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¿Están perdidos?: Lo que piensan los adultos sobre los adolescentes

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FAMILIA

Estudio de UNICEF revela que los padres sienten que no tienen herramientas para enfrentarse a sus hijos adolescentes

"Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”. La cita no es de ahora. Se le atribuye a Sócrates, quien vivió varios siglos antes de Cristo. Las críticas que siempre recibe la juventud por parte de quienes ya no son jóvenes no son una novedad; son, más bien, una constante universal.

No obstante, una campaña de Unicef quiere recordarles a los adultos que la adolescencia se trata de la “segunda ventana de oportunidad” para el desarrollo pleno de una persona y, como tal, son ellos los que deben acompañarlos en el camino hacia la adultez.

La investigación La percepción de los adultos sobre las/os adolescentes desarrollada por Unicef en diciembre de 2019 arrojó que estos tienen una visión negativa de esta etapa de la vida que empeora en aquellos adultos que tienen cerca a un adolescente.

“Es una etapa que los cuestiona mucho o los incomoda; nos cuesta empatizar con los adolescentes aunque todos pasamos por ahí”, dijo Victoria Blanc, oficial de comunicación de Unicef.

Todos los adolescentes viven cambios físicos, psicológicos y sociales al tiempo que asumen nuevas responsabilidades y comienza la búsqueda de una identidad. En este sentido, Lucía Vernazza, oficial de protección de la niñez de Unicef, indicó que ellos fueron los más afectados por la pandemia por COVID-19 por dos aspectos: porque recibieron críticas por parte de los adultos respecto a un comportamiento entendido como riesgoso y porque tuvieron que retrasar su autonomía.

La pandemia por coronavirus puede haber aumentado el riesgo de sufrir un mayor aislamiento, ansiedad y estrés, lo que pone en peligro su salud mental, al mismo tiempo que experimentan cambios en las rutinas que normalmente fomentan la resiliencia ante eventos desafiantes.

“Es la etapa donde empiezan a dejar el ámbito privado para darle más importancia al ámbito público y ganar independencia. Los que estaban empezando a andar más solos, los de 13 o 14 años, tuvieron que retrasarlo. Es una franja olvidada que se llevó la peor imagen”, afirmó.

Carga negativa.

Rebeldes, conflictivos, irrespetuosos, contestatarios, apáticos. Solo cinco palabras que los adultos encuestados dijeron sobre los adolescentes. Otras tienen la misma carga negativa.

En realidad, no son conceptos sorpresivos. “Se repiten de generación en generación”, comentó Vernazza. Pero sí cambian las preocupaciones con los años.

Por ejemplo, el uso de las redes sociales y la multiplicidad de pantallas han reemplazado a la vieja visión de que los jóvenes consumían mucha televisión. También existe una inquietud por el consumismo, por el uso de drogas y, como siempre, por la sexualidad.

En el estudio al que accedió El País se lee: “Todos los padres se sienten solos frente a los adolescentes y varios perciben que carecen de herramientas para ayudarlos”.

¿Toda adolescencia pasada fue mejor?

La investigación La percepción de los adultos sobre las/os adolescentes de Unicef arrojó que todos los adultos, más allá de la región y el nivel educativo, coinciden en que la adolescencia de ellos fue mejor, en términos generales, y es una etapa que recuerdan con nostalgia. Algunos, sobre todo hombres menos educados, muestran mayor afinidad con el modo de relacionarse del pasado y replican muchas de las prácticas que sus padres aplicaban con ellos. Estas personas valoran estructuras familiares tradicionales, la madre en la casa y el padre trabajando afuera. Aparecen unos pocos que mencionan que hoy es mucho mejor ser adolescente y desearían haber vivido su adolescencia como la viven hoy. Valoran la autoconfianza que tienen los jóvenes actuales, la energía positiva, la motivación, la apertura de cabeza y que se atreven a hacer lo que quieren.

Información para padres.

Ante esto, Unicef elaboró una campaña que ya está en los medios de comunicación y en la vía pública que brinda herramientas para padres, madres y tutores para que sepan qué esperar en esta etapa y tengan orientaciones para abordar las diferentes situaciones que se presentan.

Blanc señaló: “Los padres se sienten muy desafiados por esta etapa; se sienten muy solos. Cuando los hijos son más chicos ven referentes más claros como el pediatra o la maestra; pero en la adolescencia eso se pierde y no está claro a quién acudir”.

Los materiales que pueden encontrarse en la web (www.unicef.org/uruguay/adolescentes) dan recomendaciones para actuar según los comportamientos esperables. A juicio de Blanc, si se tiene este conocimiento, es más fácil de sobrellevar el conflicto.

Por ejemplo, ante la pregunta de por qué los adolescentes asumen riegos, se explica que el cerebro del adolescente se desarrolla por etapas. La corteza prefrontal, zona clave para el desarrollo de funciones como la planificación, la toma de decisiones, la inhibición de impulsos y la capacidad de autocontrol, no termina de madurar hasta los 25-27 años. El sistema límbico, lugar donde se elaboran las emociones, madura antes que la corteza prefrontal. Es por esta razón que lo emocional pesa mucho más que lo racional en las decisiones de los más jóvenes. Además, aumenta la producción de dopamina que activa los circuitos de recompensa.
Es decir, pueden ser conscientes de los riesgos pero le dan más valor a la recompensa social.

Las expertas de Unicef también se refirieron a una preocupación eterna de los padres: dejar de ser una referencia para sus hijos. En este caso, se recuerda que el distanciamiento no solo es esperable sino que es vital y necesario para un crecimiento saludable.

Vernazza dijo sobre este punto que los padres deben “ser pacientes y estar presentes” sin asumir una postura de ahogo. “Tenés que darles confianza. Lo importante es que estés”, afirmó.

Los adolescentes necesitan ganar en independencia, proyectarse, ensayar versiones de sí mismo que pueden confrontar sanamente con la de sus padres y diferenciarse de sus adultos. A los adultos se recomienda que estén disponibles para escuchar, contener e inspirar confianza.

Blanc añadió: “Si no rompen alguna regla, ¿cómo van a dejar de ser niños y pasar a ser adultos? En la campaña tratamos de mostrar como esos comportamientos que a veces nos irritan o que pueden ser vistos como negativos tienen una contracara positiva o necesaria para la etapa que están viviendo y que es sano que así sea”.

Internet: cuándo preocuparse.

Una de las preocupaciones más mencionados por los adultos en el estudio La percepción de los adultos sobre las/os adolescentes es el uso de las pantallas. En este punto, Unicef enseña que para los adolescentes las tecnologías no representan nada nuevo: son parte de varios estímulos que rodean su vida cotidiana desde siempre. Esto hace que suelan manejarse con naturalidad y comodidad al utilizar la tecnología, propias de quien no ha conocido otro escenario. Hay que tener en cuenta que el valor de las relaciones sociales y el placer que generan son muy importantes en la vida de un adolescente y, en este sentido, los dispositivos electrónicos se han convertido en el medio más elegido para una de las actividades más importantes de esta etapa: socializar.

Pero se advierte: “Pero nada debe confundirnos y hacernos pensar que podemos dejarlos solos. El uso que hacen de los dispositivos y plataformas no significa que tengan conocimientos y habilidades sociales suficientes para poner en práctica desde lo digital. Como en otros ámbitos de su vida, es necesario que los adultos eduquemos, orientemos y acompañemos para que los adolescentes tomen decisiones que les permitan ir ganando autonomía y velar por su seguridad en línea”.

Los padres deben preocuparse si observan que está siendo afectado el rendimiento escolar o el adolescente evita la interacción con sus pares.

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