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Una noche de gala por los 150 años del "Elbio"

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Aniversario del colegio Elbio Fernández. Foto: Fernando Ponzetto

ANIVERSARIO

El colegio privado con vocación pública celebró con fiesta en el Auditorio del Sodre.

La historia está escrita, y en el Elbio Fernández se festejó eso, pero también el presente y los planes para el porvenir cercano. En un país que cumplió 189 años, este colegio laico, privado pero con vocación pública, celebró el pasado lunes su sesquicentenario dejando en claro que mantiene en su horizonte el objetivo de educar desde los principios varelianos, eludiendo dogmas y abrazando a una población heterogénea.

La fiesta organizada en el Auditorio Nacional del Sodre para recordar ese trabajo docente desplegado durante 150 años incluyó el discurso académico y la recreación escénica de las batallas que debieron dar los defensores de un modelo de enseñanza modernizador, pieza clave de la democracia civilizadora. Entre ellos, José Pedro Varela y el propio Elbio Fernández. Pero además de esto, de reconocimientos y homenajes, la fiesta también incorporó el teatro de la cultura, con calidad y calidez.

Alumnos y ex alumnos le pusieron música y otras artes a un espectáculo en familia, producido por Álvaro Ahunchain y dirigido por Adriana Da Silva. A sala llena, la propuesta que se llamó “¡Viva la educación!” comenzó a todo rock sinfónico, con una coreografía sobria, para el tema Another Brick In The Wall, de Pink Floyd.

Ese despliegue permitió evocar el combate al oscurantismo en la educación, el sueño de universalizar el conocimiento, de arrinconar a la ignorancia, al analfabetismo, y de nutrir el espíritu republicano, en una lucha compartida contra la transmisión mecánica de conocimientos en un sistema rígido, áspero y adoctrinador. Entre ese despertar de la gala y el cierre del espectáculo, cuando se entonó el himno del Elbio Fernández con un coro de más de 100 chiquilines y jóvenes, desde la filosofía hasta las artes plásticas tuvieron sus minutos dedicados a ex alumnos famosos, populares o prestigiosos.

Aniversario del colegio Elbio Fernández. Foto: Fernando Ponzetto
Aniversario del colegio Elbio Fernández. Foto: Fernando Ponzetto

En una síntesis veloz, Emma Sanguinetti dio cuenta, por ejemplo, del arte constructivo del que partió el pintor Julio Alpuy, del dominio del grabado al aguafuerte de Anhelo Hernández y de la potencia de las crónicas mudas del caricaturista Arotxa.

En vivo cantó Lea Ben Sasson, Martín Jorge dirigió la Orquesta Sinfónica Juvenil, y María Noel Taranto interpretó Chiquilín de Bachín, de Horacio Ferrer, otro exalumno que una década atrás estuvo en persona recitando sus poemas en un patio del colegio durante la fiesta anual. Este vals, una estampa de antaño, porteña, pero traducible a esta parte del Plata y a esta época, puso el tono melancólico, las contracaras de este mundo que también deben conocer los pibes o gurises con “delantales de aprender”.

Para darle otro color a los ánimos, llegó después con su show de piano y humor Sebastián Almada, que levantó al público de las butacas para cantar y llevar con palmas el tempo del Feliz Cumpleaños, en tres versiones jocosas: a lo Mozart, Beethoven y Bach.

A través de audiovisuales proyectados en pantalla gigante, brindó testimonio de su pasaje por el colegio el maestro de música Federico García Vigil y se vio emocionada a la poeta Ida Vitale, cuando fuera nombrada el año pasado como presidenta de Honor de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, una institución fundada en setiembre de 1868 por un grupo de jóvenes entre los que se contaba Elbio Fernández, quien presidiría la primera comisión directiva de esa institución que tuvo como prioridad abrir una escuela modelo o banco de pruebas para todas las escuelas primarias inspiradas en la reforma de la educación, una escuela que al final llevó su nombre debido a su muerte repentina, ocurrida en junio de 1869.

Desde aquellos remotos tiempos, tal cual se reflejó en la pantalla del Auditorio del Sodre, por los salones de este colegio pasaron niños y jóvenes que en distintos ámbitos adquirieron luego un relieve destacadísimo: Javier de Viana, Luis Batlle Berres, Luis Alberto de Herrera, José Enrique Rodó, Rodolfo Tálice, Enrique Estrázulas, Jorge Batlle, Roberto Caldeyro Barcia, Antonio “Taco” Larreta, Oscar Maggiolo, Manuel Martínez Carril, Milton Schinca o Hugo Alfaro.

Entre semejantes recuerdos y otros, el presidente de SAEP, Enrique González de Toro, subrayó la importancia de pensar la educación en varias dimensiones, desde el aprendizaje por proyectos hasta la incorporación de la robótica, pero, en todo caso, jerarquizando la función docente, integrando a las familias y optimizando aulas, incluidas las deportivas, como quedó de manifiesto al presentarse el proyecto de gimnasio a compartir con escuelas públicas y a construirse en el espacio céntrico de la vieja sede del Club Peñarol, ubicada en la calle Maldonado.

En una fiesta que rodeó a los niños y jóvenes con el afecto y los aplausos de padres, tíos, abuelos y padrinos, la frutilla de la torta fue la canción que Roberto Musso, otro ex Elbio Fernández, le compuso a su hija Federica.

El vocalista del Cuarteto de Nos nunca llegó al auditorio de la calle Mercedes y Andes para cantarla en vivo, pero se hizo oír y escuchar gracias a un video especial en el cual Musso interpreta No llora acompañado con alumnos de hoy, en un salón del colegio.

Mientras afuera llovía, imperaba el frío y soplaba un viento polar, No llora, el Tema del Año de los Premios Graffiti de 2016, atrapó a los presentes con su ritmo de balada que suma cierto rapeo y asoma como un estímulo para que cada criatura sea “abierta de mente” y aprenda también de sus propios errores y limitaciones.

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