco. Esto permite tener otras experiencias e internarse aún más para conocer las islas, como Incahuasi o la isla del Pescado, rodeada de cactus gigantes de más de mil años de antigüedad.

En invierno o verano, otra actividad con gran atractivo es salir en la noche a apreciar la Vía Láctea.

Cuando el salar tiene agua y se vuelve un gran espejo de la noche, es un momento ideal para que los amantes de la fotografía hagan imágenes únicas o para que estas queden impresas por siempre en el recuerdo.

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