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Prender la TV con el calor de la mano

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Facundo Urroz lidera el proyecto CHVSPI (por “calor humano versus pilas”).

TECNOLOGÍA

Estudiante prescinde de pilas en el remoto; su idea es finalista en concurso internacional.

Facundo Urroz, de 18 años, está en primer año en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (UdelaR); no obstante, ya se había contactado con el docente Pedro Arzuaga antes de terminar el liceo. Le escribió al Instituto de Ingeniería Eléctrica para comentarle su idea: fabricar un control remoto que funcione mediante el calor humano.

“La idea general es utilizar los controles a distancia sin pilas, solo con el calor de la mano”, explicó a El País. A Arzuaga le pareció interesante y consiguió que la facultad le prestara los laboratorios fuera del horario de clases para desarrollar el proyecto.

El estudiante, todavía en el bachillerato, tenía antecedentes: es un exolímpico de ciencias y ganó una medalla de bronce en la Olimpíada de Ciencias Junior de Uruguay y fue finalista de la Olimpíada Uruguaya de Química en 2016.

Ahora está por disputar otro título: es uno de los finalistas de la competencia internacional de ciencia e ingeniería “Ciencia en Acción”, organizado por distintas entidades científicas de España. Urroz viajará a la ciudad de Alcoy (Alicante), España, el próximo 4 al 6 de octubre para medirse con estudiantes e investigadores de universidades de Estados Unidos, Italia, España, Portugal y México.

El proyecto bautizado como CHVSPI (por “calor humano versus pilas”) se relaciona con el concepto “energy harvesting” (o captación de energía).

Así lo explicó Urroz: “Es la conversión de la energía ambiental presente en el ambiente en energía eléctrica para su uso en la alimentación de dispositivos o circuitos electrónicos autónomos”. En otras palabras, que el calor corporal sustituya a las pilas.

Facundo Urroz abrió el colectivo 101660 en Abitab para conseguir fondos.
Facundo Urroz abrió el colectivo 101660 en Abitab para conseguir fondos.

¿Cómo? Hay que hablar del efecto de Seebeck y del Efecto Peltier. El último consiste en el calentamiento o enfriamiento de una unión entre dos metales distintos al pasar corriente por ella. Al invertir la corriente, se invierte también el sentido del flujo del calor. Según explicó Urroz, este efecto es reversible e independiente de las dimensiones del conductor. El resultado de generar tensión entre dos uniones metálicas mantenidas a temperaturas diferentes se conoce como Efecto de Seebeck.

“Al invertir la polaridad de alimentación, se invierte también su funcionamiento; es decir, la superficie que antes generaba frío empieza a generar calor y la que generaba calor empieza a generar frío”, añadió.

En este caso, la parte que se enfría suele estar cerca de los 10 grados Celsius; mientras que la parte que absorbe el calor puede alcanzar rápidamente los 80 grados Celsius.

“Un problema que enfrentamos -en la fabricación del prototipo con las células Peltier- es que el voltaje de salida era muy poco”, apuntó Urroz. Al estar la mano en contacto con la celda, se generaba 0,5 voltios, lo que era insuficiente para que funcionara el control remoto. Entonces, Urroz instaló un “ladrón de julios”, o una bobina, resistencias y diodos, para aumentar a tres voltios. Y lo consiguió. “La idea básica es que, al generar una diferencia de temperatura en la celda, se genera energía en los extremos de ella. Esa energía la utilizamos como fuente de nuestro circuito para lograr el objetivo que es sustituir las pilas y utilizar el mando a distancia con el calor corporal”, completó.

Urroz tuvo otro desafío: que su invento entrara en un control remoto. “Lo solucionamos”, apuntó. Y agregó: “Lo cargamos en un capacitador. Cada vez que apretás un botón, en un milisegundo se carga y se descarga como un control normal”.

MÁS

Una solución para cuidar el medio ambiente

El proyecto de Facundo Urroz no solo apunta a una innovación tecnológica sino también a la sustentabilidad. “La eliminación de las baterías es también una preocupación medioambiental y esto contribuye a un medio más ecológico”.

Entre los componentes de un pila se hallan mercurio, cadmio, níquel, litio, plomo, manganeso y zinc. Todos ellos son inminentemente tóxicos para la salud.

Una pila alcalina usada y arrojada a la basura puede contaminar hasta 100 mil litros de agua. Por lo tanto, es imprescindible separar las pilas del resto de los residuos domésticos y llevarlas a los contenedores dispuestos para su recogida selectiva. En el Uruguay no hay plantas recicladoras de pilas. La IMM construye bloques de cemento con estas.

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