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Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori: “Las cosas con Juan son así: son intensas”

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Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori, este martes en el Senado Foto: Prensa Juan Sartori

ENTREVISTA

Durante un verano europeo su hijo, el senador Juan Sartori, le dijo que regresaba a Uruguay para comenzar una campaña política de la que ella participó; esta semana lo suplantó en el Parlamento

¿Quién es Juan Sartori?, preguntaba unos de los primeros spot de campaña de un empresario joven, de sonrisa ancha y pelo prolijo, hasta ese entonces desconocido y con una gran ambición: ser el próximo presidente. Juan Sartori no llegó a la Presidencia pero sí al Senado por el Partido Nacional. Pero, en cuarentena obligatoria por el coronavirus, el martes fue suplantado por su madre. Y, entonces, se cambió la pregunta: ¿Quién es Rosina Piñeyro? “La gente me conoce como ‘la mamá de Juan Sartori’; es re lindo ser la mamá de Juan”, dijo a El País esta doctora en sociología y ciencias humanas por la Sorbonne de París, donde viajó con sus hijos de 12 y 11 años, respectivamente, luego de divorciarse porque quería más para su vida; décadas después, vuelve a Uruguay para acompañar a su hijo “en lo que haga falta”.

—Usted militaba por el Movimiento de Rocha y Por la Patria antes de irse a vivir Europa con sus hijos. ¿Cree que usted plantó el germen de la política en su hijo mayor?
—No lo sé. Yo los eduqué muy libres, con una formación de base con mucho criterio propio. Ellos (Juan y Magdalena) siempre fueron libres de elegir. Indudablemente me da una alegría terrible cuando toman cosas que yo ya había tomado como esta. Sí (les inculqué) mi espíritu de independencia. Empecé a trabajar muy joven porque había entendido que la independencia empezaba por tener un poquito de independencia económica. Juan nació en la mitad de mi licenciatura que la hacía en la noche. De día trabajaba y estaba con los chicos y de noche me iba a clase. Cuando terminé la carrera me llamaron del Centro de Estudios para la Democracia Uruguaya (fundado por Wilson Ferreira Aldunate) porque estaban buscando sociólogos blancos. Estaba re feliz por empezar a trabajar con ideas a las que siempre había adherido.

—Luego usted continuó sus estudios en París. ¿Cómo tomó esa decisión?
—Para los hombres están dados los caminos, pero nosotras tenemos que ser creativas. Me divorcié muy joven porque, evidentemente, mi proyecto de vida no confluía con el proyecto de vida clásico de la época. Tenía más aspiraciones. Los chicos tenían 2 años y 1 año. Ahí empezó el camino de buscar una vida. Tengo la suerte de que seguí el camino con el corazón y que las cosas salieron bien. Me da la energía para decir que lo que se quiere, se construye. A mí siempre me fascinó la maternidad. ¿Por qué elegir un campo o el otro? Son ideas preconcebidas que te meten en la cabeza y que la bloquean a una. Todos tenemos miedos, pero hay que vivir y construir.

—Con este relato, la aventura parece que es algo cotidiano para la familia. ¿Pero cómo fue esa primera conversación en la que su hijo le plantea una nueva: lanzarse a la precandidatura por el Partido Nacional?
—Yo me río porque, ya desde adolescente, estaba acostumbrada a que Juan me contara un delirio y yo hacía una crisis. Después de unos meses me daba cuenta de que el delirio se estaba convirtiendo en realidad. Me llevó un tiempito darme cuenta que cuando me cuenta un delirio, en verdad no lo es. Siempre fue muy emprendedor, apasionado, trabaja mucho por las cosas que quiere y siempre está en muchas cosas al mismo tiempo y, aunque esta no estaba expuesta, él siempre tuvo mucho amor por Uruguay y siempre volvía. Nunca había hablado de esa nueva aventura pero, para mí, que siempre estuvo en su cabecita. Entonces, de golpe, durante un verano de allá, nos dijo que iba a empezar a hacer la campaña. Nos descolocó un poco porque estábamos establecidos. Mis nietos siempre habían sido muy itinerantes. Empezamos a ir y venir. Fue corto e intenso, además. Pero a él le gustan las cosas intensas.

—¿Cómo vivió la campaña?
—Tuve varias etapas. Me resultaba fascinante que mi hijo se tirara en un proyecto así en su país. Había toda una parte analítica que me encantaba seguir porque es mi formación profesional. Y, por otro lado, ver que iba granjeando un camino ascendente tan rápido, con la facilidad de contacto que tiene con la gente. Para mí es una bendición que tiene. Y estaba todo el susto y el revuelo que causaba localmente. Al principio me daban miedo todos los ataques. Sufrí como una loca.

Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori, este martes en el Senado Foto: Prensa Juan Sartori
Rosina Piñeyro, madre de Juan Sartori, este martes en el Senado Foto: Prensa Juan Sartori

—Como madre, ¿cómo la afectaron los ataques que recibía su hijo?
—Internamente estaba súper estresada. Después me fui acostumbrando. Nunca me había tocado vivir una cosa así. No podía creer que se dijese cualquier cosa de él en la prensa; hasta de mí. Estaba shockeada. ¿Cómo podían decir esas cosas con impunidad? Después aprendí y ahora me importa un cuerno. Me llegaba más porque era mi hijo, porque era mi país y porque mucha gente que yo conozco tomaba partido para un lado o para el otro. Y que sea tu hijo hace que lo sientas en carne propia. Pero, al mismo tiempo, estaba súper orgullosa de cómo se sostenía e iba para adelante, siempre positivo y siempre tratando de construir. Fue muy lindo, aunque muy estresante. Pero las cosas con Juan son así: son intensas.

—El martes asumió como suplente en el Senado. ¿Cómo fue esa experiencia?
—Imaginate la emoción. Por un lado, toda la emoción de una vuelta a cosas que también fueron mis orígenes. La política, el Partido Nacional, la democracia; son temas que amo. Yo viví bajo la dictadura y sé apreciar lo que es una democracia. Y también me emocioné por mi hijo. Además, fue un día en el que tocó mucho debate. Estaba caldeada la cosa. Estoy encantada en hacer la suplencia cuando él lo requiera. Estoy muy contenta de trabajar más en la parte social y en vínculo con lo internacional. Cada vez me voy enraizando más y veremos de qué forma puedo ayudar. Además, me reencontré con mucha gente que lucha para sacar las cosas adelante de este feo periodo que estamos viviendo.

Juan Sartori junto a su madre Rosina, Foto: Pablo S Fernández.
Juan Sartori junto a su madre Rosina, Foto: Pablo S Fernández.

—Se sentó al lado de Guido Manini Ríos. Su esposa, la ministra Irene Moreira, tuiteó: “Lo compañeros de clase se juntaron”. ¿A qué se refería?
—Es increíble. Nos conocemos desde los 4 años. Vivíamos a una cuadra e íbamos al mismo colegio caminando por la misma callecita todas las mañanas, con él y el hermanito. Estábamos en la misma clase y en un mismo grupito que éramos buenos estudiantes y amigos del barrio. Nos habíamos reencontrado un poco antes de la campaña. Y nos sentamos en el banco de al lado, igual que en el colegio. Esta es una de las cosas más lindas de Uruguay: la amistad. En otro lado, la amistad está basada en los intereses concretos en los momentos. Acá, cuando tenés un amigo, es un amigo para toda la vida.

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