Publicidad

Robos al conocimiento: científicos denuncian pérdida de cámaras trampa

Compartir esta noticia
cámaras trampa

CIENCIA

Ocho proyectos perdieron información valiosa por vandalismo, por ejemplo, más de 90.000 registros de especies.

Vieron la cámara. No la pudieron arrancar. Entonces, al rato, volvieron con un serrucho para cortar el árbol. “Es tragicómico”, dijo Alexandra Cravino, sobre solo un caso de todos los que ha visto en el material recogido por las cámaras trampa que tiene instaladas por el país para estudiar mamíferos y su relación con la forestación para la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar) y que ha sufrido varios robos.

Su caso no es único: ocho proyectos de esa institución y del Centro Universitario de la Región Este perdieron información valiosa por vandalismo de 2015 a la fecha.

Esto se traduce en los siguientes números: pérdida de más de 40 dispositivos, de más de 15.000 días y noches de funcionamiento y de más de 90.000 registros de especies.

cámaras trampa
Colocación de cámaras trampa. Foto: A. Cravino

Y lo que es peor: científicos cuyo entusiasmo se desmorona al igual que el presupuesto que tienen disponible para sus proyectos y que puede suspenderse por esta causa.

“La pérdida de información es lo que más te destruye”, resumió Cravino.

cámara trampa
Robo de cámara trampa. Foto: A. Cravino

Vandalismo.

Entre 2011 y 2014 se registraron dos robos de cámaras; entre 2015 y 2018 los casos subieron a nueve y se agregaron tres roturas y cinco robos de tarjetas de memoria. Pero todo fue a peor a partir de 2019 y, en particular, durante este año: cuatro roturas, 24 robos de tarjetas y más de 30 cámaras robadas. Tanto así que Cravino afirmó: “Los robos hoy son una problemática más grande que una inundación que rompe los equipos”.

El último robo que sufrió esta bióloga fue el de cinco cámaras trampas (todas en una misma zona y separadas por un kilómetro y medio) y eso la llevó a denunciar la situación ante Decanato para que institucionalmente se tome alguna medida al respecto.

cámara trampa
Robo de cámara trampa. Foto: A. Cravino

“Perdí toda la temporada fría. Todas las cámaras en ambientes nativos, bosque ribereño, bosque parque y pastizales. (Se sustrae) propiedad intelectual de la Facultad de Ciencias e impacta en proyectos que buscan avanzar en el conocimiento científico”, comentó a El País.

Ella estudia los efectos de la forestación sobre los mamíferosde mediano y gran porte desde 2015 y, por lo tanto, perdió la secuencia temporal.

“El que te rompe la cámara lo hace o por maldad o por miedo porque no saben qué hacer para no aparecer porque están cometiendo algún ilícito por invasión de propiedad privada, abigeato, caza furtiva o la razón que sea”, señaló.

cámara trampa
Carpinchos captados en cámara trampa. Foto: A. Cravino

Por ejemplo, todos los dispositivos de Cravino estaban ubicados en predios forestales.

A fines de 2020, Cravino había difundido en sus redes sociales algunas imágenes que mostraban a cazadores en un área protegida en la que habían sido reintroducidos los pecarí de collar.

Algunas cámaras trampa son robadas para la reventa pero Cravino cree que esto solo se aplica a la minoría de los casos puesto que, en general, son equipos económicos.

cámara trampa
Gato montés captado por cámara trampa. Foto: A. Cravino

Si bien hay modelos que pueden alcanzar los US$ 600, los que ella utiliza rondan los US$ 150. El precio varía según los sensores que se activan ante el registro simultáneo de movimiento y de cambio de temperatura en el entorno.

“Tengo réplicas en muchos lugares y sé que voy a tener algunos datos; es lo único que emocionalmente me deja más tranquila. Pero, ¿sabés que impotencia se siente al recorrer kilómetro y medio y que no esté, otro kilómetro y medio y que no esté y así? Imaginate la cantidad de veces que aparecieron caras y jamás se hizo nada. El objetivo no es denunciarlos, sino que ponemos cámaras por las preguntas de nuestra investigación”, apuntó en diálogo con El País.

cámara trampa
Ciervo axis captado en cámara trampa. Foto: A. Cravino

Problemas con el presupuesto.

 A lo anterior hay que sumarle el gasto en combustible, alojamiento y tiempo. Como los fondos son limitados –no más de $ 300.000 por proyecto–, muchos investigadores como Cravino no destinan nada del dinero a sus propios sueldos para cubrir la compra de equipos y no tienen forma de conseguir reposiciones.

En consecuencia, muchos científicos ponen dinero de su bolsillo. Cravino, por ejemplo, ha comprado lingas y candados y ha enviado a construir cajas para proteger a las cámaras. Nada de eso detuvo a los robos.

Entonces gastó en la compra de visores térmicos y nocturnos, otros dispositivos de observación y en un dron para mejorar la seguridad y pasa más horas en el campo.

“Me gasté la beca de maestría y un pedazo de la del doctorado”, dijo a El País.

Y relató: “La investigación está sufriendo a nivel global por el robo de dispositivos. Cuanto más alto ponés la cámara para evitar que te la roben, ves menos bichos. Si la ponés a tres metros y mirando para abajo, le ves el lomo a los animales y no los ves caminando de lejos. Si la tenés que poner lejos del río te quedaste sin ver al lobito de río que está en el borde. Cada vez más el diseño de tu pregunta científica tiene que pensar en cómo evitar robos a futuro”.

La correcta posición de una cámara trampa es a la altura de la rodilla de una persona y orientada hacia adelante para captar un amplio campo visual.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad